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Sergio Blanco “se llevó las llaves” del premio de Navidad; otra vez bohemio y goleador del Apertura




Sergio Blanco volvió al equipo que lo lanzó a la fama y se coronó goleador del Apertura. Una feliz navidad para "Chapita".


17 diciembre, 2013
Fútbol Uruguayo Primera

Sergio Blanco volvió al equipo que lo lanzó a la fama y se coronó goleador del Apertura. Una feliz navidad para "Chapita".

Sergio Blanco volvió al equipo que lo lanzó a la fama y se coronó goleador del Apertura. Una feliz navidad para “Chapita”.

-Cuando quedé libre, esperé a que Wanderers me llamara. No lo hacía. Entonces me llamó un dirigente para decirme que Wanderers era mi casa.

-Si es mi casa, dame la llave -le dije.

Entró a su casa y batió todos los record de goles en pocos partidos, sumados a los cuatro a El Tanque en la última fecha. Ahora Sergio “Chapita” Blanco tiene unos cuantos record más para batir en Wanderers, porque está cuarto goleador de la historia del club a quince goles del primero, gran estímulo, además de jugar en su casa. Sin embargo, otras posibilidades de futuro podrían tentarlo. Después de tanto título ganado tiene 31 años. “Acá te cuestionan por tener 31 cuando en todos lado con 32 o 33 hacés el mejor pase de tu vida“.

LA “VERGÜENZA” DE QUE LO COMPAREN CON GUILLERMO BARROS SCHELOTTO

-Tengo entendido, Sergio, que “Chapa” es un honor que te hizo un entrenador de Wanderers al compararte con Guillermo Barros Schelotto…

-Sí, fue el “Chifle” Barrios que me lo puso, en 2003, porque decía que yo jugaba parecido al Melli y me dijo: “Vas a ser mi Capitán y vas a jugar con el número 7“, pero a mí me cayó muy mal, me molestaba mucho, no quería que me llamaran así, me enojaba, porque me daba vergüenza: yo estoy muy lejos, me sentía muy lejos y me sigo sintiendo muy lejos de ser un crack de las dimensiones del Melli. Trancé en lo de Capitán pero le dije al “Chifle” que mi número era el 11. Teníamos una banda con Damián Charrutti, Rodrigo Bengua, Favio Pereira, Seba Eguren, Diego Bonilla, Juan Manuel Martínez, Diego Irigoyen, a la que después se sumaron otros que ya andaban en Primera como los Ramírez, Machado, Nanni, Dadomo y otros, que nos tocó salir campeones en cuarta B, subir a la A (que nos subió Daniel Carreño), entrar a la Copa, que fue una etapa muy linda de un grupo que se hizo muy fuerte y entre nosotros nos gritábamos para agrandarnos: “¡Rodrigón!”, “¡Fabión!”, “¡Diegón!”, “¡Sergión!” (ahora, si alguien me dice “Sergio” en la calle, me cuesta darme cuenta que es a mí, lo más probable que no me de vuelta), pero “Chapa” por el Melli era demasiado. Entonces empezaron a decirme que me decían “Chapa” por calentón, por aquello de “caliente como chapa de lata”. Entonces lo acepté; ahí sí me sentía identificado. Cuando jugué en Argentina, los periodistas me preguntaban por qué me decían “Chapa” y siempre dije que por calentón. No fuera cosa que me fuera a cruzar con el Melli por la calle y tuviera que explicarle eso.

-¿Te pasó de cruzarte con Guillermo Barros Schelotto?

-No, no lo conozco personalmente, no tuve la suerte.

En rigor no es vergüenza lo que siente, es un orgullo que lo intimida.

DE LA TEJA A LA CHINA

Sergio Blanco jugó en México, en Entre Ríos y hasta en la China. Llegó a jugar en el Shangái Shenhua cuando lo dirigía Osvaldo Giménez, pero todo empezó en los babys de Los Magos, en La Teja.

-Hice todo el baby en Los Magos y en los últimos dos años me fui al Carlitos Prado. El último año con el Carlitos Prado salimos campeones. Éramos una bandita de amigos. Todavía nos juntamos cada tanto a recordar Las Cruzadas al Río de la Plata, que fueron mis primeros viajes del fútbol. Tengo algún recuerdo de mi madre gritando algún mío, jugaba adelante. Cuando fui a la práctica de aspirantes a séptima en Wanderers éramos un millón de gurises. Me eligió el “Negro” Millán y ya seguí con él en séptima, después me dirigió Julio Montalena, después Angel Varela, que fue con el que estuve casi todas las inferiores y me hizo debutar en Primera. En Wanderers salimos campeones en Séptima, en Quinta y en Cuarta. En Séptima jugué de lateral y me rotaba de volante con Charrutti, que los dos éramos delanteros, así que era un equipo bastante ofensivo, pero después ya jugué adelante con Rodrigo Bengua y fue cuando más goles hicimos.

