Borras habló de todo…
En 1983 hacía dieciséis años que Uruguay no salía Campeón de América; en 1986 hacía doce que no iba a los mundiales. El profesor Omar Borrás fue el entrenador que logró quebrar esas malas rachas: “Cuando era Presidente el contador Garbarino, me dijeron de hacerme cargo del departamento técnico de la AUF. Me acuerdo que cuando entramos llegaba el viernes y no se habían fijado los partidos de ese fin de semana. Había bastante desorden que es una cosa bastante normal en la Asociación”.
“Ir a la Selección era quemante”
“De a poquito acomodamos todo. Fuimos haciéndolo como debía ser. Establecimos que el tope para fijar una fecha era el lunes. Si ese día no se sabía dónde se iba a jugar lo fijaba el Consejo Directivo. Creamos en la AUF un laboratorio de investigaciones científica, una biblioteca, editamos la revista técnica sin costo para la Asociación. En determinado momento la Asociación necesitó un entrenador para la Selección. Yo estaba ahí. Me dijeron: “va a tener que ir usted al frente del equipo; hágalo cómo pueda”, porque realmente en aquella época era un poco “como pueda”. Ir a la Selección era quemante”.
“Decían que íbamos a pasar papelones y cuando salimos campeones que no le habíamos ganado a nadie”
“Fuimos marchando siempre con éxito, en una cantidad muy grande de partidos. Empezamos con una ida a la India que en su momento fue muy descreída. Volvimos campeones. Cuando fuimos una radio fundamentalmente importante decía que íbamos a pasar papelones y cuando volvimos campeones dijeron que no le habíamos ganado a nadie; pero jugamos contra Italia, contra China, contra Japón… Eran seis o siete equipos que realmente estaban bien, aunque alguno (Italia) no había ido con todo su potencial, pero nosotros fuimos a jugar ese torneo muy limitados, porque en aquella época los jugadores no querían ir a la selección porque era quemante, los dirigentes no querían que fueran sus jugadores porque era quemante, la prensa estaba un poco acorralada por los malos resultados. Tuvimos que ir a la India con aquellos jugadores que querían.
Aproveché todo lo que había aprendido de psicología para poder ir seleccionando jugador por jugador y así se formó un grupito, donde Carlitos Aguilera creo que tenía quince o dieciséis años, con el Chifle Barrios, con Nelson Agresta, Rodolfo Rodríguez, Ferrari, Russo, Montelongo, Washington González, Venancio (Ramos), Saralegui, Franco, Nadal, Francescoli, (Jorge) Da Silva, (Jorge) Villazán… un grupo muy voluntarioso para trabajar y con ganas de progresar. Salimos campeones y eso levantó muchísimo la moral. Levantó la moral de nuestros jugadores e inclusive de los que antes no querían exponer al jugador de fútbol en la Selección porque era quemante. Eso ayudó a empezar a cambiar lo que se sentía por la Selección Nacional. Fue un lindo triunfo, el comienzo de más de cien partidos”.
“Tabárez y Otero empezaron conmigo”
“Después, al año siguiente, en el 83, cuando vino el Panamericano, en Venezuela, mandé a Tabárez como Director Técnico, porque Tabárez prácticamente comenzó en la Selección conmigo, como ayudante; yo lo había tenido tres años como jugador en Wanderers y yo dije que podía ayudarme mucho, fundamentalmente porque tenía una preparación superior al ser maestro. Y también como ayudante mío empezó Otero. Le doy un gran valor a Otero porque es para mí un técnico extraordinario. Tabárez lo supo elegir y usted lo ve siempre cerca de él, dando su opinión para el Maestro. Ganamos ese Panamericano. Después ganamos la Copa América (ese mismo año, 83).
“Tuve que sacar a una gloria como fue Olivera”
En esa Copa América, llegamos a la final con Brasil y tuve que sacar a una gloria como fue (Walter) Olivera, excelente jugador, pero con él uno tenía que morir con la táctica antigua, de quedarse encerrado permanentemente porque era realmente un poquito lento, pero por la personalidad y por lo que brindaba era un jugador bárbaro. Recuerdo que en ese momento para el partido contra Brasil, acá en Uruguay, yo opté por el Tano Gutiérrez, porque no es que fuera veloz pero no era tan lento como Olivera. Necesitábamos nosotros limitar la cancha, apretar un poco más arriba. Yo en aquel momento recibí presión de la prensa, de los dirigentes, del público que me gritó de todo durante los primeros veinte minutos del partido Uruguay-Brasil.
