Homenaje al básquetbol
En una entrevista con Tenfield.com, el director del documental "La Otra Pelota", Federico Lemos, compartió los detalles y las reflexiones detrás de la obra repleta de leyendas del básquetbol uruguayo.

Federico Lemos, director del documental "La Otra Pelota", en el Auditorio Nacional Adela Reta del Sodre.
“Esto pretende ser un homenaje al básquetbol”, afirmó, en conversación exclusiva con Tenfield.com, Federico Lemos, director del documental “La otra pelota — Historias del Básquetbol uruguayo”, que se estrenó el jueves 3 de abril en salas de Grupocine, pero que, además, durante enero y febrero hizo una gira de preestreno gratuita por el interior.
La película no solo revive los grandes hitos del básquet de nuestro país, con lujo de detalles y con las palabras de los propios jugadores que escribieron la historia, sino que también plantea una visión más profunda, donde, en un país futbolero, la pelota naranja también forjó valores, personas, comunidades y cultura. Una mezcla de emociones que, para el fanático del básquetbol, despertará la nostalgia de las épocas doradas de este deporte en Uruguay, mientras que, para quienes no siguen el básquet de cerca, también resultará conmovedora.
Lemos se sumerge en la reflexión de este y otros temas relacionados con la película, la cual fue apoyada por Tenfield, y comparte los detalles de su vínculo con el básquetbol en esta entrevista que comienza así:
– ¿Cómo surgió la idea del documental?
– Era necesario poner en el contexto de la cinematografía de nuestro país una película sobre nuestro básquetbol y esta pasa a ser la primera. En un momento, cuando tenía inquietudes sobre la pasión de los uruguayos, el carnaval, la política y el fútbol ya estaban cubiertos, pero cuando me puse a investigar sobre el básquetbol, ¿sabés que encontré? Ríos de tinta, de libros, un montón de cosas, pero nada audiovisual, ninguna película o registro que mostrara grandes hitos del básquetbol uruguayo. Entonces, eso también me desafió. Por un lugar, en poder hacer la película, y por otro lado, a contribuir en atesorar e inmortalizar historias de muchas personas que quizás en poco tiempo no estén más con nosotros. Historias y relatos de equipos, así como de personas memorables, que le dieron muchas alegrías a los uruguayos, sean basquetboleros o no.
– ¿Qué intención hubo detrás del título “La Otra Pelota”? ¿Desmarcarse del fútbol?
– Es innegable que la gran pasión del pueblo uruguayo a nivel deportivo es el fútbol. Intentar comparar el básquetbol con el fútbol es algo ilógico. En ese sentido, “La Otra Pelota” tiene que ver con un recuerdo personal de la infancia, de cuando salíamos a jugar con mi hermano a la placita y nos llevábamos siempre la pelota de fútbol, como pasaba en cualquier casa de los niños de este país. También había una pelota de básquet en casa y mamá siempre nos gritaba “lleven la otra pelota”, porque estaba la canchita de fútbol, que a veces estaba ocupada, y al lado había un aro para tirar. Y la otra pelota, así como estaba en mi casa, también estaba en la casa de muchos otros niños del país. De alguna manera, lejos de pretender ser un título que despierte algún tipo de competencia o que pone al básquetbol en un lugar privilegiado, sabemos que es el segundo deporte en popularidad en nuestro país y, también, de alguna manera, esa otra pasión que tiene el pueblo uruguayo.
– ¿Usted es fanático del básquetbol?
– En realidad, soy más futbolero. La otra pelota, para mí, fue más bien en mi vida y en mi infancia, cuando mi madre nos invitaba a llevarla, pero nunca se transformó en la primera, siempre fue la segunda. El fútbol es mi pasión, pero el básquet está ahí, al igual que para mucha gente, y para otras, está en el primer lugar.
– ¿Cómo es su vínculo, entonces, con este deporte?
– Mi vínculo con el básquetbol tiene que ver con el barrio Maroñas, donde me crié, y el club Larre Borges, que fue un lugar muy particular en mi infancia, porque estaba en la Plaza de Deportes N°5, donde íbamos a jugar y a pelotear con mis amigos del barrio. Había una linda movida en ese lugar y Larre Borges fue mi primer contacto con el mundo del básquetbol, los primeros partidos que vi, las primeras veces que me animé a tirar al aro con los amigos del barrio. Esos primeros contactos me acercaron a este deporte, no desde el lugar del aficionado o del hincha fanático, pero sí desde un lugar muy lindo, de construcción de memoria y de infancia. A partir de ahí, también generé otro vínculo cercano con el club Bohemios, cuando empecé a ir a las colonias de verano, que hoy todavía se siguen desarrollando para los niños. Ahí, una de las principales actividades que había era el básquetbol. Y aprender los fundamentos y practicarlo me permitió tener más confianza y tener más posibilidades de conocer otras cuestiones que no había tenido la posibilidad de conocer desde otro lugar. Me di cuenta de que el básquetbol es un deporte que iguala, a diferencia del fútbol, donde, cuando uno se juntaba con amigos, siempre se elegían a los mejores. En el básquetbol tirábamos todos y todos teníamos la posibilidad de errar, pegarle al aro, a la tabla o embocar, y no pasaba nada, tenías que seguir intentando. Eso también funciona como una metáfora de la vida: intentar y tirar; un aro te invita a tirar y a seguir intentándolo pese al resultado.
