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Tabárez y las historias equivocadas




La reproducción pertenece al comienzo de la nota aparecida en el vespertino El Plata de Montevideo, el martes 3 de junio de 1924. Reproduce el artículo del periodista francés Andre Glaner sobre la victoria de Uruguay 5:1 lograda en Colombes, eliminando a Francia, el local, del torneo celebrado en París y organizado por la FIFA. La conclusión es tan real que, aún, historiadores y periodistas franceses lo reconocen: "ante los jugadores uruguayos nos consideramos alumnos". Aunque puede resultar petulante hoy en día, la escuela de fútbol que adoptó desde 1924 Francia fue la que enseñaron los uruguayos en los cinco triunfos consecutivos que lograron en París y que se sumaron a los nueve obtenidos en España, sin perder ningún encuentro.


4 julio, 2018
Desde Rusia Pelota al medio

La reproducción pertenece al comienzo de la nota aparecida en el vespertino El Plata de Montevideo, el martes 3 de junio de 1924. Reproduce el artículo del periodista francés Andre Glaner sobre la victoria de Uruguay 5:1 lograda en Colombes, eliminando a Francia, el local, del torneo celebrado en París y organizado por la FIFA. La conclusión es tan real que, aún, historiadores y periodistas franceses lo reconocen: “ante los jugadores uruguayos nos consideramos alumnos”. Aunque puede resultar petulante expresarlo hoy en día, la escuela de fútbol que adoptó desde 1924 Francia fue la que enseñaron los uruguayos en los cinco triunfos consecutivos que lograron en París y que se sumaron a los nueve obtenidos en España, sin perder ningún encuentro.

Existen dos formas de conocer la historia del fútbol uruguayo hasta fines de la década de los años cincuenta. Una es proceder a la lectura de los muy pocos libros que existen sobre ella. No hay textos sobre las conquistas de Uruguay a nivel mundial en 1924, 1928 y 1930. Adelanto que los tengo en proceso de edición. El magnífico trabajo de investigación del autor franco uruguayo Pierre Arrighi relacionado con la competencia en Colombes, es un alegato contundente que no deja duda alguna sobre las verdades históricas que muchos se empeñan en negar aceptando las falsedades de los ingleses que, pese a quién le pese, siguen mandando en el fútbol y obtienen sus beneficios. La última prueba fue el arbitraje del estadounidense Mark Geiger perjudicando a Colombia a favor de Inglaterra. De todas las Copa América y campeonatos sudamericanos extraordinarios que se han disputado, incluyendo las 15 conquistas de Uruguay, se publicó un libro del cuál soy coautor con Sergio Gorzy.

La otra manera de profundizar en la búsqueda de la verdad histórica es difícil. Consiste en estudiarla consumiendo años de lectura en la biblioteca nacional de los diarios desde fines del siglo XIX, rescatando los hechos poco conocidos o que no han trascendido por haber sido sepultados por los autores que los amañaron para construir una verdad oficial o deformada de exprofeso.

Sobre esta afirmación precedente –que también involucra la historia del juego en la cancha, o sea informar sobre la vía como se consiguió tanta gloria-, se ha referido en varias ocasiones Oscar Tabárez. En la conferencia de prensa realizada el día antes de enfrentar a Portugal, volvió a expresarse sobre el tema al contestar una pregunta cuyo autor no se identificó. De haberlo hecho y quedar registrado en la grabación, obviamente lo citaría. Rescato textualmente la respuesta del entrenador de Uruguay.

“En otra época del fútbol había muchas cosas que tenían que ver con la manera de jugar, con la manera de comportarse grupalmente, y eso se fue perdiendo porque nos contaron historias equivocadas, eh… Cosas que no eran así y se transformaron en mitos algunas cosas, no en cosas reales que sucedieron, sino que, esteee… era una carga pesada para las generaciones que venían…”

-Porque pegábamos… (la afirmación pertenece al autor no identificado de la pregunta)

