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Servando Vecino, de la cancha al padre de Thiago, orgullo Nacional: “Cuando entró en el clásico me emocioné, está donde soñó”

Servando Vecino, “Carita” en tiempos del delantero aguerrido de Cerro, Campeón Uruguayo en Defensor 1987, antes del salto a Chile y Ecuador, es el padre de Thiago, el fantástico delantero de Nacional.




Servando y Thiago Vecino, padre e hijo, una familia a todo gol…


29 septiembre, 2019
Primera

Servando Vecino, “Carita” en los tiempos del delantero aguerrido de Cerro, Campeón Uruguayo en Defensor 1987, antes del salto a Chile y Ecuador, es el padre de Thiago, el fantástico delantero de Nacional que a los 20 años pinta para grande. El orgullo familiar, la gran fortaleza y el despegue de su hijo: “Thiago tiene pasión por Nacional desde chiquito, lleva once años y medio en el club. Cuando entró en el clásico me emocioné por cómo lo recibió la gente. Fue impresionante. Está donde soñó”. El vértigo de estos tiempos y la serenidad: “hay que ir despacio, lo importante es jugar y hacer la escalera para subir en el fútbol. “El 9 goleador de formativas a primera. “Siempre tuvo impronta para el gol, es agresivo, potente”.

“Este momento es lindísimo porque estuvimos junto a mi Señora, Elena, en todo el proceso. Nosotros somos nacidos en el Cerro, del barrio, de Camino Cibils y la Paloma, ella de Pernambuco, a una cuadra. Hoy estamos en Jacinto Vera. Toda la vida me acompañó. Es muy futbolera. Le hubiera gustado tener un hermano futbolista, fue el marido y ahora el hijo. Thiago comparte todo con la madre” cuenta Servando Vecino, hoy a los 55 años, de aquel “Carita”, el 9 aguerrido a puro coraje del albiceleste de la Villa a Defensor Campeón Uruguayo 1987, después a Chile y Ecuador.

“LLEVA ONCE AÑOS Y MEDIO EN EL CLUB, EL CORAZON DE THIAGO ES DE NACIONAL”

-¿Cómo surgió la historia de Thiago en Nacional?

“Los hijos de mi hermano jugaban en un cuadro de baby fútbol y entonces íbamos a ver mis sobrinos. Thiago al año y medio quería ir a Nacional. En ese momento el padre del Chino (Recoba) me dijo habla con fulano y lo llevé. Iba a cumplir 9 años. Lleva once y medio en el club. Cuando sos hinchas es diferente. Siempre lo vivió así. Lo llevaba a las prácticas del plantel de primera se sacó fotos con todos, en la Selección de Fossati con Forlán, con Juan Ramón Carrasco, el Hugo (De León) en el ’98. El corazón de Thiago es de Nacional, desde niño, como todos en casa. En mi caso de Cerro y Nacional. Lo acompañamos en todo el camino de juveniles. Yo no hice formativas en el fútbol, fui a la tercera y enseguida a primera. En 2003 hice el curso de entrenador pero no sentí ganas de asumir”.

-¿Qué sentís hoy en este arranque espectacular?

-“Enorme orgullo.  En juveniles mostraba condiciones. Siempre fue tranquilo, aplicado, con pasión por Nacional. Su formación en el club fue buena y pasó por varias etapas. Lo llevaba al Parque, en ómnibus a Los Céspedes. Se sintió muy seguro, muy compañero y de gran relación con su madre, muy apegado a la familia. En estos tiempos llegar a tu casa y ver a los padres –unidos es muy importante. Sentís otra seguridad, la mochila es distinta”.

-Lo fortaleció.

“Claro, eso te va ayudando. Estuvo en el proceso de la Selección Sub 20 y quedó afuera. Fue uno de los goleadores. Hizo la pretemporada con Martín Lasarte en 2017, con Cacique Medina también, después Domínguez (Eduardo) lo bajó a tercera. En ese momento Nacional no lo había impulsado y entonces era difícil. Se preparó para la gran posibilidad. Como jugué, tengo la oportunidad de hablar con él de estas cuestiones. Es muy profesional. Tiene a su novia hace seis años, una piba sensacional, son cosas que te ayudan en todo sentido. Se adaptó muy bien porque lo asumió como algo natural. Estaba conectado con ese hábito. No es como un muchacho que va conociendo un nuevo mundo”.

“ESTÁ DONDE SOÑÓ”

-¿Qué te generó verlo en el clásico cuando jugando con la naturalidad de un grande?

-“Cuando entró en el clásico me emocioné porque la gente lo recibió con aplausos. No había jugado, más allá del debut contra River Plate. Semejante respaldo me hizo sentir en forma increíble. En ese momento el Estadio parecía caerse arriba. Está donde soñó. Siempre hizo goles y me comentó que se sintió muy tranquilo”.

-Ahora no para de convertir ¿Lo asimiló más rápido de lo que imaginabas?

-“Lo veo muy bien, equilibrado. Esto es paso a paso. Hay que hacer un proceso con los jóvenes. Lo importante es jugar y hacer la escalera para subir en el fútbol. Está jugando en el club que soñó. ¿Por qué postergar esta felicidad? Hablamos de la gente que lo vio criarse. A veces hay mucho apuro y se pasa de las alegrías a las frustraciones”.

-Llegar no es fácil…

-“Seguro, hay que estabilizarse. Uno estuvo adentro y conoce”.

