¿Tabárez decidirá que Uruguay se aclimate en la altura durante 40 días llevando a la Selección Panamericana y otros jugadores, con Fabián Coito como entrenador?
Una nota profunda, con información sobre la altura y los diferentes procesos que desarrolló Uruguay desde el primer partido de la selección en La Paz en 1961. La única solución es permanecer más de 30 días “aclimatándose”. Lo hizo Argentina en 1973 con un equipo “fantasma”, de jóvenes desconocidos, a los que se sumaron cuatro figuras de primer nivel el último día. Ese proceso lo condujo Miguel Ignomiriello, técnico argentino muy ligado al Uruguay. Vive y tiene grandes amigos en Montevideo, como Hebert Revetria. Sin duda que si se le pidiera que se sumara al grupo orientado por Oscar Tabárez para esta emergencia, lo haría con gusto, y sería un gran colaborador de Fabían Coito y los demás integrantes del “proceso” que orienta Tabárez. Ganar en La Paz es posible si un grupo dee 22 jugadores, muchos de los cuales o todos, sean los que compitieron en el Panamericano, dirigidos por Coito, ayudados por la experiencia de Ignomiriello, sumándose el día del partido 4 estrellas, viajan 40 días antes a La Paz para acostumbrarse a vivir y jugar en la altura. Si se gana en La Paz se obtienen 6 puntos, ya que el último partido, también ante Bolivia en Montevideo, no sólo es más que accesible, porque si le quitamos en el arranque tres puntos, después de toda la eliminatoria, aquí llegarían eliminados.
Escribe: Atilio Garrido
En el fútbol mundial existen situaciones que resultan muy difíciles de explicar. Vamos a recurrir a dos ejemplos. Chile nunca pudo ganar un partido en Montevideo ante la selección celeste. ¡Y se enfrentan desde 1910! Por su parte, Uruguay no conoce las mieles de la victoria en La Paz. Claro, en este último caso, los “efectos de la altura” surgen como un elemento geográfico que –hasta el presente- ha sido imposible de superar.
LA PRIMERA VEZ QUE LOS URUGUAYOS ACTUARON EN “LA ALTURA” DE LA PAZ
En 1960 los uruguayos se presentaron por primera vez en la historia, en La Paz. Peñarol empató 1:1 ante el mismo Jorge Wilsterman -por la primera edición de la Copa Libertadores-, al que dos semanas antes, en Montevideo, le ganó 7:1 y William Martínez erró un penal. Al retornar, el Dr. Homero Benavídez, médico aurinegro, fue rotundo: “En La Paz no se puede jugar al fútbol”.
Al año siguiente la selección uruguaya se presentó en La Paz para enfrentar a Bolivia por las eliminatorias para el mundial de Chile 1962. En esa ocasión se tomaron algunas providencias. Viajó con anticipación el Dr. Roberto Masliah con la intención de planificar la actividad y… “comprar mascarillas para suministrar oxígeno a cinco jugadores a la vez, del mismo balón” (04/07/1961 “El Diario”). El médico antes de partir consultó con algunos jugadores de Peñarol que adquirieron experiencia. “Luis Cubilla expresó que nada sintió y que actuó como lo hubiera hecho en Montevideo” (art. cit.).
La delegación partió el viernes 7 de julio para jugar el sábado 15. La navegación aérea, en aquel tiempo, no tenía ni la frecuencia, ni la velocidad de los tiempos actuales. “Llegaron el sábado de tarde. Ese día y el domingo no realizaron ninguna actividad. El lunes iniciaron movimientos suaves con pelota, incrementando la intensidad hasta el día previo al partido”, escribió el caballero que fue, siempre recordado, Marcelino Pérez, enviado especial de “El Diario”. El partido se jugó en el antiguo estadio “Hernando Siles”. Uruguay empató de atrás con gol de Cubilla –quién repitió su gran actuación del año anterior- y el resultado fue recibido como frustración por los aficionados uruguayos. “Fue un esfuerzo sobre humano”, declaró el técnico Enrique Fernández. “Fue auténtico triunfo celeste este empate en La Paz”, tituló la portada de “El Diario” con la noticia del partido.
