Peñarol, desarmado
El aurinegro empató 1:1 con Albion en el Estadio Centenario, por lo cual llega al clásico del Apertura sin ganar. El golazo de Pablo Ceppelini lo hizo soñar con una reacción; luego, empujó.
Peñarol sufrió una nueva frustración en su inédito comienzo del Apertura, al empatar 1:1 con Albion en el Estadio Centenario. El aurinegro, en la cancha, es la sombra del Campeón Uruguayo 2021 y, tras el nuevo rumbo que tomaron algunos jugadores importantes, el renovado equipo cargó con la adversidad de no haber ganado en tres partidos. Esta vez, el carbonero sobrellevó el sabor amargo de un punto que tiene sabor a poco, nada menos que en la antesala del clásico.
El equipo de Mauricio Larriera pasó de un primer tiempo alentador -mostró un juego intenso y fue veloz en ofensiva- con un golazo de Pablo Ceppelini tras una notable jugada de Aguirregaray por derecha, calzando la pelota de aire casi desde la medialuna, a un segundo tiempo basado en el empuje y en la confusión. En ese lapso, se pareció al elenco de los dos partidos anteriores. En aquel primer tramo, además de la notable conquista, hubo pase, sorpresa y llegada para exigir a Yonatan Irrazábal a atajadas muy buenas.
Una vez más, quedó en evidencia que la ventaja mínima no es concluyente y, en la última situación de la primera parte, Albion explotó al máximo una pelota quieta, que culminó con un certero cabezazo de Maximiliano Callorda en la red. Pero en los 45 minutos finales Peñarol empujó más de lo que jugó. Es cierto que elaboró llegadas, como en un cabezazo de Agustín Álvarez Martínez, que otra vez hizo despegar a Irrazábal. Pero lo hizo en menor medida, desde la calidad y la cantidad.
Mientras, tanto, el “Pionero” se reordenó con línea de cinco en zona defensiva y mejoró. Los cuatro cambios que decidió Ignacio Risso, el entrenador, en el entretiempo, fueron el reflejo de que, a pesar de la igualdad y de la inyección anímica, existía la necesidad imperiosa de modificar aspectos del juego. Albion celebró un puntazo, el primero del Apertura.
En tanto, por el lado de Peñarol, las variantes no modificaron el panorama ni en el caso Laquintana ni, en el cierre, incluyendo a Bentancourt y a Viatri. El aurinegro dio otro paso atrás. Y quedó desarmado.