Retrato de Tony
(Fragmento de reportaje publicado en Tenfieldigital, 12-2000, cuando le salió el pase al Inter, no digo “cuando se fue de Peñarol”, porque él en Peñarol y Abreu en Nacional son como Pichuco…. “qué me voy a ir si siempre estoy volviendo”).
-¿De qué barrio sos?
-De Parque Batlle. Vivía en una linda casa en Mac Eachen y Vidal y Fuentes. Frente al club de tiro, pasábamos las horas jugando al fútbol en el cantero.
-¿De qué cuadro eras?
-De Peñarol, como mi padre y mi madre.
-¿Ibas a la Amsterdam?
-Cuando era chico mi padre me llevaba a la Olímpicao a la América. Cuando fui más grande sí, empecé a ir a la Amsterdam.
-¿Qué ídolos tenías?
-Morena, por lo que contaba mi papá. Y después el Peñarol del 87, el Pato (Aguilera), Enzo (Francescoli). Enzo fue el ídolo que más vi en videos, porque Pablo Francescoli, que jugó conmigo en Peñarol, cuando estábamos en el primer año de quinta división, me los prestaba.
-¿Cómo fue tu adolescencia jugando en Peñarol?
-Con esto del fútbol uno crece más rápido, porque no podés hacer las mismas cosas que los demás. Porque no tenés tiempo, porque jugás los fines de semana y eso te quita de ir a boliches o andar en vueltas. Pero la he pasado muy bien, aunque siempre corro riesgo de que se hablen estupideces. Si te ven un día, es como si te vieran todos los días y éste es el país del me contaron, del me dijeron y para todo el mundo hay un pero. Yo me cuido en las comidas, en el descanso, y por otro lado es lindo que la gente te reconozca y te brinde cariño.
-¿En la cancha?
-Siempre entro a la cancha a divertirme. El día que entre a la cancha y no me divierta, dejo el fútbol.
-Pero el técnico te puede decir “soltala antes”.
-Pero adentro juego yo.
-¿Te han dicho que la soltés antes?
-El técnico puede decir lo que quiera, pero en la cancha juego yo. Respetándolo, seguramente. Pero el técnico te pone por las condiciones que vos tenés. Yo no conocí ningún técnico que te las quiera quitar, que te diga “no hagas esto” o “no seas libre”. Sí que te marque pautas sobre la movilidad y el ritmo de juego. Pero en mi manera de jugar al fútbol, yo soy libre.
Un domingo especial
-(Aquel domingo) Mi padre tuvo un infarto el jueves a la madrugada y yo estuve con él hasta veinte minutos antes. Después me llamaron para avisarme lo que le había pasado y es difícil entrar a una cancha sabiendo que tenés a tu padre internado y no sabés lo que puede suceder porque yo de medicina obviamente no sé nada. Pero no estuve separado de él en ningún momento y eso me dio tranquilidad a la hora de jugar. Sabía que lo mejor que le podía dar era una buena actuación en el partido (hizo cinco goles), que le iba a poner muy contento y le iba a hacer bien para el corazón.
-Calculá cómo se sintió.
-Claro. Del estadio me fui para el sanatorio y él todavía estaba medio boleado por las medicaciones, pero me felicitó y se veía que estaba contento, que es lo fundamental en estas circunstancias para que se recupere.
-¿Él te llevó a jugar al fútbol?
-Él, acompañado de mi madre. Me llevaban, me iban a ver, siempre estuvieron pendientes de cómo me fuera. Desde el baby Fútbol.
-¿Dónde?
-En el Unión Vecinal, en Parque Batlle, a dos cuadras de casa.
-¿Sos de coleccionar datos…?
-Yo no. Mi madre. Ella tiene todos los recortes de diarios desde que jugaba al baby fútbol.
-¿Ya pintaba que ibas a llegar?
-Eso no se sabe. De chico, conocí grandes jugadores que por distintas circunstancias no llegaron. Yo tuve la fortuna de haber nacido como jugador en Peñarol con un grupo de muchachos que hoy casi todos llegamos a primera división, siempre jugando juntos, Magallanes, el Tato García, Rotundo…
-¿Si no hubieras sido jugador, qué hubieses sido?
-Era vago, era de esos que en clase iban a los asientos del fondo. De haber seguido hubiese sido arquitecto. Pero estudiar no me gustaba y me definí por el fútbol. Mi padres me dijeron que estudiara, porque si me iba mal en el fútbol, tenía que entrar a cargar los cajones de leche. Ellos tienen un camión repartidor de leche. Pero cuando me definí me apoyaron.
-¿Cuándo tomaste la decisión?
-A los catorce o quince años. Dije que me la jugaba y si me iba mal, me dedicaba a levantar cajones.
Una injusticia inexplicable.
-Le prometí a mi hermana en su momento que todo lo que fuera a hacer en la vida se lo iba a dedicar a ella. Tuve una hermana fenomenal que se perdió de vivir cosas que estoy viviendo yo.
-¿Creés en Dios?
-No sé. No creo en nada puntual. Creo en mí y en lo que puedo dar como persona. Prefiero ser buena gente antes que nada, porque aprendí a vivir así y creo en la buena gente. Pero a la hora de la desgracia creí en Dios o en alguien que por algún motivo se la había llevado. Pero no dejo de pensar que fue algo injusto, porque tenía dieciocho años. Es inexplicable.Cuando se fue, por esas injusticias de la vida, fue un dolor muy grande para mí y para toda mi familia y le prometí que todo lo que haga lo voy a compartir con ella.