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Una deuda en aumento

Peñarol extendió su racha negativa sin ganar clásicos a ocho encuentros y Diego Aguirre no ha encontrado la receta para revertirla.





29 enero, 2025
Peñarol

A pesar de ser el actual campeón uruguayo, con un puntaje histórico, y de haber alcanzado las semifinales de la Copa Libertadores 2024, la derrota clásica del pasado domingo tiene molesto al hincha de Peñarol, que lo considera un campeonato aparte.

 

Es que no solo perdió su segundo clásico en seis días, sino que extendió la mala racha y ahora suma ocho clásicos sin ganar.

 

La última vez que el Carbonero venció a Nacional fue hace casi dos años, concretamente el primero de abril de 2023, donde ganó 2:0 en el Campeón del Siglo, con goles de Ignacio Laquintana y Kevin Méndez. Los ocho enfrentamientos posteriores terminaron con cuatro empates (dos de ellos con victoria tricolor por penales) y con cuatro triunfos de Nacional; los últimos tres, al hilo.

 

De esta manera, es notoria la dificultad que ha tenido Peñarol para imponerse en los clásicos, los cuales siempre tienen un sabor especial y se juegan con una intensidad muy diferente respecto a cualquier otro partido. Se consideran finales en sí mismas y, como tales, conllevan la obligación de ganar. Pero, al menos en los últimos enfrentamientos, el equipo que estableció una supremacía es Nacional.

 

LO QUE DEJARON LOS CLÁSICOS

 

En la previa del primer clásico de 2025, donde Nacional se impuso por 3:1 por la Serie Río de la Plata, Peñarol se posicionaba como fuerte candidato a quedarse con el triunfo por varias razones: mantuvo a gran parte del plantel campeón en 2024, hizo la histórica compra de la ficha de su figura, Leo Fernández, confirmó la incorporación de David Terans y le permitía al hincha llenarse de ilusión. Sin embargo, cargaba con la espina de los clásicos y tenía la oportunidad de quitársela.

 

Nacional, por su parte, luego de un ciclo electoral reñido y lleno de polémicas, y con un comienzo de mercado de pases turbulento, llegó a dicho encuentro con más dudas que certezas, pero con la convicción de tomar impulso en el clásico para comenzar a revertir el mal 2024. Y como todo clásico, sin importar lo distante de las realidades de ambos clubes, en la cancha todo se emparejó.

 

Durante el inicio del encuentro, lo que se preveía se cumplió a rajatabla. Peñarol fue implacable en los primeros minutos y se puso en ventaja rápidamente con el gol de Eduardo Darias; controló el trámite ante un Nacional entreverado con la pelota y desordenado en sus líneas.

 

Pero luego de la media hora de juego, el Tricolor creció no particularmente en el juego, sino a partir de la actitud  sus jugadores ante el resultado adverso.

 

Desde esa faceta, el equipo creció en intensidad, ganó presencia en el campo de juego luchando y ganando las pelotas divididas, obligó al Carbonero a retroceder varios metros y, poco antes del entretiempo, Nicolás Rodríguez puso el gol del empate.

 

Para el complemento, el partido se hizo disputado, entrecortado y de alto voltaje. Pero cuando todo parecía irse a los penales, y luego de una fugaz arremetida de Peñarol que Luis Mejía ahogó con notables atajadas, Nacional se llevó el triunfo a partir de dos contraataques letales.

 

De esta forma, el conjunto albo golpeó con fuerza la mesa, ganando confianza y generando preocupación en líneas aurinegras.

 

Llegó el domingo 26 de enero y ambos se volvieron a ver las caras en el Estadio Centenario, pero con sensaciones diferentes respecto al primer duelo. Ahora la presión estaba del lado de Peñarol, mientras que la interna de Nacional se había apaciguado, expectante al nuevo resultado.

 

Otra vez, los primeros minutos fueron con dominio de Peñarol, que controló la pelota pero fue muy pasivo con ella. Y otra vez, sobre el final de la primera parte, sin brillar en el juego, pero empujando con ímpetu y ambición, Nacional golpeó no una, sino dos veces en menos de cinco minutos.

 

El primer gol, que llegó a partir del polémico penal pitado por el árbitro Javier Burgos, dejó al equipo mirasol desconcertado, lento y con una carencia total de reacción, lo que provocó el segundo gol. Una grosera distracción por parte de la defensa dejó libre a Jeremía Recoba para que definiera con comodidad en una zona donde los errores cuestan caros.

