Reflexiones previas: ¡Qué grandotes son los colombianos! y es difícil entender los cinco cambios que metió Tabárez…
Mmmmmmm… No me gusta nada. El termómetro de Avda. Italia cuando doblé en el auto para ingresar a la zona del Estadio Centenario, marcaba 32 grados. ¡Parece que estábamos en la caliente ciudad de Barranquilla y no aquí, en este Montevideo veraniego! Primer dato. Este calor de infierno favorece a los colombianos. Para jugar ante ellos, aquí de locales, lo mejor es una tarde-noche fría, que los haga tiritar –como cantaba Donald-, que los obligue a usar guantes y medias. ¡Nada de eso! Mucho calor donde ellos van a estar como peces en el agua y los uruguayos tendrán que redoblar sus esfuerzos agotándose más rápidamente. Veremos qué pasa…
En el tablero electrónico no emiten el partido entre Bolivia y Ecuador en La Paz que tanto nos interesa. El viernes, desde Lima, los colegas Sergio Gorzy y Martín Charquero, con toda razón en “La previa” de VTV, señalaban las bondades de poder ver en el tablero electrónico del ahora moderno Estadio Nacional, las imágenes del partido entre Chile y Venezuela cuyo desarrollo interesaba y mucho, a los peruanos y uruguayos que estaban en las tribunas. Gorzy planteó que era un ejemplo a seguir en nuestro Estadio Centenario, ya que aquí no es habitual que emitan por el tablero las incidencias del otro partido que se disputa previamente. Fue como golpear campanas de palo… ¡Minga! Ahí tenemos en el tablero del Centenario las imágenes de nuestras tribunas bastante despobladas cuando falta una hora para el comienzo del juego. En fin. Los uruguayos somos así…
Salieron los goleros uruguayos a realizar los ejercicios de calentamiento en el arco de la Tribuna Ámsterdam. Los aplausos de los aficionados que van poblando las tribunas fueron respondidos por las manos en alto de Muslera, lo que incrementaron el entusiasmo del público. Después lo hicieron los jueces paraguayos ocupando la franja central con trotes desde la Olímpica a la Ámsterdam. E inmediatamente los goleros colombianos y, casi enseguida, salieron todos los integrantes del plantel vestidos de camiseta y medias blancas, con pantalón negro.
El partido ya se palpita en todos los lugares del querido país. Por 90 minutos el Estadio Centenario se convertirá en el corazón del pequeño Uruguay para que, al caer la tarde y morir la noche, ojalá podamos festejar un resultado conveniente. Finalmente aparecen en la escenografía de la cancha, todos los jugadores orientales con camisetas celestes, pantalones y medias negras –algunos de ellos con chalecos rojos-, para realizar los ejercicios de entrada en calor. Los tamboriles comenzaron a sonar. La cuerda de tambores de la comparsa vestida con los colores de Sud América, abriendo el caminar dos muñecos que representan lámparas de bajo consumo, y dos “banderas” promocionando una compañía área.
Ya falta poco para el comienzo del partido. ¿Qué puede pasar? Algunas reflexiones “colgué” esta mañana en el sitio. Las mantengo. Uruguay tiene que jugar dentro de instantes como si este partido se llevara a cabo en Barranquilla. Y no lo afirmo por el tremendo calor que nos recrea aquel ambiente de bochorno que se vive frente al Mar del Caribe. Lo proclamo por el planteo que debe realizar el equipo. Con la mente puesta en mantener el cero en el arco de Muslera como primordial objetivo. Recién después, con el partido decantado, intentar de contragolpe lograr el anhelado triunfo.
Me sorprende el técnico Tabárez con los cambios que realiza en el equipo. Naturales y lógicas las variantes por la pareja de zagueros suspendidos. En lo personal hubiera arriesgado con una zaga totalmente juvenil. Diego Scotti hace mucho tiempo que no juega, que no tiene fútbol. No es titular en Nacional. ¡En este Nacional actual! No me preocupa que mi pensamiento de armar la zaga con la pareja de la Sub-20 pueda ser atacado por la poca edad de los dos hombres en quién confiar el último reducto. Cuando se tiene pasta, calidad y personalidad, el documento no es lo más importantes. Hay miles de casos de muchachos que debutaron siendo niños con la celeste en el pecho y… ¡la rompieron!
Pero, aceptando el criterio de Tabárez apoyándose en Scotti, un hombre del riñón y protagonista total del “proceso” del entrenador, es más difícil de entender la salida de Gargano y Stuani. Siempre me aferro a aquello de que “cuadro que gana no se toca”. ¡Y más cuando se gana como se ganó en Lima, poniendo todo en la cancha! Los que quedan marginados cuando soñaban con seguir en la brecha, es difícil que ingresen con las pilas cargadas en caso de no resultar el ensayo. Esperemos que Tabárez pegue en el clavo con estas cinco variantes, algunas de las cuáles son –insisto- sorpresivas.
Ahora bien, con estos once jugadores ¿cómo jugará Uruguay? Se me ocurre con línea de cuatro atrás firme y sin enloquecerse. Con Arévalo Ríos por el medio y recomendación expresa para Álvaro González y Cristian Rodríguez de actuar de lateral-bis para evitar las subidas de los colombianos por los laterales. Sin duda, ese es el fuerte de los ataques del equipo de Pekerman. La gran incógnita es la posición de Lodeiro. Se me ocurre que puede ir delante de los tres volantes para obstruir la salida del hombre central del medio campo de Colombia, buscando cortar el circuito donde se gesta el fútbol del rival. ¿Algo que me preocupe de los caribeños? ¡La altura! ¡Cómo ha cambiado el fútbol! Antes los grandes eran los uruguayos. Alcanza con mirar la fotografía del mundial del 30. Ellos eran los bajitos. Veremos que pasa…