Señores de pie, juega Leandro
Cuando uno va a comenzar a escribir una editorial y se le vienen muchas frases a la mente, tantos adjetivos para definir a alguien pero todos dan la sensación de que no alcanzan, es porque seguramente a la persona que intentamos describir, está por encima de la media.
Sé que muchos hasta se podrán enojar con lo que voy a escribir, pero quiero aclarar que tengo 31 años y hace 11 que trabajo en el periodismo de basquetbol. En estos años a nivel local, siempre el mismo jugador ha sido el encargado de robar tantos adjetivos positivos. Es verdad que Mazzarino ha jugado en Italia y que Batista tampoco ha estado en nuestra Liga y es por eso que el encargado de marcar una época en nuestra Liga ha sido Leandro García Morales.
Arranco con los números, que ni cerca están de describir lo que ha hecho, pero sirven para ilustrar. A nivel local, jugó 3 veces la Liga, siempre fue campeón y en todas las oportunidades fue votado como el mejor jugador. En el partido definitorio de esta serie ante Defensor Sporting y cuando su equipo tenía un extranjero menos por la expulsión de Smith, estableció record de puntos en una final (36) y de libres convertidos y lanzados (25 de 25). Yo sé que son números fríos, pero también sé que no cualquiera puede tenerlos.
Sus primeros dos títulos se dieron en Biguá, con planteles conformados para ser campeón, pero en esos equipos plagados de grandes jugadores, él siempre se destacó. Llegó a Aguada con el gran objetivo de ser protagonista, pero nunca con el traje de candidato; ese traje que tan bien le caía y que fue fabricando en la etapa final.
Por Aguada a los largo de estos 36 años y 4 meses sin ser campeón pasaron todos los mejores jugadores. Tuvo en sus planteles al “Tato” López, Wilfredo Ruiz, Marcelo Capalbo, “Fonsi” Núñez y ninguno pudo lograr la 8ª estrella. Siempre esos monstruos fueron rodeados por planteles pensando en el título, pero nunca se les dio.
Este año Leandro llegó a un equipo ya armado, que había conseguido dos veces ser semifinalista y ahora apostaban a dar el salto de calidad, pero sin la “desesperación” del titulo. Con Muro, Morales y González como base sólida, el presidente Flavio Perchman fue a buscar la “sellada” y moviéndose muy rápido en el período de pases se la aseguró. El contrato fue por dos años, para arrancar un proceso, pero ese proceso se aceleró y tuvo el final más feliz.
El equipo pasó “sin pena ni gloria” por el Clasificatorio y la Súper Liga, al punto de cambiar de entrenador restando una fecha para el cierre de la fase regular. La llegada de Espíndola al banco y de Smtih como compañero de Dilligard le dio aire fresco al platel. Más allá de eso, debió jugar un 5º partido ante Olimpia para pasar los 8vos de final. De ahí en más se hizo fuerte, y contó con un jugador 100% desequilibrante; Leandro García Morales.
Barrió a Trouville con autoridad, luego dejó por el camino a Malvín y en las finales ante Defensor Sporting mostró rebeldía, esa que estando 2-3 le permitió revertir la serie.
Lejos estoy de decir que el título de Aguada es sólo por Leandro, porque el basquetbol es un deporte colectivo, donde todos deben cumplir su rol y eso fue el principal mérito del equipo, saber jugar para él.
Quizá por su gesto parco en la cancha no tuvo las ovaciones que se mereció a lo largo del año. Esa que llegó finalmente cuando en el estrado recibió el premio al mejor de la temporada. 54 partido debieron pasar para que la gente explotara y le agradeciera como él se lo merecía, para que le dieran el justo reconocimiento que se ganó a ley de juego. Ese juego que él hace parecer más simple, al cual le saca presión. Ese juego que a muchos hizo disfrutar y que ha marcado una época, porque no me tiembla el pulso en afirmar que Leandro García Morales está marcando una época en nuestro basquetbol. A punto de cumplir sus 33 años, es el jugador más desequilibrante de nuestro medio y por suerte tiene para más. La vida quiso que Leandro decidiera definitivamente radicarse en Uruguay y lo que durante muchos años disfrutaron en otros países, ahora es tiempo de que lo hagamos nosotros.
Por ser un excelente profesional, un enorme jugador y hacer explotar a la hinchada más popular del basquetbol después de más de 36 años es que me animo a decir “Señores de pie, juega Leandro” y está marcando su época.