Una caricia al alma
Leyendo una nota a Pablo Forlán en el Diario La República del 19 de julio, con respecto al fallecimiento del Alcides Edgardo Ghiggia y de cómo se debía tratar; según muchos pensamientos de gente de fútbol; a los grandes del balompié en este país, y comparando con otros países, marcaba una diferencia de reconocimiento muy grande.
Conversando con mi esposa Ana del tema, que daba su visión con respecto al tema y desde otro ángulo ya que no gusta mucho (y soy generoso en el concepto) del popular deporte, pero reconocía abiertamente a lo que llega y lo que alcanza este fútbol y sus deportistas, como repercusión de estado de ánimo, de éxtasis, o de decaimiento en la población, y que se inserta hasta en la historia de este pequeño país.
En el arte de las letras nos atrapa un escritor, nos atrapa tanto, que llegamos hasta no querer dejar para después el seguir leyendo y querer terminar lo más rápido posible para satisfacer nuestro gusto.
En el arte cinematográfico una película quizás nos haga llegar hasta las lágrimas debido al tema en cuestión o la actuación de los artistas.
En el arte de la escultura nos podemos quedar maravillados ante la majestuosidad e imponencia de un monumento.
En el arte de la pintura el paso de los siglos no deteriora el gusto y el reconocimiento a grandes maestros que nos retrotraen y nos ponen a pesar del tiempo transcurrido en el lugar de cuando fue realizada la pintura; tal lo espectacular del maestro que lo realizó.
En el arte de la ciencia; los descubrimientos que ayudan al mundo a tener salud, belleza, longevidad y todo lo que envuelve la contribución al ser humano, hacen posible que el resto del mundo reconozca al científico, doctor, o quien incursione en esta rama a tener un agradecimiento universal, reflejado por muchas vías.
A pesar de que los grandes genios en su mayoría; eran por ser genios con un carácter difícil e indómitos, que los hizo ser hasta perseguidos, ignorados, despreciados, y la miseria fue su compañera muchas veces; pero lo que más importaba era su obra, y se les ha valorado como corresponde (en cuanto a su perpetuidad y con el paso del tiempo en su mayoría) y se los ha inmortalizado de diferentes maneras. Sin embargo en muchos casos los que explotaron esas vidas o vivencias fueron otros, luego de desaparecidos y sirviéndose de esos genios.
En la antigua Grecia los deportistas, en todas sus ramas eran venerados con el triunfo; por lo que significaban para la cultura donde además hacían vivir alegrías a la gente y por eso eran reconocidos; en forma perpetua, cuando aun estaban en todo su esplendor muchos de ellos, reflejados en estatuas y monumentos.
Respetando todos los pensamientos, y donde creemos que si trazáramos una línea donde estuvieran al mismo nivel todos los que hayan logrado alcanzarla sea en el arte que fuera; a la gente del fútbol o el deporte siempre estará por debajo según muchos criterios; cuando a mi entender y dentro del deporte que incursiono, el estado de ánimo que se logra ante un gol, donde el rico se abraza con el pobre y lo que repercute en este país a los que traen gloria al pueblo, no tiene relación con la perpetuidad que se le da a quienes hacen llegar a la emoción máxima ante un resultado deportivo favorable.
¿Porque no pueden estar en la misma línea los futbolistas y entrenadores cuando mueven el estado de ánimo de un país?
Recuerdo nítidamente en mi niñez y juventud cuando Nacional o Peñarol eran campeones de todo; que el comentario era: “ ¡¡ pa……ahora aprovechando la alegría suben todo!!; en una muestra de que la distracción de la gente era total y sumida en: “ ¡¡ igual que me importa; somos campeones!!”
Pablo Forlan decía en esa nota y comparando en una anécdota el caso de Bobby Charlton (legendario futbolista inglés) que tiene su butaca en el Estadio, tiene su lugar en los vuelos aéreos, etc, por todo lo que hizo por su club y por su selección.
Nosotros ya no tenemos campeones del mundo de selección, pero si tenemos campeones de América con selección mayor y juvenil que muchos se han alejado del fútbol, porque la injusticia ha imperado, tenemos campeones de América y del mundo en clubes y ellos tienen sus clubes, que deberían saber operar estas situaciones.
También nuestros gobiernos de turno, han salido para la posteridad en fotos con Copas América. Es decir que el reconocimiento puede tener diferentes “salidas” tanto de fútbol como de la política.
Es bueno sentirse reconocido y admirado; muy bueno porque “es una caricia al alma”, pero más bueno es verlo “in situ”.
Nuestro pueblo siempre ha reconocido y admirado a sus ídolos, desde el logro y para siempre.
Falta “gente” como se dice popularmente.
Y sería bueno, que no se tome solo a un referente porque el fútbol es colectivo, y quienes hacen los goles es porque alguien la quitó y alguien se la pasó, y se puede evitar una derrota porque hay quienes defienden bien, y también se concretan en goles por los atacantes que nos llevan a la victoria; “resumiendo y concretando” al decir del recordado Mario Patrón, una victoria envuelve a todos y las derrotas también.
Si el fútbol logra lo que logra a nivel mundial y pone a Uruguay en la boca del mundo; es también una forma de ser Embajador.
Entonces en una clara evaluación de que el fútbol no es más que nadie, pero tampoco menos, con respecto a su trascendencia mundial, sin embargo, sus protagonistas sean jugadores, entrenadores, preparadores físicos, masajistas (no olvidarnos de “Matucho” Figoli oro olímpico del 24 y 28 como campeón del mundo 1930 y 50) y los que componen la “cocina” son los que aportan para el logro de turno; esos no tienen la trascendencia perpetua aunque si el logro los tiene; es como homenajear a la cadena de cines más taquilleras del mundo y no homenajear a los hermanos Lumiére (inventores del cinematógrafo).