Néstor “Tito” Goncálvez: “contra Alemania en Sheffield fuimos en un ferrocarril de museo”
El legendario Capitán de la Selección Uruguaya y de Peñarol, Néstor “Tito” Goncálvez, nos habló de los dos mundiales a los que concurrió, Chile-62 e Inglaterra-66, desmitificando la visión idílica de la organización del fútbol celeste de antes.
-Creemos en aquella solidaridad del jugador uruguayo, en la garra, pero hay que darle, hay que ayudarlo, al hombre honesto, al hombre noble como ha sido el jugador uruguayo hay que ayudarlo. No es cuestión de dejar que pase frío, hambre… total es caballo, es animal. No.
Hay cosas que a uno le han quedado grabadas, como Eliseo Álvarez en el Mundial de Chile, volviendo a la cancha quebrado de tibia y peroné porque no había cambios.
Y me acuerdo cuando fuimos a jugar con los ingleses en Wembley. Nosotros teníamos prendas sanforizadas… Siempre digo que los que inventamos el tajito del costado del short fuimos los uruguayos, porque antes se trabajaba mucho fuerza de piernas, y el uruguayo era piernudo. Entonces el sanforizado quedaba un poco apretado y se le hacía un tajito en la parte de la costura. Cuando estábamos para debutar en el Mundial, mirábamos a los ingleses con vaselina en la cara y sus camperas satinadas y nos parecían de otro planeta.
Sin embargo no pudieron con nosotros, y cuando volvimos al vestuario y nos sacamos las camisetas, teníamos los números marcados en la espalda, porque los habían escrito con pintura en las camisetas y con la transpiración destiñeron.
“EL JUGADOR URUGUAYO FUE SUFRIDO HASTA AGOTARLO”
–Salíamos de gira, supóngase, en Hamburgo, jugábamos de noche. Termina el partido y al hotel. Antes de que los jugadores nos fuésemos a dormir, el que preside la delegación nos llama y nos dice:
–Bueno, muchachos, mañana hay que levantarse a las siete y media que hay que estar en el aeropuerto a las nueve.
Uno en aquella época no se daba cuenta por qué era.
Resulta que a las nueve estamos en el aeropuerto y del avión ni miras.
Empieza uno a protestar.
–Che, ¿cuándo salimos?
–Todavía no; se atrasó el vuelo.
Yo entonces buscaba un lugar bien cómodo, una butaca donde me sentaba entretenido, porque un aeropuerto es pasaje de gente muy variada, muy llamativa. Y me despreocupaba, “te van a llamar”, pensaba. “Los documentos no los tenés vos; no te preocupes” y me dormía en el sillón.
Recién a la una de la tarde empezaban a llamarnos.
Nos pasó una, nos pasó dos, tres, cuatro veces. A la quinta nos dimos cuenta… los empresarios ¿qué hacían?
Después de las diez de la mañana, en los hoteles hay que pagar el día. En una delegación de 28 personas, te ahorrás un día y es dinero. Ese día nos alojaban en los aeropuertos.
El jugador uruguayo fue sufrido hasta agotarlo.
Por eso yo a veces, cuando veo que los jugadores toman alguna medida fuerte, me alegro.
Porque a nosotros nos hicieron dormir en una escuela, y éramos la Selección uruguaya.
En el Mundial de Chile nos llevaron a Arica, que es la parte más árida del mundo, pura espina, y nos alojaron en cocheras, mientras las otras selecciones estaban en ciudades y en hoteles.
“PARA EL MUNDIAL DE CHILE LA PREPARACIÓN FUE ESPANTOSA”
-¿Cómo fue nuestra preparación para Chile-62?
-Espantosa. Sí, así, espantosa.
Hicimos una gira por Europa. De regreso, faltando creo que treinta días para el Mundial, hicimos escala en Río de Janeiro y un compañero compró en el aeropuerto un diario que decía: “la Selección uruguaya de licencia, sin técnico“. Llegamos a Carrasco y cada cual a su casa.
Sobre la hora del Mundial (a veintitres días), nombraron tres técnicos (Hugo Bagnulo, Roberto Scarone y Juan López). La base era la defensa de Nacional y la delantera de Peñarol. Nos llevaron a Chile y el que consiguió el alojamiento en Arica habrá sido algún enemigo en la serie, algún yugoslavo o algún ruso, porque aquello eran cocheras. Nos llevaron a cocheras. Aquello era lamentable.
Es una responsabilidad tremenda jugar un Mundial, pero también el jugador tiene que estar alegre. Era todo tristeza. El deseo era abandonar aquello rápido. Era una penitencia aquello.
Además usted tiene que tener gente que organice con tiempo y le agarre la mano al plantel, que no es fácil con jugadores de distintos equipos.
