Sólo uno
Álvaro Gutiérrez declara el viernes 7 de noviembre pasado, en un programa matutino radial, respondiendo a una pregunta sobre la actuación del árbitro que le tocó en suerte en su último partido; y responde:”¿Quién soy yo para juzgar o comentar la actuación de un árbitro?”.
Ya he escrito de sus meritos deportivos en otra nota y ahora le agrega, la mesura y equilibrio en sus declaraciones.
Muchas veces se ha escuchado preguntar al aire, si es radio ó en vivo si es en TV a algún futbolista sobre qué opina sobre su actual entrenador, poniendo al futbolista en una situación en que la respuesta siempre será con un juzgamiento de notable para arriba, porque sería una “sentencia de muerte” una respuesta con sombras de dudas.
Ante cualquier partido común o en una final se les ha consultado a los protagonistas del espectáculo a realizarse;” ¿cómo se encuentran para hoy?”; siendo que si la respuesta es; “mal ¿cómo vamos a estar?, no estaría enmarcada en lo que se busca como respuesta, que es siempre muy fácil de deducir. Nunca tan positiva como lo expresa alguien que me vio nacer como Julio Toyos; que generalmente ante un cómo estás; responde:”tengo miedo de estar mejor”.
Hoy ante un gol concretado, se ha hecho costumbre tanto para la instantánea como para la imagen que la misma es del entrenador que lo recibe, generalmente, con su tristeza a cuentas o su enojo.
Las imágenes televisivas y fotos del alejamiento de Jorge Fossati fueron muchas más que las de Álvaro Gutiérrez, las que se expusieron, cuando el que triunfa debería ser mayoría tanto en diario o TV.
El mundo está así hoy en día; (o al decir del periodista Jorge Traverso cuando finalizaba sus informativos con su frase que lo caracterizó; “Así está el mundo, amigos”), y encontrar una respuesta como la de Gutiérrez al principio de esta nota, no es muy común.
Que haya sido un entrenador que lo exprese es motivo de satisfacción personal porque nuestra tarea no es fácil de llevar adelante. El equilibrio emocional hace muchas veces, “soltarse la cadena”, y la mayoría de las veces es mucho mejor no responder o poner en su respuesta la altura demostrada por Gutiérrez; porque es muy clara la situación de tensión vivida por un entrenador (y creo que este sentimiento expresado por mi es porque vivo esa tensión en forma permanente, por eso mi comprensión, que puede ser que en otros espectros no esté).
El partido clásico fue observado por unos 55 mil dentro del Coloso de cemento, donde todos disfrutaron o sufrieron según las situaciones, otros pudieron llevar el fruto de su trabajo a sus casas; ya sea desde vendedores, pasando por policías, porteros, cuida coches e “inda mais”. El periodismo pudo hacer su tarea para el medio que correspondiera, los futbolistas luego de haber dejado todo dentro del campo con sus reacciones diferentes por lo acontecido dejaron el Estadio Centenario con situaciones de alegría o tristeza según lo vivido pero volviendo al otro día a sus tareas profesionales; pero UNO SOLO de los 55 mil quedó sin trabajo; Jorge Fossati.
Podemos decir “que es ley de juego” y todo entrenador lo tiene claro, porque sabemos que estamos expuestos, pero que se sufre se sufre.
Por eso va desde aquí la comprensión no solo para el sino para cualquier entrenador que honestamente pone todo para el triunfo de su equipo y la recompensa no llega de la manera que uno quisiera, pero la revancha propia está en reiniciar el camino buscando el horizonte de triunfos que deseamos, cuando alguien confié nuevamente en que la grafica de éxitos respalda el camino. Y el seno de la familia es el refugio que hace retomar fuerzas a cualquier entrenador, que siente como si tuviera “un elefante parado en cada hombro”, luego de las decisiones tomadas y el “guinche” que los quita son la confianza y auto estima de uno mismo; pero el apoyo de tu entorno intimo es lo principal. Porque aunque parezca mentira; somos seres humanos.
Sabemos que uno solo gana, pero lo que pasa por dentro del que pierde es un peso difícil de sobrellevar; pero Jorge que tiene los brazos cansados de levantar copas, hizo un paréntesis en su gloria; que la tiene; y esa no se la quita nadie.