 

En el segundo tiempo, Nacional se replegó y minimizó los riesgos. Peñarol, si bien logró descontar sobre el final del partido, no generó. A diferencia del equipo arrasador de 2024 (que sigue siendo, en gran parte, el mismo), el Aurinegro no tuvo ideas y tampoco tuvo el peso necesario en el área para dañar. El movimiento de la pelota fue lento y horizontal, mientras que Nacional, cuando recuperó, explotó en velocidad para contraatacar con mucha verticalidad. No lo hizo con claridad, pero mostró otra intensidad y con eso le bastó para complicar al fondo rival. Batalló cada pelota como si fuera la última y encontró nuevamente en su arco a un sólido Luis Mejía.

 

Peñarol necesitaba un cambio de ritmo, un revulsivo, y Diego Aguirre solo lo encontró con el ingreso de una de sus nuevas incorporaciones: Diego García.

 

El volante ofensivo de 28 años ofició como extremo izquierdo y en cada oportunidad que tuvo buscó el uno contra uno contra los defensas rivales, ganando en velocidad y enviando pelotas venenosas al área. Además, fue ambicioso, teniendo el arco entre ceja y ceja y mostrándose como opción de pase. Eso lo llevó a encontrar el gol del descuento y el empujón anímico necesario al equipo para intentar revertir el marcador, aunque los reiterados cortes del partido que se produjeron posteriormente le imposibilitaron la tarea y le hicieron cosechar una nueva derrota clásica.

 

Sin embargo, esos minutos de rebeldía demostraron que el problema de Peñarol, además de futbolístico, donde Aguirre tiene muchas cosas por ajustar y mejorar, también es actitudinal. Al equipo le faltó personalidad y seguridad para afrontar los momentos adversos de ambos clásicos y lo mismo le sucedió en el partido disputado en el Gran Parque Central, por el Torneo Clausura 2024, donde se vio abrumado y superado por el conjunto albo, que terminó ganando 2 a 1.

 

De todas formas, el técnico de Peñarol respaldó en todo momento a sus jugadores, recordando todo lo que obtuvieron en la temporada pasada, y fue autocrítico respecto a la deuda que carga con los clásicos. Pero, lejos de desesperarse, confía en poder dar vuelta la página y romper la mala racha en la nueva revancha que tendrá el 9 de febrero, en el Gran Parque Central, por el Torneo Apertura 2025.

 

LO FUTBOLÍSTICO

 

A pesar de que la confianza de los jugadores sea un factor determinante en los partidos, y especialmente en los clásicos, Peñarol también ha mostrado falencias en su rendimiento futbolístico, aunque cabe destacar que la temporada está apenas comenzando.

 

Si bien Aguirre logró mantener la base del equipo campeón, las bajas que sufrió fueron sensibles, ya que alteraron la columna vertebral y, así, el funcionamiento.

 

En defensa, Guillermo De Amores y Leo Coelho aún no brindan la misma seguridad que sí dieron Washington Aguerre y Guzmán Rodríguez. La pareja de zagueros entre Javier Méndez y Coelho no se complementa de la mejora manera y el trabajo de Damián Suárez por el lateral derecho no trasciende de la misma forma que el de Pedro Milans, ya que carece de proyección por la banda, algo que Aguirre exige en sus laterales. De todas formas, el entrenador optó por colocar al “Zorro” como titular.

 

En la mitad de la cancha, el doble cinco conformado por Eduardo Darias y Rodrigo Pérez, con la ausencia de la disciplina táctica de Damián García, disminuyó considerablemente el orden y el balance defensivo, siendo una de las fallas que más caro le costaron a Peñarol en los clásicos. Los mejores funcionamientos del conjunto mirasol en el mediocampo se dieron cuando hubo equilibrio entre el desdoble y el balance de sus volantes, teniendo siempre a un jugador cubriendo los retrocesos y los contraataques.

 

En el sector ofensivo, la salida de Facundo Batista, quien registró un promedio de gol excepcional en su corto pasaje por el club, le hizo perder peso y referencia de ataque al equipo, ya que funcionaba como una variante de alta efectividad, algo que Maximiliano Silvera, quien es más movedizo que posicional, no tuvo en los clásicos. Felipe Avenatti es la única opción en ataque que actualmente tiene Aguirre, pero no sumó muchos minutos en cancha.

 

En los extremos, los rendimientos de Jaime Báez y Javier Cabrera no han sido buenos, pero las llegadas de Diego García, de muy buena actuación en ambos partidos, y de David Terans, que aún no encuentra su mejor posición dentro del equipo, podrían representar variantes que refresquen dichas zonas.

 

Por lo tanto, Peñarol tiene con qué y su rendimiento en 2024 no dejó lugar a dudas, pero el desafío de Diego Aguirre es trabajar en el cómo; algo que debe resolver antes de visitar el Gran Parque Central, el domingo 9 de febrero.


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