Después que hicimos el primer gol cambió la cosa y al final terminaron felicitándome. Lo mismo me había pasado en Wanderers cuando clasificamos para la Libertadores. Mi señora y el hijo menor mío estaban en la tribuna. Cuando terminó el partido, yo estaba atrás de un arco y se acercan mi señora y mi hijo, que tendría ocho años. En determinado momento viene un hincha, me abraza, me besa, me envuelve en la bandera uruguaya y en la bandera de Wanderers. Después mi hijo me llamó aparte y me dijo: “papá, ese señor te estaba insultando en la tribuna; estaba adelante nuestro”. Ese señor si vive lo debe recordar. Me estaba insultando porque claro, hasta determinado momento íbamos perdiendo. Cuando ganamos vino, me puso las dos banderas y me abrazaba y me besaba”.
“No había dinero para un pasaje común”
“En la eliminatoria para el 86 fuimos los primeros en clasificar en América, pero como no había dinero y teníamos que ir a México a buscar un alojamiento apropiado para la Selección, fuimos los últimos en concurrir al Mundial.
No había dinero para pagar un pasaje común. Ahora, gracias a Dios, no va una persona sola, pero en aquella época iba Omar Borrás solo a mirar los hoteles, a ver las camas, los colchones, para que nuestros jugadores se alojaran más cómodos, los campos para entrenar, la alimentación, todo pasaba por una misma persona. Íbamos y volvíamos corriendo porque tampoco podíamos mantenernos mucho tiempo por el gasto. Cuando estuve en México haciendo esa gestión, el Presidente de la Federación Mexicana -que era el Presidente del Comité Organizador del Campeonato del Mundo- me dijo que me fuera a Cancún con todo pago a pasear un poco. Yo no podía. Tenía que volver enseguida.
Lo mismo me pasó en Ecuador. Fui a ver un partido de nuestro rival y tenía que volver enseguida, urgente, no había vuelo y por la bondad de una aeromoza hablé con ella en el avión y me hizo pasar a la cabina del piloto. Yo no tengo salida de Ecuador. Para Ecuador yo todavía debo estar viviendo allá. Volví al lado del piloto mirando todo y quietito. Ojalá yo hubiera tenido la ayuda como se precisaba ya, pero no había una colaboración grande, como ahora está Tenfield colaborando con la Selección”.
“Antes del Mundial nos mandaron un mes a Europa a hacer partidos para ganar dinero, estuvimos por Inglaterra, Escocia, Francia, Italia, recorrimos todo jugando partidos y partidos y llegamos a Uruguay un viernes y el martes teníamos que salir ya organizados para el Mundial. Después de un mes de tremendo trajín, de no estar los jugadores junto a sus familias, cuando llego me dicen en la AUF: “Omar, la Selección tiene que jugar un partido contra Peñarol y otro contra Nacional”. “¿Cómo?”. “Este fin de semana contra Peñarol y Nacional”. Era para recaudar, pero yo les tenía que dar un poco de aire a los jugadores y no se les pudo dar y se tuvo que jugar contra Peñarol y contra Nacional que nos ponía el público en contra, nos echábamos el público encima. Por suerte no perdimos. No hubo descanso, no hubo nada, pero había que hacerlo de cualquier forma. Yo quise demasiado a la Asociación y, gracias a Dios, ya no estaba en la Asociación cuando me llamaron de Medio Oriente, porque si yo hubiese estado en la Asociación no me hubiese ido. Estese seguro. No me hubiese apartado de la Asociación. Y mire que no fui a Arabia Saudita, a Emiratos Árabes, a Oman, a Qatar, a ganar dinero y yo no tenía contratista. El único que estaba cerca era Paco y no sé si Paco me veía con simpatía. Además no tenía la importancia que tiene en este momento.
“La celeste se mantuvo invicta en el estadio”
“Procuramos hacer una programación anticipada. Deportivamente ascendimos a estar entre los dieciséis mejores de FIFA. Financieramente ayudamos a la Asociación con mejores recaudaciones y la celeste, mientras yo tuve la suerte de dirigirla, se mantuvo invicta en el estadio. Despertamos entusiasmo, recuperando el deseo por la Selección. Llegamos a casi llenar el Estadio un jueves de mañana.
