Sorprende el derrumbe del equipo cuando toma un gol
Escribe: Atilio Garrido / Foto: Fernando González (enviados a Mendoza).
No hay que dramatizar por esta caída ante Argentina. Lo señalé clara y terminantemente en el comentario previo cuando brindé todos los indicios por los cuales no “veía” ninguna posibilidad para que el equipo compatriota llegara al triunfo.
La realidad la vaticinamos. Una Argentina en línea ascendente confirmó ese estado de ánimo con una gran actuación de Messi en el segundo tiempo y una goleada que lo catapulta a la cima. Un Uruguay con una ruta descendente ratificó, también, que no hubo posibilidad para la anhelada recuperación.
Insisto. No preocupa perder con Argentina. Puede decirse que es “normal” que ello ocurra jugando de visita. En más de medio siglo –al fin y al cabo–, la celeste solo obtuvo dos triunfos. Uno en 1948 y el otro en 1987. Así que la derrota estaba dentro de lo previsto y muy posible. El problema es ¿cómo se perdió?
A pesar del mejor juego de Argentina el equipo oriental se fue ingeniendo para ir maniobrando el partido y conservar el cero. Pero fue recibir el gol en contra y la oncena se desplomó en forma total. Mentalmente el equipo no tuvo reacción. ¡Se cayó y no se levantó! Y lo que es peor, no mostró atisbos siquiera de intentar una recuperación.
Este es el gran problema a superar porque no es algo nuevo en este grupo. Hoy, en Mendoza, repitió con papel carbónico lo que ocurrido en Barranquilla. En el Caribe la culpa la llevó el calor “infernal”. Puede ser. Pero en Mendoza la temperatura fue más que agradable para jugar al fútbol.
El exitoso y glorioso proceso que lideró Oscar Tabárez desde el banco de suplentes y que tuvo como abanderados y líderes a los dos Diego dentro del campo –Lugano y Forlán–, creemos que llegó a un punto culminante. Se encuentra en ese gran momento donde las decisiones a tomar tienen que apuntar a producir el gran cambio, el revulsivo que transforme este oscuro panorama.
¿Cómo se logra provocar esa reacción? Los que hace, como en mi caso, 44 años que estamos viviendo el fútbol desde sus entrañas en esta función de analizar realidades, hemos visto situaciones parecidas en el pasado. Esto no es nuevo. Deben encerrarse los técnicos y los jugadores, hablar con claridad, decirse las cosas que es probable que hasta hoy callaron, para que se produzca esa oportuna reacción que nos permita el milagro y la hazaña de ganar en Bolivia.
Confiamos en Oscar Tabárez, en su capacidad docente y en su condición analítica para que, con esos argumentos, se anime a intentar pegar el oportuno golpe de timón que transforme la realidad. En la conferencia de prensa se le notó abatido y, principalmente, muy preocupado. En sus manos y en su capacidad de estudio conjunto con los jugadores del panorama actual, está la posibilidad de encontrar la salida.
No me preocupan esas críticas que surgen ahora, en el momento difícil de la caída, de aquellos que argumentan que Uruguay no tiene la pelota; que carece de trabajo y que le falta estrategia. Como siempre me confesó el Prof. De León, el fútbol uruguayo tiene que saber ser “más con menos”. Es decir, conocer nuestra realidad y nuestras deficiencias, para utilizarlas en beneficio de lograr los objetivos. El gran equipo exitoso que construyó Tabárez con sus abanderados, no se caracterizó por tener la pelota más que sus rivales. ¡Para nada! Siempre la tuvo menos. Pero… ¡cuando la conquistaba y disponía de ella en su poder, la administraba magistralmente y lastimaba al adversario! ¡Generaba muchas situaciones de gol, casi en catarata y generalmente de contragolpe!
Deseamos, anhelamos y creemos que se puede ganar en Bolivia. Para que ello sea posible, será necesario que el domingo y el lunes en Santa Cruz de la Sierra, se produzca esa impostergable reacción de todos los que integran el grupo, para sacar las castañas del fuego. Los resultados de los adversarios nos siguen dando una mano. Tanta suerte no la podemos desperdiciar. ¡Ganar en Bolivia es la consigna! ¡Y se puede!