Oscar Rojas, el juez del clásico
“Lo nuestro no es tan fácil” nos dice Oscar Rojas, el juez del clásico del jueves, cuando nos comenta que comenzó a trabajar en una empresa de transporte como chofer antes de dedicarse al arbitraje, antes de dejar el fútbol como jugador para seguir en él como juez y línea. Es que Oscar Rojas sigue manejando un ómnibus del transporte público ahora que es internacional, logró la tan deseada categoría, está en el candelero por ser el árbitro el primer clásico de 2016 y atrás quedaron varias finales del ascenso, que le permitieron ir creciendo paso a paso como juez de fútbol.
“Debo agradecer a la empresa, que siempre que tengo un partido o un viaje me facilita hacerlos y a la familia que está siempre y a los compañeros de trabajos, especialmente a Carlitos, que compartimos la conducción del ómnibus y también me facilita. Lo nuestro no es fácil. Yo trabajo de chofer desde los veintidós años. ¡Antes, desde los veinte!, cuando todavía jugaba.
-¿Cómo llegó al arbitraje?
-Yo era jugador. Me lesioné la rodilla, una lesión rebelde que no me dejó seguir y entonces decidí hacer el curso de árbitro.
-¿Dónde jugaba?
-Jugué en Progreso, en Tercera, llegué a jugar en Primera algún partido y seis meses en Liverpool. Me gusta mucho el fútbol, por eso quise seguir y la solución fue el arbitraje.
-¿Cuándo ascendió a Primera?
-En el 2006 y ahora el cambio de FIFA respecto a la edad de los jueces me favoreció. Lo tomo como un premio.
-¿Este es su mejor momento como árbitro?
-Sí, este es un gran momento, por el ascenso a internacional, por el clásico, pero creo que tuve otros buenos momentos.
-¿Qué es lo que más le quedó grabado?
-Las finales por el ascenso.
-¿El partido más difícil?
-No sabría decirlo. A veces se hace más difícil un partido cualquiera de Segunda División donde no se juegan cosas definitivas que uno de Primera con resultados decisivos.
-Una anécdota…
-En un partido en la cancha de Rampla, hacía de línea. Ingresamos al campo un poco sobre la hora y cuando estaba en la cancha me di cuenta que me había olvidado el banderín en el vestuario. Viste que en la cancha de Rampla tenés como cien metros a recorrer entre el vestuario y la cancha, entre los túneles, las escaleras, los pasillos, tuve que hacerlos dos veces a las corridas…
-¿Objetivos?
-Me gusta mucho conocer otras maneras de vivir, de otros pueblos. Hace poco hice un curso en Colombia, he viajado, he conocido y quiero seguir creciendo y conociendo con el fútbol.
–¿Qué significa arbitrar el primer clásico del año?
-Aunque no sea por el Campeonato Uruguayo no deja de ser un clásico, pero a priori uno no sabe cómo se va a dar. Una vez adentro de la cancha, cada partido es un partido más y lo tomo con la misma responsabilidad que los otros, pero tiene más trascendencia en sociedad, en los comentarios de la gente.
-¿Cómo se vive esa trascendencia desde su trabajo en el ómnibus?
-Bien. Nunca tuve ningún problema. A medida que uno trasciende en el arbitraje los pasajeros lo reconocen más, pero trato de ser bajo perfil. Los que se alegran mucho cuando me va bien en los partidos son los compañeros. Eso es muy lindo.
Oscar Rojas, el juez del clásico, chofer de ómnibus y amante del fútbol. La mejor de las suertes el jueves y en adelante.