Nacional obtuvo un punto con sabor a nada. El equipo cae en picada y está cada vez más lejos de la puntas del Clausura y de la Tabla Anual. En plena crisis, atraviesa su peor momento en el campeonato. Y como si fuera poco, se le viene el clásico.

La mayor virtud del tricolor resultó ser la de sobreponerse a la adversidad y dar vuelta el tanteador en la primera mitad. Desde el mismo arranque, manejó el balón y avanzó por las bandas con los muy buenos desempeños expuestos por Matías Zunino y Santiago Ramírez. No se amilanó ni siquiera cuando estuvo en desventaja, tras el inesperado tanto de Jonathan Urretaviscaya. Siguió atacando y llegó a la igualdad con la infaltable conquista de Santiago Ramírez, quien apareció en la posición de número 9 para conectar un preciso cabezazo directo a la red. Y siguió de largo con el penal, finalmente ejecutado por Leandro Fernández, tras la decisión correcta y reglamentaria del VAR de hacerlo repetir en tres oportunidades.   

Salomón Rodríguez, aprovechando el obsequio de la defensa tricolor, se elevó sin marcas en el área chica y, con un preciso cabezazo, decretó el gol del empate rojo en el inicio mismo del complemento. Ese gol, de los denominados “de vestuario”, cayó como un balde de agua fría en el dueño de casa. Para colmo de males, Santiago Ramírez resultó expulsado a los pocos minutos de esa segunda mitad. Y el equipo cayó en un pozo futbolístico, y se convirtió en un manojo de nervios y de desaciertos. Perdió a su mejor exponente en ataque, quedó en inferioridad numérica, y con un apagón completo en ataque. Rentistas, en cambio, se agrupó en el fondo, Nicolás Rossi respondió con seguridad a los tibios embates locales y, así, abrochó al conquista de un punto que, para sus intereses, equivale a oro.  

Nacional, perdido y sin rumbo.