Silvera: “agradecido al arbitraje”
Roberto Silvera analiza en estos días si se retira del arbitraje ahora o espera al último año que le queda, pero en cualquier caso su balance es el mismos: “soy un agradecido del fútbol; me permitió conocer el mundo”.
El juez internacional uruguayo con 23 años de experiencia en el arbitraje, tiene un comercio, una óptica. Trabajó durante veintitrés años en un laboratorio mayorista de óptica oftalmológica relacionado con todas las ópticas del Uruguay y desde hace un año, emprendió con su familia la actividad comercial en el ramo de óptica.
“Llegué al referato en 1991, el mismo año en que entré al laboratorio y desarrollé ambas actividades paralelamente. Llegué, porque, obviamente, me gustaba el fútbol, tanto como para inscribirme en el curso. Fui encarando las categorías. Uno ingresa en cuarta categoría y a Primera División llegué en 1998 y a FIFA en 2003 y estuve hasta el día de hoy en la categoría internacional.
¿PROFESIÓN?
“Acá, en el fútbol uruguayo, los árbitros somos amateurs y tenemos obligatoriamente que tener un trabajo paralelo. Cobrar se cobra, desde que uno ingresa en categorías juveniles, pero no da para el sustento de una familia ni para vivir del arbitraje. Nosotros somos amateurs, por más que nos exigen como profesionales, nos pagan como amateurs. El árbitro no puede sustentar a su familia solamente con lo que gana en el arbitraje. No se puede”.
-¿Es así en todo el mundo o es particularmente en Uruguay?
-No. En Europa hay muchos países donde el árbitro vive del referato. En España, Alemania, Holanda, Francia… con otro poder adquisitivo, pero en Sudamericana, donde reciben un sueldo fijo es en Argentina; en Brasil no, pero ganan muy buenos viáticos, tienen viajes largos, es medio complicado para ellos, por lo que he sabido intercambiando información con ellos, ganan muy bien y en Chile están apuntando también a la profesionalización; por lo menos con un sueldo básico para los árbitros internacionales, más los ingresos por arbitrar fin de semana tras fin de semana. En el resto de Sudamérica es igual que acá en Uruguay, donde se cobran viáticos que son insuficientes para vivir de ellos. No hay un sueldo fijo. A partir de 2016, acá en Uruguay, se empieza a pagar un sueldo fijo, que es bajo y si uno lo sobrepasa por la cantidad de partidos que hace, ese sueldo no corre. Viene bien para meses de inactividad como son enero, junio, julio, diciembre. Es un paso que se está dando hacia la profesionalización. Está en desarrollo ese tema.
-¿Qué le dejó el fútbol?
-Obviamente he tenido alegrías y tristezas, como todo, pero yo soy agradecido al fútbol, al arbitraje, porque me llevó a conocer todos los países de Sudamérica y algo de Centroamérica y Norteamérica -Estados Unidos, México-, algo de Europa. He pasado momentos lindos junto con mis compañeros, momentos no lindos cuando no salen las cosas como uno quiere y aparecen las críticas, que también las sufre la familia. No es una profesión fácil, pero yo rescato las cosas positivas. Hay que tener un temple especial para ser árbitro, porque hay muchas presiones, obviamente, de todo tipo. Lo más importante es estar tranquilo y seguir un camino por más que sea largo, sin agarrar atajos. Creo que eso es lo más importante.
-¿Qué le quedó más grabado?
-La Copa América del 2011. Haber hecho el partido inaugural, en Argentina. Ese fue un momento de los que más recuerdo. Haber participado en muchas finales, a veces de cuarto árbitro y a veces de árbitro principal, en finales de Copa Sudamericana, de Recopa. Esas cosas son las más lindas. Estadios llenos, participar de tales eventos y arbitrarles a figuras como Messi, Neymar, no es poca cosa. Y a nivel local, unas cuantas finales.
–¿El retiro?
-Lo voy a pensar ahora. Vamos de licencia con mi familia, quince días y al regreso vamos a tomar la decisión, porque me queda un año para arbitrar acá, a nivel local. Entonces voy a pensarlo, las pruebas físicas son muy exigentes y yo ya estoy cumpliendo ahora, en enero, cuarenta y cinco años. La edad también pasa facturas en el físico y hay que saber escuchar y decir “bueno, hasta acá llegué”. Voy a poner todo en la balanza, a pensarlo y en los próximos días ya voy a tomar la decisión de si renunciar o continuar el año que me queda, el 2016.
Roberto Silvera, un triunfador en una “profesión que no es fácil”, que requiere “un temple especial”.