-“…sí, pero no pegábamos porque somos mala gente. Es porque muchas veces, cuando a uno le dicen que son los mejores del mundo, eh… esteee… y también le dicen, campeones eran aquellos, los de Maracaná, no ustedes, eh… cuando se va con esa mochila con el objetivo de salir campeón y después, en algún partido nos superan, o nos ganan, o nos meten algunos goles, la primer reacción era un poco previsible pero no era culpa sólo de los jugadores que entraban a la cancha, sino de toda la cultura que se había establecido, de que para Uruguay no existía ser segundo. Eso se oía a cada rato. Y que las finales son nada más que para ganarlas. Todas esas cosas que hablaban de un Uruguay como si fuera, yo que sé… como si tuviera cincuenta millones de habitantes como tiene Colombia, por ejemplo, o Argentina. Y no es así. Y eso dio rienda suelta a la impotencia, a la incorrección, eh… y bueno. Y nosotros lo tuvimos claro, que eso sucedió en la historia, pero quisimos volver a lo que marcaban los antecedentes. Y esto del fair play –y lo repito, ya lo dije en una conferencia, pero cada vez que puedo lo digo-, no lo inventó la FIFA hace pocos años. Cuando Uruguay perdió por primera vez en su historia en los campeonatos mundiales en 1954 su invicto ante Hungría, 4 a 2 después de haber empatado faltando poco y jugar un tiempo de prórroga, un equipo maravilloso, un periodista italiano hizo una nota de pos partido en la zona de vestuario de Uruguay – Hungría. Y el capitán de Hungría dijo: a mí me tocó la difícil misión de marcar al mejor jugador del mundo que es Juan Alberto Schiaffino. Salí enteramente perdidoso en esa misión y por esas cosas que tiene el fútbol ganamos nosotros. Fíjese los valores de esa persona, la humildad y la grandeza. Y Schiaffino en el mismo momento dijo: fuimos derrotados por el que es actualmente el mejor equipo del mundo”.

Hasta aquí lo manifestado por Tabárez.

Ante la inminencia del partido ante Francia y en apoyo de las palabras del entrenador, rescataré de mi archivo documentos del enfrentamiento que ambos rivales del próximo viernes, disputaron el domingo 2 de junio de 1924 en el estadio de Colombes, por el primer campeonato del mundo de fútbol organizado por la FIFA, dentro de los Juegos Olímpicos. Aquel fue un partido idéntico al próximo en cuanto a lo que está en juego: continuar en el torneo. Era por cuartos de final. En cambio, tenía condiciones históricas superiores. Por primera vez Francia rivalizaba en la cancha ante un país no europeo. Uruguay ganó 5:1 delante de 50.000 personas que dejaron en la boletería el récord de recaudación de los juegos: 300.00 francos.

En ese tiempo la pluma francesa de Andre Glaner estaba a la altura de Gabriel Hanot y de Frants Reichel. La crónica que escribió después de la eliminación de Francia a manos de los celestes entiendo merece ser rescatada hoy para que se conozca por las nuevas generaciones –en apoyo de lo afirmado por Tabárez-, la forma cómo se construyó aquella gloria celeste, base sólida del Uruguay del presente.

“La habilidad de los uruguayos resulta tal que no pecaría de exagerado quien afirmara que por momentos ante las espléndidas combinaciones de sus contrarios, los franceses se vieron en situación un tanto ridícula.

El equipo uruguayo dio oportunidad nuevamente de presenciar un sistema de juego desconocido hasta ahora en el continente. El grupo de los uruguayos entusiasmó al espectador. El triunfo se debió a la técnica de los vencedores y a la flojedad de la línea intermedia francesa. El equipo vencedor hizo gala de homogeneidad mereciendo destacarse Andrade por su juego movido y preciso. La línea media uruguaya actuó espléndidamente.

Los uruguayos jugaron brillante partido y obtuvieron una merecida victoria, estando constantemente en movimiento durante el segundo tiempo, especialmente mientras los franceses se mostraron desalentados. Si hubieran podido seguir el tren endiablado de los uruguayos –terminó declarando el capitán Dubly- hubiera podido vencerlos”.

El citado Reichel después del 7:0 de Uruguay ante Yugoeslavia, escribió: “sus hombres accionan rápidamente, tiran de distancia y con violencia que nunca había apreciado y en el passing (así se llamaba el pase largo) son maestros. Yo creo que este team puede alternar con los profesionales ingleses”.

Finalmente y con referencia específica a lo expresado por Tabárez (“también le dicen, campeones eran aquellos, los de Maracaná, no ustedes”), debo reiterar la conclusión de la investigación que realicé en el libro sobre la conquista de Uruguay en 1950 en Maracaná – la historia secreta. Los celestes vencieron a Brasil porque el equipo oriental era superior al dueño de casa, a pesar que se desplegó desde noviembre de 1949 una preparación plagada de desorganización. El valor temperamental mezclado con la alta técnica de la mayoría de sus jugadores se impuso a Brasil como en tantas ocasiones lo hizo durante la década que finalizaba. Inclusive, le ganó 4:3 en San Pablo el 6 de mayo de 1950 por la Copa Río Branco, día del debut de Ghiggia con la camiseta celeste. Uruguay llegó a ese partido sin director técnico, sin prácticas previas y en medio del caos. ¿Un ejemplo? Al embarcar la delegación en Montevideo el jugador Schubert Gambetta no pudo hacerlo porque tenía la cédula de identidad vencida? En cambio Brasil desarrollaba una concentración permanente desde dos meses antes en un paraje serrano en las afueras de Río, con la conducción casi militar del técnico Flavio Costa.

¿Otra prueba sobre lo afirmado? Recurro a lo que me expresó infinidad de veces Juan Alberto Schiaffino, citado por Tabárez: “en el partido ante Brasil nuestro equipo cometió solo 11 foul”.


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