Desde entonces y a medida que la medicina deportiva fue avanzando junto con la evolución de la navegación aérea y el mayor dinero disponible de las Asociaciones de fútbol. La primera receta fue llegar dos días antes del partido. La siguiente en la jornada anterior y, finalmente, arribar en vuelo “chárter” pocas horas antes del cotejo. También –en el caso de Uruguay- experimentó una etapa de aclimatación de 21 días.
Todas estas “soluciones” con las que la Asociación Uruguaya de Fútbol y los técnicos de turnos buscaron contrarrestar “los efectos de la altura”, están reñidas con la única fórmula médica y científica que permite que un jugador del llano compite con posibilidades iguales a las de sus adversarios bolivianos, en los 3.600 metros de La Paz, según sea la zona de la ciudad donde se encuentre construido el estadio.
Investigadores de distintos países de América y Europa realizaron numerosos estudios respecto a la influencia de la altura en el deportista en general, y en el jugador de fútbol en particular. En la Universidad de Charcas, en Perú, y en La Paz, funcionan centros de fisiología de la altura, cuyas conclusiones se publican periódicamente.
¿QUÉ ES LA ALTURA?
Contra la creencia mayoritaria que existió en un momento, cabe señalar que la altura no mata a nadie. Eso sí, influye desfavorablemente en el rendimiento físico del deportistas. Pero, si se toman algunas medidas, esos efectos pueden controlarse con eficacia.
Es común escuchar que en zonas elevadas –La Paz, México D.F., Quito y Cuzco que rondan los 2.400 metros de altura- “falta el aire”. En realidad, la composición del aire es la misma cualquiera sea la altura del lugar. Lo que se modifica es la presión del oxígeno, menor a medida que aumenta la altura. El aire tiene menos humedad, es más seco; la temperatura es más baja y existe una gran diafanidad. Por esto último, los rayos ultravioletas del sol ejercen una acción más intensa.
LOS TEMORES DE LOS FUTBOLISTAS
Con el paso del tiempo y el aumento de la información a mano de cualquiera, cuando un jugador llega a La Paz, tiene la casi absoluta convicción de que no podrá jugar y que va a padecer innumerables problemas físicos. Esto, ante no ocurría. Marcelino Pérez escribió al llegar, en su crónica, que “Nuestros jugadores, apenas saltaron de la máquina aérea, todavía con la maravillosa visión del pico del Illimani vestido con sus blancos penachos invernales, fueron instalados en el ómnibus que esperaba junto a la escalera del avión. No tomaron conocimiento que estaba situados a 4.000 metros, en pleno Altiplano”. La nota se tituló: “Los celestes desconocían que estaban a 4.000 metros: buena medida psicológica para salvar la situación”.
Las declaraciones de Luis Cubilla reflejaron entonces una realidad y son válidas en la actualidad para señalar algo que es importante. La altura no ejerce la misma influencia sobre todos los individuos, sino que cada persona reacciona al medio ambiente de modo distinto.
Para evitar este primer impacto de tipo psicológico, el futbolista debe comprender que hay otros seres humanos como él que en ese sitio juegan al fútbol sin mayores problemas. Técnicos y dirigentes deber tratar de ponerlo en contacto con excompañeros que actúan en zonas de gran altura, sin molestias.
Cuando se viaja desde el llano hasta una altura de 3.000 o 4.000 metros, las primeras sensaciones desagradables se registran el día de la llegada: pesadez de cabeza, ligera somnolencia y falta de voluntad para moverse. En ocasiones, a estos síntomas se agrega el de la ansiedad, que se acentúa porque también se tiene dificultad para respirar, que aumenta al caminar con rapidez o al subir escaleras. Este inconveniente disminuye a partir del cuarto día y desaparecer a los diez.