Debuté en Primera a los dieciséis años. Jugué en Quinta un sábado y Varela me dijo que al día siguiente iba a comer en la sede e iba a estar en el banco de Primera y en ese partido me hizo entrar un rato para el mejor de mis recuerdos. Era una última fecha. Después volví a Quinta porque Angel no quedó de técnico. Dos torneos después, Rodríguez Riolfo agarró en la cuarta fecha y me subió y quedé de titular, tuve la suerte de hacer goles.

Los hizo por el mundo (de Wanderers al América (México), del América a San Luis (México), volvió a Wanderers (Goleador del Fútbol Uruguayo, 2005), después Dorados (México), volvió a Wanderers (Goleador del Clausura), se fue al Shangái Shenhua (China), volvió, pasó por Nacional, De Nacional al Querétaro (México), del Querétaro al Necaxa (México), seis meses a Wanderers, un año a Patronato y ahora Wanderers). La primera vez que salió tenía veinte años. “Yo me perdía en La Teja, que era lo único que conocía. Así que te imaginás cuando me fui al DF, una ciudad con treinta millones de habitantes donde no podés caminar, a la hora pico te desespera, estaba solo y fue un cambio muy fuerte, pero tuve la suerte de que estaba allá Sebastián Abreu, con Charo, con Pao y con Vale y la llevé mucho mejor.

Y en China… ¿cómo te fue?

-Me fui a China en un momento muy lindo, con muchos nervios (recién había sido Papá, Joaco tenía tres meses), pero encontré una ciudad divina, Shangái me enamoró. La mejor ciudad en que viví. Además fui con un grupo de uruguayos, estaba Petete Correa, Diego Alonso, el técnico era Osvaldo Giménez, el profe Balbi. Se me hizo muy fácil la adaptación a una ciudad espectacular, una cultura milenaria: en un lugar de la ciudad tenés un templo de miles de años y enfrente la torre más alta del mundo que la levantaron hace tres meses (en cuatro meses te levantan un edificio de cien pisos).

-¿Nacional?

-El sueño que tuve desde chico y lo pude cumplir, estar en Nacional, salir Campeón con Nacional, sentirme protagonista, sentirme figura, hacer goles clásicos, una etapa que disfruté mucho.

-Volver a Wanderers para Sergio Blanco ha de ser como para Guillermo Barros Schelotto volver a Boca… ¿cómo te encontrás?

-Muy bien, aunque me costó porque estuve un tiempo entrenando solo y no me llamaban. Al final, me llamaron, me dijeron que Wanderers era mi casa, pero yo les dije que entonces me dieran la llave porque yo no puedo entrar pateando la puerta. Cuando me la dieron volví con un nombre a un club tan importante para uno, que es una responsabilidad grande y yo venía de tres meses sin tocar una pelota, aunque estaba bien físicamente. Entonces llegar a un club que espera tanto de vos, a un hincha que te tiene tanto cariño. No podía fallarle, era una mochila. Me jugaba una historia. Aunque en la última temporada había hecho cinco goles, había ese ambiente que hay en Uruguay de que con 31 años parece que sos viejo cuando en todas partes con 32-33 años estás firmando el mejor contrato de tu carrera. Era difícil, por eso lo disfruto más. Había una parte de la institución a la que había que demostrarle de vuelta, porque no se acordaba. Me sentía muy mirado por gente que estaba esperando que no me fuera bien, para caerme. Estoy disfrutando tanto este momento por la gente que sí me quería. Creo que esta vez me dieron la llave de mi casa para que me la lleve, que si me tengo que ir, me voy con la llave. Son sensaciones que te quedan. Es la misma que me quedó cuando me fui de Nacional. Estoy muy agradecido porque en Wanderers hay gente que lo recuerda a uno y que en cada partido que jugás estás haciendo historia, haciendo cuatro goles, pasando al cuarto goleador del club, a quince goles del goleador máximo.

-¿Cuál es tu perspectiva actual?

-Tomarme unos días. Empezar con el Profe a entrenar y el 6 de enero presentarme, pero oír también ofertas, porque esta carrera es corta y puede haber alguna otra posibilidad que me favorezca en lo deportivo, en lo económico y en lo familiar.

"Chapita" orgulloso posa con el balón con el que le convirtió cuatro goles a El Tanque Sisley.

“Chapita” orgulloso posa con el balón firmado por todos sus compañeros, con el que le convirtió cuatro goles a El Tanque Sisley.