-¿Qué entrenadores de juveniles fueron importantes en su camino?

“Rudy Rodríguez, Dardo Pérez, Tabaré Alonso, Sebastián Taramasco en la Coordinación, todos aportaron mucho a Thiago. Cuando Domínguez (Eduardo) lo bajó a tercera estaba Martín Ligüera que fue un espaldarazo importante. Contribuyeron al nivel de crecimiento tanto como los valores, el respaldo y el cariño familiar. Lo fortalecieron para superar ese tropezón de salir de primera, como los cocineros y los muchachos grandes del plantel. En el fútbol cuando pasas raya hay más tristeza y como te decía anteriormente llegar a tu casa y ver a la familia es como un plus. Compartir con tus amigos de inferiores es único y los sentimientos incomparables. Con el diario del lunes es más fácil tomar decisiones”.

“TIENE MUCHA IMPRONTA PARA EL GOL, INSTINTO GOLEADOR”

-¿Cómo lo describís teniendo en cuenta tu conocimiento del puesto?

-“Siempre jugó de nueve. Tiene mucha impronta para el gol. La pelota le quedaba ahí. Cuenta con ese instinto goleador. Va mejorando mucho los movimientos. Me decía ‘no quiero ser un nueve de área, quiero aprender a jugar a salir si no te llega la pelota’. Le gusta colaborar, provocar un movimiento para dejar el espacio libre. Técnicamente es bueno, no rápido, sí agresivo, potente. Analiza la toma de decisiones, cuando se equivocaba conversábamos, escucha, todo el mundo te deja algo. Yo jugaba con el corazón, así era el 9 de antes, le comentaba movete, no juegues como papá… Cuando jugábamos nosotros las canchas estaban hecha pedazos, era de punta y para arriba, No había cámaras, andá a quejarte… era dar y recibir. Hoy es la intensidad, velocidad, tenencia…”.

-La “bajada” en el Franzini…

-“Claro, te acordas… Yo me bajaba en Magallanes y Gonzalo Ramírez, en el 137 y caminaba rumbo al Franzini o me arrimaba alguien, en Huracán del Paso de la Arena a caballo como Leo Fernández en Cerro. Era otro tiempo. Se jugaba a nivel de barrio siendo profesional. Tuve la suerte de ver a monstruos del fútbol como Waldemar Victorino, José Rosauro Cabrera, Campeones de América y del Mundo, Juan Carlos Paz, Carlos De León, Sapo Fernández, Julio Rodríguez, Seco Rodríguez, Escobal, Miguel Montaño que jugaba en Nacional y la Selección Juvenil. Hoy sería impensado”.

-Fuiste Campeón Uruguayo en Defensor 1987. ¿Qué recuerdos tenes?

-“Nos dirigió Raúl Möller, el Profe Tchakidjian y Edgardo Martirena. Se lesionó Fernando Ferreira en el peroné, tenía a Aldo Azzinari adelante. Jugaba en tercera con el Pásula Martínez. El equipo no arrancó bien en la primera parte del Competencia y nos tiraron a él y a mí a la cancha. Había un plantel impresionante: Tuja, Aguirregaray, Eliseo Rivero, Silva Cantera, Miranda, Martínez, Carlos Larrañaga que falleció, Miguel Falero, Osvaldo Streccia, Raúl Pereira, aparecía Guillermo Almada. Julio Modernell, arquero suplente, Arbiza. Hicimos un campañón. Le ganamos a Peñarol 1:0 en el Franzini y a Nacional 1:0 con golazo de Gerardo Miranda.  Salíamos a calentar antes de los partidos a la calle por los canteros. Se lo digo a Thiago. Me gusta andar en bicicleta, este año estaba por la zona y entraba la hinchada de Peñarol al Franzini. Pensar que cuando jugábamos era lo más normal, te gritaban algo y no pasaba de ahí, era una salsa bárbara, como con Cerro llegando en los camiones… River y Liverpool jugaron una final en los 60 con 13.000 personas. Basañez y Huracán en la B, fue impresionante. ¡Qué divino era llegar así a la cancha!”.

Servando Vecino de la película del fútbol al presente. “Tengo una camioneta y hago reparto de perfumes, tres o cuatro veces, cobranza para unos amigos en la calle y acompaño a Thiago”. Hoy a los 55 años, con el recuerdo eterno de su trayectoria como futbolista. Al ataque de  Cerro 1984, Huracán del  Paso de la Arena, Defensor, siete meses a Chile en La Serena, Racing, Aucas,  Ecuador, Wanderers de Valparaíso. Historias y anécdotas de fútbol: “En Independiente Medellín no pude firmar. Jugaba el chileno Letelier, se quería ir”. Volvió a Uruguay a a Progreso, Fernández Vial de Chile, Palermo de Rocha, Selección de Rocha, en Cerro con Fernando Rodríguez Riolfo y Gerardo Pelusso, Danubio 96, Sud América, Fénix, Río Negro de San José y Juanicó. “En el 96’ iba seguido a Nacional porque acompañaba al Chino Recoba. Estaban Miguel Puppo y luego el Chino Salva”.

Servando Vecino, el ex jugador, el 9, el padre de Thiago, el gol tricolor.

“Siempre jugó de nueve, tiene mucha impronta para el gol”, Servando y la definición sobre Thiago.


Etiquetas: Nacional