O se prefiere tacos altos y labios pintados
Luego de la expulsión de “Charlie” Batista en el mundial del 86 empezó una psicosis, complejo y persecución que desencadenó en un ostracismo de la década del 90 y comienzo del siglo 21 quebrada solo por la conquista de la Copa América del ’95.
El fair play nos rodeó y pasamos de un mal interpretado “machismo” para el fútbol a “que van a decir…”
Cuál es el problema si una alternativa puede ser marca personal, si en el fútbol hay que hacer lo que molesta y perturba al rival. Si lo perturba el juego aéreo, lo hacemos, si el cambio de frente los agarra mal, lo hacemos. Si la marca personal lo perturba (en un club o selección), por qué no.
En la gloria del Sudamericano del ’67 una cosa que se recuerda más que el gol de Rocha es donde fue a parar “Pinino” Mas luego de la jugada con Carlitos Paz; de Maracaná recordamos la “trancada” con la cabeza de Matías Gonzales, al “Cholo” Ledesma en Peñarol-Santos en el glorioso Peñarol de los 60 ó de Esparrago y su sacrificio personal en el maravilloso Nacional del ’71. La picardía de Venancio Ramos y “su” limón en Uruguay-Chile en la eliminatoria del ’85. Cosas que “condimentan” la tradición celeste. Y además jugaban bien.
Hay dos arcos; uno hay que defenderlo y el otro vulnerarlo. Si no existieran, sería… quien hizo más pases gana o más cambios de frente. Dentro del reglamento; todo (Profe De León). Y del Profe también: “los equipos son mezcla”. Juan Mugica en Nacional ’80 fue campeón del mundo con los Stopper y Peñarol de Bagnulo en el ’82 con Bossio y Saralegui.
La marca es individual o colectiva. Puede ser en zona, puede ser mixta, individual, etc, pero es reglamentaria y si sirve para ganar; por qué no.
¿Cuál es el problema si el sacrificio (estrategia) nos lleva al triunfo?
No nos debemos confundir con el juego y la estrategia de la década del ’90. Por suerte esta generación apareció condimentada con jugadores como el “ruso” Pérez y Arévalo Ríos.
El tema acá es muy claro; no confundir; la clave es el “crear”, ahí está el “talón de Aquiles”. Administrarla, explotar lo maravillosamente ofensivo que tenemos.
Ariel Longo
Entrenador de futbol