¿Y ahora qúe?
En forma inmediata, en el mismo vestuario donde Uruguay procesaba el duelo originado por la dura derrota ante Chile, el Presidente de la AUF, Dr. Sebastián Bauzá, se apresuró a ratificar el rumbo de la actual conducción del proceso de las selecciones uruguayas.
Se trató de una decisión acertada, para cortar de raíz los inevitables rumores que se lanzan a correr en éstos caos, si con el transcurso de las horas las autoridades permanecen de brazos cruzados sin adoptar decisiones.
La resolución del conductor de la Asociación resultó la correcta. Muy atinada en las actuales circunstancias. La trayectoria de la celeste de la mano de Oscar Tabárez generó un crédito importante que no se puede agotar por seis partidos sin conseguir la victoria en el camino a Brasil 2014. Un poco de saldo aún queda y es de esperar que no se desperdicie.
Reflexioné en la noche de la caída ante Chile, en la nota de tapa “colgada” en el portal, sobre el actual oscuro panorama que ahora se cierne sobre el inmediato futuro celeste para intentar salir del atolladero, del túnel que inevitablemente parece conducir al vacío. Al fracaso total.
¿Qué está ocurriendo con el plantel de jugadores que tanta gloria aportaron al fútbol uruguayo? Sería atrevido de mi parte juzgar sin conocimiento de causa, cuando el propio Oscar Tabárez no encuentra, ni detecta las causas que originaron esta situación. Lo que uno puede hacer es lo mismo que hacen los tres millones de hinchas uruguayos que observaron las presentaciones del equipo en “vivo y en directo” o por la televisión. Es decir, evaluar realidades que surgen de esa visión.
El plantel trasunta la imagen de un agotamiento que no es físico, sino mental. Se advierte una sensación de hastío. Se comprueba una falta de reacción y respuesta ante la adversidad. Al primer contratiempo el equipo se cae. Baja los brazos. Transmite la nociva sensación de que ya todo está perdido. Y esta afirmación no se contradice con el esfuerzo, la lucha y las ganas que el martes exhibió en el segundo tiempo en Santiago. Justamente, esa respuesta desordenada, sin ton ni son, donde Lugano pasó a ocupar la posición de centrodelantero llevado por la desesperación que genera la impotencia, es el síntoma más claro del agotamiento y el tedio en el que ha caído el proceso.
Adviertan los queridos lectores cibernautas que no mencioné la “garra” en los elementos que destaqué como valores que exhibieron los jugadores. ¿Por qué? Porque el tradicional elemento casi sobrenatural del fútbol uruguayo, generador de hazañas que aún hoy parecen increíble, se nutre de esos elementos (esfuerzo, lucha y ganas) que aparecieron ante Chile en la etapa complementaria en Santiago. Es verdad. Pero cuando es “garra”, esos valores llevan adosados lo más importante que faltó el martes. La actitud mental positiva que surge del autoconvencimiento de que el milagro es posible. La “garra” es orden en la lucha común. Son esfuerzos compartidos, entrega y voluntad, actuando conjuntamente según los dictados del viejo lema de los Mosqueteros: “uno para todos y todos para uno”. Estos son los elementos y la consigna que hoy está ausente en el plantel uruguayo. La imagen perfecta de la “garra” es aquella emocionante respuesta en el partido ante Corea del Sur en la Copa del Mundo de 2010. Aquellos veinte minutos finales donde el esfuerzo conjunto y compartido posibilitó la hazaña. ¡En perfecto órden!
El cambio de rumbo tiene que venir mediante el efecto de shock. Le falta al plantel un soplo de juventud que trae de la mano la rebeldía y el espíritu atrevido de los veinteañeros. Algo de esto se observó con el ingreso de Alejandro Silva. Aunque en cuentagotas, la propuesta del botija fue una ráfaga de frescura que estuvo a punto de cambiar la historia con el remate que se estrelló en el horizontal.
Diego Laxalt, con ese ir y venir entre medio campo y ataque, con una entrega sorprendente como mostró en el Sudamericano Sub-20 de Mendoza, está en sintonía con esa onda de energía que se requiere para provocar el shock. Diego Rolán con esa técnica exuberante para manejar la pelota, para amasarla allá adentro del área y sus inmediaciones enemigas que es donde duele la habilidad, es otra muestra.
No es mi intención proponer la convocatoria de ambos. ¡Nunca en 44 años de actividad en la profesión sugerí, reclamé u opiné que Fulano tiene que ser citado! Esa es una función que tiene que ser exclusiva de directores técnicos. La referencia sobre Laxalt y Rolán –que no están en el plantel-, y la de Alejandro Silva que debutó ante Chile, es simplemente para ejemplificar mi pensamiento sobre una carencia del actual proceso.
Carencia que pone en tela de juicio las bondades de los procesos desarrollados con las Selecciones Juveniles, en la que tanto dinero y tiempo invierten la AUF y los clubes. Este plantel que armó Oscar Tabárez no tiene jugadores que continúen el proceso natural del recambio generacional a través de la competencia. ¿Dónde están los futbolistas que se formaron con el Ing. Verseri en el Sudamericano Sub-20 de 2009? No están en ningún lado. No sobresalieron. No continuaron su crecimiento y desarrollo. Apenas, tímidamente, puede rescatarse a Adrián Luna, aunque actualmente a años luz del rendimiento mínimo como para potenciar el shock necesario a niveles superiores.
Ninguno de quiénes fueron Sub-20 en el 2009 llegaron a dar la nota. Vecino, Federico Rodríguez, Luis Machado, Cayetano, Cepellini y hasta Arias y Polenta pueden incluirse en esa nómina de aquellos que eran los “puede ser”, pero quedaron por el camino.
En síntesis, comienzan hoy los dos meses y un puñado de días que depositarán a Tabárez y su grupo, en otra instancia decisiva. No habrá tiempo para trabajar con ese plantel porque la FIFA no determinó fechas en ese lapso. De pronto, siguiendo la experiencia de Brasil y del mismo Chile, que jugarán dos encuentros con selecciones integradas con futbolistas del medio local, se recorre un camino de observación en la búsqueda de ese nuevo abanderado futbolístico, mental y sicológico que aporte el renovador soplo juvenil del atrevimiento y la rebeldía que tanto necesita hoy el equipo de todos.