Curiosamente, las molestias se presentan en dos momentos extremos del día: durante el sueño, cuando la actividad metabólica es mínima, y durante el ejercicio, cuando es amisma actividad alcanza picos máximos.
A partir del tercer día aparecen otros problemas: dificultad para conciliar el sueño, falta de apetito y evacuación intestinal retardada (constipación intestinal).
LA REACCIÓN DEL ORGANISMO A LA ALTURA
El organismo que sufre un “stress” responde a estos nuevos requerimientos provocados por la altura, con mecanismos de adaptación que, con el tiempo, permiten la aclimatación total a la altura.
El aparato respiratorio aumenta la frecuencia de sus movimientos, ya que el individuo experimenta “hambre” de oxígeno.
El corazón también aumenta su frecuencia (taquicardia). La presión arterial máxima disminuye un poco y se mantiene igual la presión arterial mínima, en tanto que la presión venosa se eleva bastante.
Mientras tantos, en la sangre aumentan los glóbulos rojos (poliglobulea), dado que son los encargados de distribuir el oxígeno a través de todo el organismo. También aumenta la hemoglobina, para producir una mayor capacidad transportadora de oxígeno. Como esta hemoglobina contiene hierro, al aumentar los glóbulos rojos se necesita más hemoglobina y más hierro. Por esa razón se movilizan los depósitos de hierro de los tejidos.
Asimismo, el contenido de miohemoglobina (que es el pigmento que contiene hierro en las células musculares) es mayor; de esta manera el músculo y todo el organismo aumentan su capacidad para utilizar el oxígeno.
En cuanto al riñón, disminuye su circulación. A esto se le llama isquemia renal y su consecuencia es que se orina menos. Durante las primeras semanas hay una ligera hipoglucemia, o sea una menor cantidad de azúcar en la sangre, debido a un mayor consumo de gluocosa.
El tiempo de recuperación, que en el llano es de un minuto, luego de efectuar veinte flexiones, en la altura se duplica.
Por la falta de apetito y demás molestias, durante la primera semana de permanencia en la altura el individuo pierde entre uno y dos kilos de peso.
Naturalmente, todos los efectos se acrecientan con la práctica del fútbol, pero cabe señalar que, en definitiva, son transitorios.
A LA ALTURA HAY QUE LLEVAR JUGADORES CON 4.500.000 GLOBULOS ROJOS O MÁS
Para contrarrestar la influencia de la altura, es aconsejable la preparación física y psíquica del futbolista. Para ello se hace imprescindible un estudio psico-físico del jugador y los análisis de rutina, en especial el recuento de los glóbulos rojos. Los médicos aconsejan no llevar a la altura a aquellos futbolistas que tienen menos de 4.500.000 globulos rojos.
Llegado el equipo de fútbol al sitio de la competencia, los primeros cuatro días se deben emplear en efectuar una adaptación gradual. Para ello, se prohibirá cualquier tipo de esfuerzos, por más leves que sean. No caminar ligero, no subir y bajar escaleras, aprender de los lugareños que siempre caminan despacio.
Tras esos primeros cuatro días, puede comenzarse con las prácticas de fútbol y entrenamientos de 30 minutos, dos veces por día, con largos períodos de reposo. A partir del décimo día, el trabajo ya puede ser normal.
El tratamiento médico tiene que consistir en la administración de vitaminas: complejo B, vitamina B 12, vitamina C, 2 gramos por día, más una adecuada ración de glucosa. No hay que fumar, ni beber alcohol. Ingerir pocos líquidos, especialmente en las comidas, y en cuanto a estas, deben ser cuatro por día y pequeñas porciones.
LA PELOTA VA MÁS RÁPIDO Y HAY QUE ACLIMATARSE POR LO MENOS 30 DÍAS
La recomendación de ingerir pocos líquidos, se debe a que la sequedad del aire produce deshidratación. Si se bebe mucho, se transpira más y, de hecho, esto se traduce en una pérdida superior de las sales de sodio y de potasio.