Nunca lo hice por una cuestión monetaria. Recuerdo que una vez, por inercia subía mi sueldo en la Asociación a cinco mil dólares por mes. Icazuriaga, que era el Tesorero de la Asociación me dijo: “Omar, no te podemos pagar eso. Por favor, bajate el sueldo”. Me bajé el sueldo dos mil dólares, porque el cariño que yo le tengo a Uruguay es muy grande y bajé el sueldo. Nunca fui por los pesos al fútbol. Inclusive cuando fui a Medio Oriente, donde abrí camino, fui el primero, en los cinco años que yo estuve por aquellos lugares”.
“Entrenamiento moderno”
“A pesar de mis años, sigo al lado de todos los problemas de la táctica y el entrenamiento. Mi primer libro, que fue un best seller, “Entrenamiento moderno” vendió quince mil ejemplares y está agotado. Cuando lo publicamos, tiramos quinientos y el imprentero me dijo difícilmente los pudiera colocar. Ese libro está al día, completamente al día, tal vez más avanzado, salvo en la parte de tecnología, que ha cambiado. Ahora con un pequeñísimo aparato computarizado estamos tomando todas las medidas, los metrajes de correr y caminar, todo. Nosotros también lo hacíamos, pero en aquella época me acuerdo, por ejemplo, que para medir a un sólo jugador, pongo por caso a Zelmar Aguilera, de Sud América, yo tomaba a dos alumnos del Instituto de Educación Físca para poder tomarle el metraje. Uno le iba contando los pasos y el otro le iba diciendo si los daba corriendo o trotando o caminando. En aquella época Zelmar Aguilera corría diez quilómetros, ahora corren catorce y tecnológicamente es muy fácil de medir todo, los latidos del corazón, la presión durante los partidos, para ir controlándolos científicamente. Yo en aquella época ya recomendaba tener cardiólogos y psicólogos, traumatólogos.
El fútbol uruguayo es pasional y tenemos que poner la razón por encima de la pasión. Nuestros jugadores cuando hacen un gol se cansan de festejarlo, hacen un desgaste que usted en el Barcelona no lo ve. Ahora tenemos una ventaja en la Selección por tener jugadores que vienen del exterior con pantalones largos. Antes hacían la escuela, el liceo y preparatorios futbolístico acá. Hoy tenemos todos jugadores en Europa y ellos saben lo que es un fútbol profesional.
-¿Cómo ve a esta Selección para estas eliminatorias?
-Es difícil encontrar mejores jugadores. Sin desprecio de nadie, como decía el Pepe Etchegoyen cuando estábamos en las inferiores de Peñarol, “al Primero lo entrena mi abuelita”. Yo creo que tenemos excelentes jugadores. Dentro del propio país podemos hacer una Selección muy buena. Todavía nos damos el lujo de traer todos jugadores del exterior que vienen de pantalones largos, saben lo que es ser profesionales y eso es muy importante. Es cierto que los primeros partidos nos van a faltar un par de jugadores que realmente se hacen sentir y se hacen valer en el exterior, Luisito Suárez y Cavani. Tenemos la obligación de clasificar. Plantel a plantel, dele valores a cada uno de los jugadores, estamos robando por lejos junto con Argentina y Brasil y Uruguay no puede perder ese valor importantísimo de haber estado en el mismo sitial que Brasil y Argentina. Anden bien o mal. No podemos salir de ahí. Tenemos que estar siempre entre ellos. No podemos temer que no vayamos a clasificar. Más cuando ahora a la selección se la apoyó. Ojalá hubiéramos tenido un Paco Casal en aquella época. No tuvimos la suerte de una colaboración muy importante de todos estos gobiernos. Fíjese hoy por hoy el presupuesto de la Selección y yo también creo que en la Asociación tiene que haber un proyecto global para regular, porque un dirigente dijo: “nosotros estamos en un cantegril y la Selección cuando viene anda en Roll Roys y Mercedes Benz”. Y es un poco así. ¿Cuándo podía yo pensar tener todo un plantel al servicio mío? Imposible. No había de donde sacarlos. Estoy contento, pero eso sí, hay que racionalizar las finanzas en la Asociación globalmente, con un estudio muy profundo”.