Wanderers, de atrás, como más le gusta al hincha, con un golazo de Nicolás Albarracín en los descuentos. Dio vuelta a La Luz, que no supo cerrar el partido y se fue con las manos vacías.

Primera parte de color blanco. El equipo de Pallas, con presión alta le impidió a Nicolás Fonseca, manejar el balón y armar el juego ofensivo bohemio, de tal manera que ni siquiera le permitió ejecutar un tiro franco al arco. Y con el dominio de trámite y terreno, se posicionó en ataque al influjo de la dupla Nicolás Royón-Luis Machado, de muy buena labor. Y a nadie pudo extrañar que se pusiera en ventaja, con el penal por gol que cambió de Nicolás Royón y menos aún que extendiera la diferencia en el tanteador con la conquista de Aníbal Hernández.

Complemento de neto dominio de color negro. El entrenador bohemio, decididamente metió mano en el equipo. Mandó cuatro cambios de arranque y cambió el viento. Se acomodó en cancha, y con más ganas y empuje que fútbol fue al frente. Llegó al descuento con un gol de carambola, en propia meta de Santiago Carrera, y un oportunista Facundo Milán, en la primera pelota que tocó apenas ingresado al campo, convirtió el tanto del transitorio empate. Y en pleno tiempo de descuento apareció Nicolás Albarracín con un espectacular zapatazo, zurdazo que se coló por el ángulo superior izquierdo del arco merengue, para decretar el agónico golazo del triunfo. 

Wanderers festejó en el Parque Palermo.