“YO CON MONTERO CASTLLO NO ME HABLABA”
-No era fácil conseguir que se acercaran, porque antiguamente había mucha rivalidad. Yo con Montero Castillo no me hablaba. Me vine a hablar hace tres años que me vino a saludar.
Era difícil la amistad entre el jugador de Peñarol y el de Nacional, porque estaban defendiendo cada cual una causa tremenda en el país, entonces había que tener gente idónea para hacer el acercamiento.
Trataron de que cada jugador de Nacional compartiera la misma pieza con uno de Peñarol, porque éramos más o menos mitad y mitad. Como en esa época no había repatriados, la selección estaba formada con la base de los dos grandes.
Y sobre la carrera era difícil, después que usted se había insultado durante todo un año en la cancha de fútbol -porque los clásicos eran bravos-, era difícil compartir la misma pieza, empezar a sumar positivamente, era bravo. Había que tener una capacidad tremenda para juntarnos y claro que había gente experimentada en el gobierno de la Selección, ¡pero nombraron el plantel quince días antes de ir al Mundial!
(Uruguay quedó eliminado en fase inicial, tras ganarle a Colombia 2 a 1 y perder con Yugoslavia y con la Unión Soviética, 1 a 3 y 1 a 2 respectivamente).
“PARA EL MUNDIAL DE INGLATERRA FUE PEOR”
-¿Para el 66 eso cambió o de nuevo hubo problemas?
-Fue peor.
Era un desastre.
En la gira previa nos hicieron jugar con la Selección española en La Coruña y a las cuarenta y ocho horas teníamos que jugar contra el Barcelona en Barcelona y nos llevaron en ómnibus (pero no de los de ahora), de Madrid a La Coruña y atravesamos toda España desde La Coruña a Barcelona. De Barcelona, otra vez atravesamos toda España hasta la frontera con Portugal… ¡todo en ómnibus!, pasamos Coimbra, Porto y fuimos a Lisboa a jugar con la Selección portuguesa, con 41 grados de temperatura y de ahí a debutar con la Selección inglesa. Llegamos duros al Mundial.
Al jugador uruguayo lo han castigado mucho. Una vez fuimos a jugar una Copa a Buenos Aires y las habitaciones nuestras daban a la pista de aterrizaje de Ezeiza. No podíamos dormir. Entrenábamos en los canteros del aeropuerto.
¿Por qué?
Porque pensaban que Uruguay podía ganar de cualquier manera. Y a la larga no es así.
“AL CUARTO DE FINAL CON ALEMANIA NOS LLEVARON EN UN TREN DE MUSEO”
-En Londres se desató la guerra del zapato Adidas y Puma. Yo para llevarle la contra a todos iba a jugar con los de Jorge, que era un muchacho que hacía zapatos a medida acá, en la calle Rivera y Anzani, era un fenómeno.
Pero había una guerra tremenda. Te daban ciento cincuenta libras y para tentarte te daban como veinte pares de zapatos cada uno. Yo soy vasco caprichoso (su segundo apellido es Martinicorena) pero no tanto. Al final jugué con Adidas.
Aquello era un desastre. Se formó un grupo de Puma contra otro de Adidas. Yo estaba con el Cachete Caetano en la misma pieza. Le dijimos que sí también a Puma, porque mandaban zapatos y acá no había esos zapatos.
Tuvimos que contratar un servicio de empresa naviera, entre cinco o seis jugadores, para que nos trajera los zapatos. Los pusimos en un cajón tremendo para que viniera por barco, porque era imposible traerlo en el avión.
Había que tomarlo un poco en broma. Era todos los días un acoso tremendo. Bajabas a desayunar y ya los tenías arriba. “Ahí viene el de Puma“. “Ahí viene el de Adidas“. Seguro, ellos iban a comisión y buscaban jugadores de influencia para conseguir más jugadores que jugaran con tal marca, pero yo no iba a perder amistades por eso. Sin embargo hubo separaciones por eso.
Cuando fuimos a jugar contra Inglaterra, nosotros estábamos como a ochenta kilómetros de Londres. Fuimos temprano y nos llevaron a un hotel con colchones tirados en el suelo, descansamos desastrosamente.
Después que pasamos la primera serie (Uruguay empató con Inglaterra 0 a 0, le ganó a Francia 2 a 1 y empató con México 0 a 0), nos llevaron a jugar contra los alemanes en la ciudad de Sheffield, en un tren que estaba para archivar, un ferrocarril de museo, porque pensaban que la garra charrúa alcanza. No, no, no.
“NO SOMOS BONITOS PERO BAILAMOS BIEN”
-Es como un caballo de carrera. Si usted sube a Falero capaz que gana si es un buen caballo. Si lo subo yo o usted, capaz que salimos últimos con el mismo caballo. Hay que saberlo correr. Esto es lo mismo. Los mundiales son campeonatos cortos. Usted tiene que tener tolerancia. Es bravo. Se había arrancado en la gira con un equipo base. Después se habla que hubo influencias, que tenían que jugar Mengano y Zutano, pero tres días antes del partido en Wembley se para al equipo que iba a jugar contra los ingleses y había cuatro o cinco piezas que no se contaba con ellas. No habían sido los titulares en la gira. Ya ahí reventó el lío.
