Rodolfo, Muslera y el récord
Escribe Atilio Garrido / Fotografías Fernando González
Aquel 1985 estaba inserto en un mundo que no tiene ningún contacto con el presente. Con el actual. Me empeño, en estos tiempos que corren, en señalar y hacer notar esta diferencia, especialmente para los jóvenes que consumen su tiempo colgados de las “redes sociales”.
¿Imagínense, muchachos de hoy, un mundo sin celular, sin twitter, sin Facebook y, fundamentalmente, sin internet? Con sus ventajas y sus enormes contradicciones, esto tiempos que corren, en todas las actividades en que se expresa la humanidad, nada tienen que ver con el pasado. El presente es un mundo totalmente conectado, informado al instante y, asimismo… desinformado. Mejor dicho, informado en la gran mayoría de los casos sin puntos de contacto con la verdad histórica. ¿Por qué? Porque cualquiera se mete en Wikipedia y ahí escribe lo que quiera, alterando biografías con historias que no fueron, realidades que no existieron. Hoy, cualquier habitante del mundo “guglea” algo y al instante salen respuestas, muchas veces que nada tienen que ver con la realidad, que se deforman y, en muchas ocasiones, que son fruto de campañas orquestada de calumnias que forman parte de la lucha de los seres humanos por el poder, cualquiera sea la actividad en la que se desempeñen.
En aquel 1985 cuando alguien descubría una curiosidad, que era fruto de su propia investigación, siempre difícil de llevar adelante porque se necesitaba recurrir a textos y documentos que la ratificara, no se “colgaba” en las redes. Si quien llegaba a obtener ese dato, trabajaba en un medio de prensa, la difundía en él, como exclusividad que divulgaba sintiendo la satisfacción de haber aportado un dato siempre difícil de construir. Trabajando en aquel mundo descrito en las líneas precedentes, convencido que el capitán de la selección uruguaya de entonces –ídolo a nivel popular- reunía condiciones de liderazgo que se identificaban con los portaestandartes del pasado celeste, recorriendo mi archivo descubrí que Rodolfo Rodríguez se acercaba al récord de partidos jugados con la selección de Uruguay. Pertenecía a Ángel Romano. De esa forma, cuando llegó un partido amistoso ante Paraguay, en marzo de 1985, previo a las eliminatorias ante Ecuador y Chile por la Copa del Mundo de México 1986, lanzamos en El Diario la exclusividad sobre el récord de 78 partidos defendiendo a la celeste que poseía el Loco Romano y que igualaría La Pantera de Nacional y del arco uruguayo.
Eran otros tiempos. La AUF organizó un pequeño homenaje que se realizó en lo previo al partido, con las tribunas del Estadio Centenario repletas de público, aplaudiendo en el momento de la ceremonia.
El Flaco Rodolfo, en ese tiempo, en ese 1985, era para los uruguayos el equivalente al Luis Suárez de hoy. Acumulaba en su bagaje de títulos una larga nómina de triunfos: Campeón Sudamericano Juvenil de 1975 (Lima), Campeón de América y del Mundo con Nacional (1980 Montevideo y 1981 Tokio), Campeón y capitán de Uruguay Campeón de Campeones del Mundo (1981), Campeón y capitán de la Copa Nehru (1982), Campeón y capitán de la Copa América con Uruguay (1983) y mejor golero del mundo con el Santos FC, en 1984, club al que fue llevado por Pelé y donde conquistó el Campeonato Paulista. En ese torneo realizó una atajada que le valió esa distinción de parte de la prensa brasileña, por la monumental acción donde en cuatro ocasiones en una misma incidencia, salva el gol. (Atención muchachos, sugiero que la vean en You Toube, que para algo sirve también la tecnología actual).
Cosas del destino. El Flaco Rodolfo, jugador de Cerro, que un día dejó el laburo en el frigorífico para dedicarse al fútbol, viajó a Lima como tercer golero de Uruguay en el Campeonato Sudamericano Juvenil de 1975. El titular era Eduardo Belza. El suplente Jorge da Silva. Y el tercero El Flaco. Jugó él desde el principio, adueñándose desde ese entonces del arco oriental. Un resfrío de Belza y la decisión del técnico Walter Brienza de incluir a Rodolfo, fueron el puntapié inicial de una larga, exitosa y triunfal carrera de quién, luego, se transformó en La Pantera.
Hoy, Rodolfo Sergio Rodríguez Rodríguez, nacido en el Cerro el 10 de enero de 1956, está alejado del fútbol. Es uno de los típicos seres humanos hecho por sí mismo, arquitecto de su propio destino, constructor de sueños, casado con Solange, con tres hijos exitosos. Aprendió las tareas del campo. Administra la haciendo propia y la que anteriormente perteneció a su suegro, en El Carmen, departamento de Durazno, donde transcurre su vida en un ambiente totalmente diferente a aquel de sus años mozos, que lo tuvo como protagonista e ídolo.
Cómo ocurrió siempre con tantas estrellas del pasado glorioso del fútbol uruguayo, para El Flaco aquello “ya fue”. Ocurre que, como aquel “ya fue” fue tan grande y marcó a fuego una etapa de la gloria celeste, cada tanto recupera el inevitable pico de popularidad, como si fuera una estrella que cae del firmamento, a raíz de un episodio del cual fue protagonista en su tiempo. Y hoy, en este viernes Santo, 16 de marzo de 2016, el golero actual de la celeste, Fernando Muslera igualará el récord de Rodolfo con 78 partidos jugados en defensa del equipo de todos.
El Flaco y Muslera saben que la vida es así, que el “todo pasa” al que me refería ayer en una nota escrita sobre Luis Suárez, es una realidad inevitable, porque el tiempo que transcurre es la misma vida que pasa y se va…
Nota buena: los 78 partidos de Rodolfo Rodríguez, que en su momento fueron récord total a nivel de todo tipo de jugadores de selección, están acorde –a mi juicio en forma equivocada- con una resolución de la FIFA, adoptada en 1990, según la cual considera como “partidos internacionales” solamente a los enfrentamientos entre selecciones. Lo malo es que esa determinación –insisto, equivocadamente- deja fuera de la nómina, decenas de partidos que entonces eran internacionales. Se enfrentaban las selecciones contra equipos de clubes. Porque esa era una realidad. ¿Un ejemplo? En 1954 Uruguay jugó ante el Real Madrid, camino al mundial de Suiza. En aquel tiempo, como era lógico, ese era partido internacional. La equivocada decisión retroactiva de la FIFA –equivocada porque ninguna ley puede tener carácter retroactivo-, borró decenas de partidos en los que El Flaco jugó y que, en caso de ser contabilizados, superan la centena.