Un 2024 inolvidable
Peñarol confirmó una temporada formidable, ganando los dos torneos cortos que le permitieron ser campeón uruguayo sin finales. Y por si fuera poco, alcanzó las semifinales de Copa Libertadores.
El 2024 será un año que quedará en las mejores páginas de gloria de Peñarol, porque el título de campeón uruguayo significó mucho más que un nuevo galardón para el club. Bastante más.
Previo a este Campeonato, el aurinegro venía de un 2023 colmado de frustraciones, entre la decepcionante actuación en Copa Sudamericana, sumado la derrota ante Liverpool en la final por el Campeonato Uruguayo. Ante aquella desilusión, Peñarol estaba sometido a dar una muestra de rebeldía en este 2024.
Además, el club rondaba en medio de las múltiples críticas de los hinchas para el presidente de turno. En medio de las polémicas entre políticos. Y en medio de las “chicanas” entre directivos. El delicado momento que atravesaba Peñarol era casi como una premonición, en la que Diego Aguirre, encajaba perfecto para revertir la situación.
Transmitiendo una sinergia especial entre cuerpo técnico, jugadores y el hincha; y convencido de su metodología de trabajo, Aguirre –como en anteriores oportunidades- asumió el compromiso de ser el principal responsable de devolverle a Peñarol su lugar de prestigio a nivel local e internacional. Y vaya si lo hizo.
Porque el aurinegro terminó confirmando una campaña formidable en la que logró el Apertura, llegó a la final del torneo Intermedio, fue campeón del Clausura y se quedó con la tabla Anual sumando un récord de puntos (93). Esto, lo llevó a conseguir su objetivo principal de ser campeón uruguayo sin finales, y de esta manera, se transformó en el tercer equipo en conseguir esta gesta en 30 años, desde que se instauraron los torneos cortos.
Por si fuera poco, a nivel internacional, alcanzó las semifinales de la Copa Libertadores en una edición que quedó marcada en la memoria de sus hinchas por toda la ilusión y expectativa que se generó.
Por lejos, Peñarol se consolidó como el mejor equipo uruguayo a lo largo del año, tanto a nivel local como internacional. Pero su resultado final no fue casualidad. Sino que detrás de esta temporada espectacular, hubo un camino planificado y cumplido a rajatabla. Hubo un proyecto organizado y ejecutado a la perfección.
Con individualidades en un nivel superlativo, como el arquero Washington Aguerre, Guzmán Rodríguez, Javier Méndez, Damián García, Eduardo Darias, Maximiliano Silvera y con Leo Fernández como estandarte y abanderado, Peñarol logró ser un equipo avasallante a nivel colectivo. Arrollador para los rivales.
Pero este plantel campeón, además, se caracterizó por su solidaridad, y sobre todo, porque pudo simplificar los factores que mayormente parecen simples para cualquier equipo pero siempre son los más complejos de asumir: el compromiso ante la causa, el compañerismo grupal, la unión del plantel, el convencimiento para ir detrás de la meta, el carácter para enfrentar desafíos que parecían imposibles, el temperamento y la entereza para no caer en momentos críticos, el trabajo y el sacrificio diario y una actitud extra en cada jugada, que emocionó a más de un hincha.
Este equipo de Peñarol se adjudicó una responsabilidad de tal magnitud, que siempre estuvo a la altura de las circunstancias. Incluso contra rivales, que, en lo previo, parecían una quimera poder superarlos. Como por ejemplo: Flamengo de Brasil.
Una vez más, Diego Aguirre fue el impulsor sentimental entre los involucrados, al punto de alcanzar una identificación tan profunda y especial, que se volvió un experto en trasladar su mística, adhesión y apego a sus propios dirigidos.
De la mano del último entrenador que había hecho ilusionar a la mayoría de los hinchas aurinegros cuando llegó a la puerta de la gloria en la Copa Libertadores 2011; en este 2024, otra vez, y drásticamente, Peñarol volvió a ser competitivo y respetado a nivel continental luego de vivir un año lleno de ilusión y expectativa. Como si se hubiese abrazado a su propia historia.
Peñarol, y un año inolvidable