Ya empezó mal la cosa. Era un plantel con muchos jugadores. Yo estaba sucuchado en la pieza con Caetano y que los demás arreglaran sus temas y chau. No hay ningún problema. Además en el partido se anduvo bien. Se anduvo bien porque, aparte de todo, había buenos jugadores.
En espectáculos artísticos, en el folklore, por ejemplo -a mi me encanta el folklore-, el que llena estadios o gimnasios es porque canta bien, bailarines también. A las mujeres feas antiguamente las madres les enseñaban a bailar -cuando se bailaba el tango con cortes-, porque sino era como dijo aquel, “no era bonita ni bailaba bien”. Las viejas para que las hijas no plancharan, que no fueran “calienta sillas” como se decía, les enseñaban a bailar bien. Yo el tango con cortes también lo bailé y esto es lo mismo: los que hacen los buenos espectáculos son los buenos jugadores. Uruguay tenía muy buenos jugadores. No somos bonitos pero bailamos bien. Entonces, si usted le da un buen material a quienes lo tratan bien, dura, pero si no lo tratan como corresponde se va a romper rápido. Así sea una Ferrari.
Pasamos la serie y después pasó de todo con Alemania. Fue un desastre.
“AL TÉCNICO NO LO VIMOS MÁS”
Se habla de muchas cosas de las que yo ni quiero interesarme, no son cosas mías. Lo único que a mí me extrañó fue la desaparición del técnico (Ondino Viera).
Reapareció a los seis meses en Uruguay.
Terminó el partido y no lo vimos más. Se había llevado todos los equipajes del hotel de mañana.
¿Por qué nadie averiguó? El único que me acuerdo yo, discúlpeme alguno si está vivo y dijo algo y yo no me enteré, pero fue el finado Solé que dijo “este hombre no está”, porque vino a los seis meses y enseguida dirigió acá y nadie pidió una explicación y nadie la dio.
Ni al pueblo ni a nosotros mismos. Necesitábamos una explicación los jugadores. Termina el partido, perdimos con Alemania, quedamos eliminados. Vamos al ómnibus, esperamos media hora. “¿El técnico donde está?” Apareció a los seis meses acá. Yo pregunto una cosa: ¿estaba prohibido hablar en esa época? Nadie dijo nada, nadie explicó al pueblo, a nosotros mismos que éramos los principales interesados. ¿Qué pasó? No sabemos.
Pero en ese Mundial no se podía, mi amigo. Fue el famoso partido de los jueces cambiados (inglés para Alemania-Uruguay, alemán para Inglaterra-Argentina). Aparte de todo, hubo una provocación. Hubo dos goles lícitos. Uno que la saca el arquero de ellos de adentro (remate de Cortés, da en el palo y pica adentro del arco). Otro que la pelota está entrando al ángulo (cabezazo de Rocha) y Schnellinger la saca con la mano clarita, increíble. Lo han pasado en la televisión, yo lo veo en la televisión brasileña cuando pasan cosas de los mundiales y muestran lo insólito, que la saca del ángulo con la mano limpita. Y después cosas insólitas del fútbol dos goles hechos que el juez no cobró, porque la deja muerta con la mano en la línea, ahí vamos todos a protestar y nos hacen el gol los alemanes.
Ahí se perdió la cabeza.
Veíamos que no podíamos ganar. Era imposible. Entonces perdió la cabeza todo el mundo (a los 4′ del segundo tiempo Uruguay quedó con 9 por expulsión de Troche por agresión y de Silva por protestar) y después al ferrocarril sin frenos es difícil pararlo. No lo paraba nadie. Nos hicieron cuatro goles y pudieron ser catorce o quince, pero a consecuencia de todo.
“SI NO LES GANAMOS, POR LO MENOS LES VAMOS A PEGAR UN SUSTO”
-¿Cómo ve ahora a Uruguay para el Mundial?
-Es un equipo que está acostumbrado a jugar junto. Eso es importante. Jugadores maduros.
Y es importante que ya los conocemos. Sabemos que Fulano va a dar un porcentaje equis de rendimiento.
Hace ocho años que están juntos. Conocemos las virtudes y los defectos de los demás y de nosotros mismos. Eso al técnico le facilita muchísimo las órdenes, los cambios tácticos y estratégicos, porque ya tiene conocimiento previo de los jugadores y los jugadores conocen al técnico.
Vamos a pensar que los europeos están bravos, pero yo pienso que Uruguay va a estar ahí.
Como dijera mi amigo Luis Maidana: “si no les ganamos, por lo menos les vamos a pegar un susto”.