Conviene, entonces, beber solo agua mineral sin gas o jugos de frutas, todo esto con el agregado de sellos con mezclas de sodio y potasio para compensar con más rapidez la pérdida de estos elementos en el organismo.
Asimismo, es menester que en las prácticas al aire libre los futbolistas tengan cubierto el cuerpo, pues la exposición al sol durante mucho tiempo, por la ya citada mayor influencia de los rayos y ultravioletas, puede producir graves quemaduras en la piel.
La altura también ejerce influencia sobre la pelota. En zonas altas se nota que parece más liviana y, por lo tanto, los remates adquieren mayor ptoencia, la velocidad que alcanza es superior, siempre con tendencia a elevarse. Todo esto, como consecuencia de la mayor liviandad del aire. Por lo tanto el futbolista debe adecuar la posición de su cuerpo cuando va a rematar o a hacer un pase, tratando de evitar que la pelota se eleve en demasía.
El mejor y único sistema para lograr la adaptación de un grupo de futbolistas a la altura es el gradual, lento, llegando a la altura por lo menos con cuatro semanas de adaptación. Lo mínimo que puede utilizarse para una aclimatación, son 30 días y no 21, como se realizó durante la etapa en que a la selección la dirigió Daniel Passarella. De todas formas, esos 21 días fueron provechosos porque Uruguay logró un empate de enorme importancia al final de la eliminatoria.
LA EXISTOSA EXPERIENCIA ARGENTINA CON MIGUEL IGNOMIRIELLO
Este sistema, que es el único que pone a los jugadores que se van a enfrentar en igualdad de condiciones, lo realizó en las eliminatorias de 1973 la selección de Argentina dirigida por Omar Sívori. Eliminada del mundial de 1970, no podían sufrir otro fracaso. El grupo le marcaba jugar ante Bolivia y Paraguay, dirigidos por el uruguayo Washington “El Pulpa” Etchamendi. Sívori, on su ayudante, Miguel Ignomiriello, diseñaron un plan.
Realizar estudios de glóbulos rojos a un grupo de jugadores jóvenes, poco conocidos, que venían apuntando en los clubes de primera división como para ser estrellas. Uno de ellos era Mario Alberto Kempes, desconocido y con apenas 19 años. Entre los otros que luego serían famosos figuraban Ruben Glaría, Marcelo Trobbiani, Ruben Galván, Aldo Pedro Poy, Ricardo Bochini –también con 19 años, además de un ignoto puntero derecho de Velez Sarsfield que nunca más trascendió pero que fue héroe por un día: Oscar Fornari.
Escogido el grupo y puesto en manos de un docente como Ignomieriello, viajaron primero a Tilcara, en el centro de la Quebrada de Humacuaca, en Jujuy, a 2.465 metros de altura. Allí comenzaron con el trabajo descripto en la segunda semana de agosto de 1973, apuntando al partido del 23 de setiembre en el estadio Hernando Siles de La Paz. Cumplidas las primeras semanas, viajaron a La Paz. El día antes del partido llegaron el DT Omar Sívori, el golero Daniel Carnevali, el zaguero Bargas de Chacarita Jr, el centre-half la “Oveja” Telch y el atacante Ruben “Ratón” Ayala. Los argentinos jugaron de igual a igual, corrieron a la par de los bolivianos, y Oscar Fornari, en “palomita” anotó el gol del triunfo que redundaría en la clasificación argentina para Alemania 1974.
Ese equipo entró en la historia como “La Selección Fantasma”. ¿Por qué? Lo cuenta Kempes en su libro auto biográfico: La AFA se olvidó de nosotros y la pasamos realmente mal. Estábamos en un hotel de mala muerte y no teníamos ni para comer. Teníamos pactados dos amistosos y terminamos haciendo seis o siete a cambio de dinero. Así comprábamos las cosas en un supermercado y alguno hacía la comida. Volví con 7 u 8 kilos menos”.
