Primer tiempo anodino reprobado con algunos silbidos desde las tribunas
Uruguay jugando a media máquina –a excepción de Suárez que peleó todas las pelotas-, dominó el trámite de la etapa ante un rival que puso toda su atención en evitar cometer errores defensivos y que recurrió a algunas brusquedades para cortar el juego.
Escribe: Atilio Garrido
Jornada de fiesta. Después de 63 años y 128 días se gritó como correspondía el “Gol del Siglo”, obra cumbre de Alcides Edgardo Ghiggia. Las tribunas repletas de público. Emocionante la salida de los dos equipos. Aplauso para el himno de Jordania. Y el uruguayo, el himno de la República Oriental cantado a coro por 60.000 personas. Notable jornada. Sin “barras bravas”, sin “pulmones” en las tribunas. Sin violentos presenciando el partido. La fotografía de todo el plantel de jugadores de uruguayo, repitiendo la escena del último partido de Sudáfrica 2010 ante Alemania, dejando como testimonio para nuevas generaciones, la unión del grupo, haciendo realidad el lema de los Tres Mosqueteros: “uno para todos y todos para uno”.
Nunca en 113 años de historia del fútbol uruguayo, una selección celeste enfrentó un partido decisivo en condiciones tan, pero tan favorables, que hasta puede darse el lujo de perder por cuatro goles e igualmente clasificar a la Copa del Mundo.
A los doce minutos de juego surgieron desde las tribunas los primeros silbidos del público. ¿Reprobación para el equipo uruguayo? ¿Expresión de descontento ante el juego anodino y sin compromiso que los dos rivales exponían sobre el campo de juego? Difícil conocer el origen de la reacción contrariedad de los aficionados, que se reiteró tres minutos después, cuando un atacante de Jordania no pudo controlar la pelota en ataque, sobre la banda de la Tribuna Olímpica, saliendo afuera.
Cuando la aguja del reloj llegó al cuarto de hora, literalmente no “había pasado nada”. Apenas el mismo espíritu de lucha de Suárez; la regularidad de Arévalo Ríos y la fortaleza de Cristian Rodríguez. Todo lejos del arco del gigante golero Mohammad Shatnawi, el mismo que recibió la goleada en Ammán.
El juego de compromiso pareció culminar cuando una fuerte infracción sobre Stuani fue sancionada con tercera tarjeta amarilla por reiteración de incidencias brucas. Minutos después el No. 9 de Jordania se barrió con los dos pies en busca de la humanidad de Cáceres. Menos mal que el jugador de la Juventus saltó logrando que el jordano siguiera de largo sin tocarlo.
Se registró luego otra fuerte infracción de un jugador Jordano en perjuicio de Arébalo Ríos y partir de ese momento pareció que los muchachos árabes bajaban las revoluciones. Uruguay se colocó en ataque generando alguna tímida situación de peligro, ante una profunda entrada de Cavani habilitado por la derecha, que el salteño resolvió rematando afuera por encima del horizontal.
Arribando al final de la etapa un pelotazo largo de Lugano hacia el área de Jordania lo peleó Suárez con toda su potencia. Parecía una locomotora levantando pasto en área ante tres defensores rivales, uno de los cuáles envió la pelota al córner. Del tiro de esquina surgió la jugada más peligrosa de la etapa. Cabeceó Cavani desde el medio del área. Entre Lugano y Stuani fueron a la segunda pelota también por aire ganándole a un zaguero, impulsándola hacia el área donde un nuevo salto y cabezazo solitario de Godín, mandó la pelota a rebotar en el horizontal.
Poco después culminaba la primera etapa de juego anodino que se caracterizó por la búsqueda de Uruguay sin pisar el acelerador a fondo, y una mayor atención defensiva de los jordanos, procurando no cometer errores como ocurrió en Ammán.