Peñarol, en alto vuelo
Peñarol le ganó 5:2 a Boston River en el Campeón del Siglo. Su poder ofensivo le dio la primera alegría. Tantos de Álvarez Martínez, por dos, un golazo de Torres, otro de Ceppelini y uno de Trindade.
Peñarol logró su primera sonrisa del Apertura en el Estadio Campeón del Siglo, y le ganó 5:2 a Boston River. El gran desempeño en ofensiva le dio el despegue para imponerse con diferencia. Dos goles de Agustín Álvarez Martínez, un golazo de Facundo Torres, uno de Pablo Ceppelini de penal, y el quinto de Jesús Trindade redondearon la goleada.
Incluso, Agustín Canobbio marró un penal. El ataque abrumador representó el gran argumento de Peñarol. Porque el equipo de Mauricio Larriera presionó e impuso su juego de control de pelota, asociado, como ocurrió en el segundo gol, de conexión desde la salida, en que el entendimiento entre Canobbio y Joaquín Piquerez permitió la posterior asistencia a Torres. La salida de Piquerez había sido la única situación adversa del carbonero.
El carbonero abrumó desde la salida con Pablo Ceppelini y con el talento de Facundo Torres, quien resultó decisivo. La sucesión de goles surgió en la pelota de Torres a Giovanni González en la derecha, el rebote del arquero y la aparición de Álvarez Martínez, a lo goleador, para apuntar a la red. Los dos goles de ventaja en el tiempo inicial pasaron por la exclusiva sorpresa en el cabezazo de Agustín Nadruz. El 2:1 no se reflejaba el desarrollo.
Los aurinegros superaron la reacción del rival, el empate y la incertidumbre, con su gran ataque. Cristian Olivera ingresó muy bien. Fue protagonista en las llegadas ofensivas. Y el equipo de Larriera resurgió en el penal que ejecutó Pablo Ceppelini. Peñarol acumuló jugadas, goles y alta definición con Álvarez Martínez. El quinto fue de Jesús Trindade.
Boston River resurgió a partir de los cambios de Juan Tejera. Facundo Rodríguez forjó la reacción. El 2:2 de Rubén Bentancour transformó el partido, y el “Sastre” se ilusionó. Peñarol entró en zona de colapso defensivo. Sin embargo, sus argumentos arriba fueron demoledores. La potencia de Olivera acentuó la presión, a pura ambición y con alto vuelo.