ES NECESARIO REPETIR ESTE PLAN DE ARGENTINA PARA GANAR AHORA EN LA PAZ
Recuerdo que cuando terminó el partido en La Paz con un empate sin goles entre Uruguay y Bolivia, después de una “aclimatación” de 20 días, el preparador físico de Passarella, el Prof. Kohen, en el aeropuerto, me expresó: “este punto que sacamos nos va a dar la clasificación”. Y así fue…
Uruguay debutará el 4 de octubre en La Paz ante Bolivia. Los técnicos Oscar Tabárez y Mario Rebollo no podrán asistir a sus tareas por la suspensión que se les aplicó. Tampoco podrán estar Suárez y Cavani. ¿Qué hacer? Nadie puede dudar que esos tres puntos son vitales. Decisivos. Si Uruguay se asegura el triunfo ante los bolivianos en el debut y lo repite en el último partido cuando –presumiblemente- Bolivia no tenga chance, arranca con 6 puntos en el bolsillo.
Sabemos que Tabárez y su grupo de asesores está pensando en las acciones para encarar estos dos primeros partidos, ante Bolivia y Colombia. Tenemos entendido que en su mente giran muchas ideas antes de adoptar la definición. Las piensa todas.
Se agrega un elemento más. Uruguay dispone de un plantel de jugadores jóvenes, que acaban de lograr un resonante éxito en los Juegos Panamericanos, dirigido por un hombre del riñón de Tabárez como lo es Fabían Coito. Además de otros jugadores que han pasado por el “proceso” de la selección y que pueden ser tenidos en cuenta. También es valioso el aporte del Dr. Barboza, que estuvo con Pasarella en la anterior experiencia de La Paz de 21 días y tiene evaluaciones.
Tabárez y sus asesores conocen todo lo escrito en el comienzo de esta nota y saben que si logran llevar un equipo cuatro semanas a La Paz para adaptarse, sumando dos o tres estrellas a último momento (el capitán Godín, Arévalo Ríos y un atacante, como hizo Argentina en 1973) la chance de pelear los tres puntos aumenta.
Hay que tener en cuenta un elemento más al que se puede recurrir. Miguel Ignomiriello, que fue quién condujo todo aquel proceso, no solamente vive y está en plenas facultades mentales, sino que es un gran amigo de los uruguayos a raíz de su actuación en Nacional donde formó grandes juagadores y mejores personas (Darío Pereyra, Juan Ramón Carrasco, Hebert Revetria, José María Muníz, Ricardo Pagola y tantos otros). Además -y esto es muy importante- está en contacto permanente con Montevideo, viene muy seguido y mantiene gran amistad con Hebert Revetria -vinculado al fútbol y a la selección ya que viaja permanentemente con el equipo de Tabárez. No dudo que si se le pide una mano a Ignomiriello, él mismo puede integrarse para colaborar con Fabían Coito y la gente del “proceso” Tabárez. En el tema de la altura las cosas no han variado. No ocurre como en otros aspectos de la vida. Ignomiriello tiene una gran experiencia porque “ya lo hizo” y sería muy valioso aprovecharla.
A nuestro juicio, están dada las condiciones para que se tome la decisión de realizar una aclimatación extensa, similar a la de Argentina en 1973, porque el calendario lo permite. Hay que elegir los jugadores que bien pueden ser los del Panamericano más otros, tomarles las muestras de sangre y planificar todo debidamente para que se llegue a La Paz a mediados de agosto.
Por otra parte, si se adopta esta tesitura, se va a afectar la mentalidad de los bolivianos. Ellos saben como jugar ante futbolistas que no están aclimatados. Asimismo, convivir en la misma La Paz, como se hizo cuando estaba Passarella, le permitirá a los jugadores durante ese extenso lapso, también ellos ir adaptándose a la vida de esa ciudad tan diferente. Y luego, cuando lleguen las estrellas (Godín y los que el entrenador disponga) van a recibir en la cancha “el aire” que a los otros, ya aclimatados, les va a sobrar. Los tres puntos en juego son vitales para clasificar. De acuerdo a nuestras noticias, todo se inclina para que se proceda de la forma que lo hemos esbozado…