Las tribunas empujarán a Uruguay
Escribe: Atilio Garrido
Una euforia colectiva se palpa en la multitud que va colmando las tribunas. Una noche pesada, húmeda, de calor. El partido ante Perú, promocionada para agotar la venta de las entradas, como el de la vuelta de Suárez a jugar en el Estadio Centenario, rindió sus frutos. Acierto promocional que se potenció con el sensacional partido que llegó a los hogares uruguayos por televisión desde Recife, por la excepcional tarea del mejor centro delantero del mundo en los momentos actuales.
La cinta de capitán volvió a Maximiliano Pereira. ¿Cómo lo tomará Suárez? Seguramente habrá existido una charla previa de Tabárez para cambiar su decisión de Recife. El brazalete de capitán en el antebrazo de Luis, no sólo le quedó muy bien, sino que –a mi juicio- potenció su natural liderazgo dentro del equipo. Se sintió dueño del equipo. Se lo puso al hombro. Lo sacó de un bajo rendimiento en la primera etapa. Lo hizo crecer en el complemento y estuvo a punto de conducirlo a una victoria histórica. Es de esperar que no resulte algo perjudicial la variante dispuesta por el entrenador de algo que parece nimio, pero que, en lo que respecto al fútbol uruguayo, no lo es. Además, el capitán –aunque no lo ampara el reglamento- puede hablar con el árbitro, reclamarle alguna jugada, apoyarlo en otra. Y el brazalete, en ese caso, pesa.
El otro tema que da vueltas en mi cabeza en lo previo, es la euforia desmedida que se advierte en el público y que, me temo, también pueda invadir a los futbolistas. El empuje que pueda bajar con el aliento desde las tribunas, puede llevar a querer resolver el partido en forma inmediata, rápidamente, lanzándose todo el equipo al ataque, desprotegiéndose atrás. Hay que evitar, de cualquier manera, que esto pueda ocurrir. No olvido aquella noche del debut de Jorge Fossati como entrenador. Uruguay venía de la caída 3:0 ante Venezuela, derrota que marcó el fin del ciclo de Juan Ramón Carrasco. A los peruanos los dirigía Francisco Maturana. La “nueva” selección de Fossati, salió a la cancha con un plan de juego similar al “viejo” equipo de Juan Ramón. Se quiso comer los niños crudos. Salió al ataque con fuerza incontenible. Se desprotegió atrás. Y… perdió 3:0, nuevamente, y complicó definitivamente su chance futura.
Uruguay tiene que actuar con cautela, buscando defender el cero en su arco. Hay que tener en cuenta que la derrota de Ecuador ante Colombia, le abre a Uruguay la posibilidad de llegar a la punta. Pero para que ello ocurra, debe andar con pies de plomo, cuidándose atrás, jugando bien apretados defensores y volantes, para impedir que Paolo Guerrero realice esos cruces mortales que terminan con remate al arco.
Vendría como anillo al dedo para esta noche de Uruguay, esa vieja frase que asegura: “vísteme despacio que voy de prisa”. Es decir, jugar con la cabeza fría, sin desprotegerse atrás. Inclusive, no sería nada malo dejar que Perú se venga. Que Uruguay realice un planteo de visitante en el Estadio Centenario. Y actuar de contragolpe durante la etapa inicial, para dejar desgastar a Perú y a este nuevo equipo que presenta el técnico Gareca.
Veremos, entonces, que es lo que ocurre. Lo cierto es que, en lo personal, mantenemos una cautela serena que nace del estudio de la historia del fútbol uruguayo. Cuando vamos de banca, terminamos siendo punto.