Un libro de Garrido desmitificador
Si al circo romano se lo mezcla con la política, con la historia o con el arte, siempre sale perdiendo el circo romano, porque tiene una sola vida: la del “deporte”.
El fútbol, en cambio, tiene, por lo menos, tres vidas: la de la realidad, la de la ideología y la del fútbol.
Cuando Atilio Garrido escribe sobre Maracaná, sus lectores entramos a una desmitificada historia de estas tres vidas, a los recobecos del poder o “peso político” en este gran espectáculo de la cultura de masas, a la mirada que sobre él tenía la sociedad del 50, a calibrar el verdadero potencial futbolístico -y deportivo en general, del Uruguay- de los celestes, que hacía que la hazaña fuese predecible y haya sido predicha, casi en secreto y a las risas, por los jugadores uruguayos ante los dos o tres fotógrafos que los registraron mientras un centenar fotografiaba a la formación de Brasil.
Garrido no escatimó información, miles de documentos acopiados en años de trabajo de investigación quedan a disposición del relato que cada cual haga de la historia, porque el autor del libro no hace trampas, no selecciona únicamente los textos de prensa y otros testimonios que convienen a sus tesis.
Me importan especialmente los que refieren a la huelga del 48. En mi opinión fue un avance en el camino a que los seres humanos no valgan menos que las cosas que producen.y resultó decisiva en la integración del grupo que salió Campeón Mundial dos años después (la selección de la mutual de jugadores para recaudar fondos para la huelga, tenía seis titulares que lo fueron también en Maracaná y los otros cinco eran seleccionados de los sudamericanos anteriores) y en la transmisión generacional del saber en un fútbol que se mantenía invicto en contiendas mundialistas -esa transmisión se perdió luego del 50, pero ya es otra historia.
Me detengo en la figura del Vicepresidente de la gremial en aquella huelga, Obdulio Jacinto Varela. Garrido documenta facetas casi maradonianas de la vida del “Negro Jefe”, a la vez que vindica el papel -sin duda importantísimo- del Presidente Enrique Castro.
Sin embargo, cuenta en detalle la asamblea de la que Obdulio se retiró por considerar que trataba un tema menor y tras él se fue la mitad de los asistentes. En fin… era un líder de masas y éstas son como son, no como se nos antoja que sean, pero eso mismo demuestra que fue el Jefe que confió en Castro y no disintió mayormente con él hasta la victoria.
El libro abarca todos los aspectos de una gesta descomunal. Cada lector encontrará su centro de interés.