– ¿Cómo fue la experiencia de hablar con tantas leyendas de nuestro básquetbol y revivir junto a ellas los momentos históricos que protagonizaron?
– Esos procesos son siempre desafiantes, porque los medios de comunicación y las áreas deportivas históricas de los clubes de nuestro país no se han preocupado mucho en preservar el archivo fílmico de la historia del básquetbol, y lo mismo sucede con otras tantas cosas de nuestra historia. Siempre ha sido un problema encontrar perlitas o joyas que hacen de estos proyectos documentales algo maravilloso, y este caso no fue la excepción. El equipo de producción trabajó con la FIBA, con la FUB, con los clubes, con los canales de televisión, con los familiares y con los propios protagonistas para conseguir archivos fílmicos y fotografías, todo a lo que pudiéramos acceder para armar el rompecabezas de las historias que elegimos contar.
– ¿Cómo fue el trabajo de selección de las historias para cubrir la rica historia de este deporte?
– Es que, en realidad, esta no es una película sobre la historia del básquetbol uruguayo, y esto quiero dejarlo claro. En el afiche no dice “historia”, sino “historias”. Hay un crisol de historias elegidas y pudieron haber sido muchas otras, pero el equipo de producción decidió ir por este camino. Es una paleta de colores y un relato audiovisual que recorre muchas épocas gloriosas del básquetbol, pero que también se cita en el presente y mira hacia el futuro. Son historias que pretenden homenajear al básquetbol de nuestro país, a los clubes, a los barrios y a la cantidad de gente que practica este deporte. A partir de ahí se teje ese guion con un montón de voces, de historias y de momentos que confluyen en esa gran pared de recortes y de fotos pegadas con cinta o con alfileres, que es una pintura sobre la otra pelota, sobre las historias que conforman al básquetbol uruguayo. Es una mirada, obviamente, muy particular y personal sobre lo que significa para mí el barrio, el deporte y el básquetbol, y sobre lo que creo que para la sociedad uruguaya representa. Desde un lugar muy respetuoso, no siendo basquetbolista ni fanático del básquetbol, esto pretende ser un homenaje. No pretende dejar contentos a todos y que todos opinen cómo debería estar conformada esta película. Es una decisión puramente artística.
– ¿Cómo se estructuraron todas las historias en esta película?
– El documental es un partido de básquetbol, dividido en cuatro cuartos, un entretiempo y algunos minutos de tiempo. Es un partido que se desarrolla en esa dinámica y que atraviesa la intensidad que se vive en cada uno de esos momentos.
– ¿Hubo algo que te haya sorprendido?
– Pensé que iban a ser más difíciles de conseguir algunos testimonios, que íbamos a tener ciertas resistencias, porque los vestuarios son los vestuarios y estos grandes deportistas, en algunos casos, preservan su intimidad y tienen algunos códigos. Muchas veces no tenés la posibilidad de atravesarlos y lograr que ellos confíen en vos para que te cuenten un montón de cosas que, para este tipo de proyectos, terminan siendo fundamentales. Me sorprendió la generosidad de todos ellos, que se abrieron y que entendieron qué queríamos hacer y el objetivo que nos habíamos fijado.
– ¿Cuál era ese objetivo?
– Democratizar el deporte, la cultura y el cine en todo el país. También incentivar a los chiquilines a que vean a estos jugadores que marcaron épocas, que los motive, que los inspire y que cada vez haya más jóvenes practicando este deporte, porque los forma como seres humanos. Todos los entrevistados se mostraron muy abiertos y, sobre todo, muy agradecidos de poder contar sus historias y que queden inmortalizadas. Lo entendieron y lo recibieron de esa manera, y yo lo agradezco profundamente, porque el corazón del proyecto son ellos: los jugadores y exjugadores que accedieron a ser parte de esta película.
– ¿Qué impacto puede generar en la audiencia este documental?
– Es un documental que no fue hecho para el amante del básquetbol. Obviamente que los basquetboleros lo van a ir a ver y están entusiasmados, pero no lo hice para ese público, lo hice para el gran público. Para un montón de gente que quizás, como yo, vivió en algún momento de su vida un romance con la otra pelota, de cerca, de lejos, con su barrio, y que a partir de ahí les interesa conocer historias de personajes que pudieron haber pasado en algún momento de sus vidas como ídolos, o que pudieron haberles dado alguna alegría, o que simplemente marcaron una época de su vida. Me parece que tratar de llegar al gran público también le hace bien a este proyecto, esa es nuestra gran meta: tocar los valores de nuestra sociedad y de nuestro país, con los que los clubes trabajan.

La película rememora los grandes hitos del básquet uruguayo, con lujo de detalles y las palabras de los propios jugadores que escribieron la historia.