Aquella expulsión de Ricci a Cavani…
Escribe: Atilio Garrido / Fotografías: Fernando González (enviados especiales a Asunción)
Poços de Caldas es un minúsculo municipio de ese país-continente que es Brasil. Está ubicada al sur-occidente en el estado de Minas Gerais, montado casi sobre el límite con San Pablo. En apenas 544 quilómetros cuadrados de superficie viven allí 150.095 habitantes. Prácticamente nada si pensamos que la población total de Brasil en 2010 era de 208 millones de habitantes.
Allí, en una de esas ciudades “del después” en este país-continente de más de 200 millones de habitantes que es Brasil -según datos del último censo de 2010-, el 19 de noviembre de 1974 nació Sandro Meira Ricci. Un puñado de edificios de pisos horizontales son la característica del centro de Poços de Caldas, cuyos mayores ingresos provienen el turismo médico que concurre en busca de los beneficios supuestos para la salud, sumergiéndose en las aguas termales que fluyen dentro del cráter de un volcán sin actividad.
Como todo “garoto” brasileño “o futebol” atrapó a Sandro Meira Ricci mientras desarrollaba sus estudios que le permitieron transformarse en un analista de comercio exterior, profesión que sustenta su tránsito por la vida junto a su familia y que lo obligó a residir en Brasilia, la capital del país, donde la actividad en la cual se perfeccionó es rentable.
EN EL NORTE, EN PERNAMBUCO, COMENZÓ COMO ÁRBITRO
Un buen día comenzó a estudiar los reglamentos del fútbol iniciándose en la carrera de árbitro a nivel local y luego estadual en la Federación Pernambucana de Fútbol. Se radicó en el norte del Brasil.
Su carrera ascendente en la actividad de árbitro llevó a que en 2006 fuera incorporado como árbitro de la Confederación Brasileña de Fútbol. En 2010 cuando se inició la ceremonia de entregar premios al mejor árbitro del campeonato brasileño, Sandro Ricci obtuvo la distinción. Al año siguiente, en 2011, ingresó a la categoría de juez internacional debutando en los torneos de CONMEBOL dirigiendo en el campeonato sudamericano sub-15. En 2013 actuó en el torneo continental sub-20 y luego en el mundial de esa categoría, además de dirigir la final de la Copa del Mundo de Clubes entre Bayern Munich y Raja Casablanca de Marruecos donde se llevó a cabo el torneo. El hecho casi fortuito de que el Atlético Mineiro perdiera sorpresivamente en la semifinal ante el dueño de casa, habilitó que Sandro Ricci llegara a dirigir ese importante cotejo.
En 2014 fue el árbitro de Brasil en la Copa del Mundo desarrollada en ese país. El 15 de junio de 2014 ingresó en la historia de los hechos primigenios del fútbol mundial. En el estadio de Beira Río en Porto Alegre arbitró el partido entre Francia y Honduras. En un lance del juego un remate de Francia pegó en un caño del arco, luego en el golero y la pelota se encaminó hacia dentro de la portería. El arquero de Honduras estiró su mano y la sacó, quedando dudas sobre si el esférico pasó o no la línea de gol. Ricci recurrió a la tecnología y se convirtió en el primer árbitro en competiciones oficiales de FIFA en convalidar un gol con ayuda de ese nuevo elemento. Al quedar eliminado su país de la posibilidad de disputar la final, Ricci estuvo en la conversación como posible juez del partido entre Alemania y Argentina, aunque finalmente quedó marginado de esa distinción.
RICCI Y AQUEL DEDO DE JARA EN EL ANO DE CAVANI
El análisis de su vida y trayectoria reflejada en las líneas precedentes, lleva a la conclusión de que aquel miércoles 24 de junio de 2015 en el estadio de Santiago de Chile, cuando arbitró el partido de cuartos de final de la Copa América entre el equipo local y Uruguay, Sandro Meira Ricci era un árbitro de gran experiencia con muchos partidos conducidos a alto nivel. Sin embargo…
…a los ochenta y dos minutos de ese partido ocurrió uno de esos tantos hechos propios de un enfrentamiento futbolístico, marcado por el destino para transitar el camino de las flores de un día. Las 45.304 personas que pagaron la entrada y colmaban las instalaciones; las decenas de relatores de televisión y radio presentes; los periodistas de los diarios y los medios digitales; los cien fotógrafos acreditados con sus chalecos, ubicados en el borde de la cancha detrás de las pantallas publicitarias de led; los ochenta que estaban apostados en la tribuna; todos, absolutamente todos, observaron la simple incidencia. A la salida de una jugada ofensiva de Uruguay, cuando la pelota había sido rechazada en forma larga hacia adelante, el zaguero chileno Gonzalo Jara se acercó al oriental Edinson Cavani. Una vez apareados, sin que el atacante oriental realizara ninguna acción, el jugador trasandino se tiró al suelo teatralizando la acción, generando la impresión de haber sido agredido.
Sandro Meira Ricci advertido por el juez de línea mostró tarjeta amarilla a ambos futbolistas. A Edinson Cavani la segunda en el juego, lo que originó su expulsión.
La fotografía de Fernando González Roth, compañero de este sitio web, descubrió la realidad que permanecía oculta. La imagen que se viralizó inmediatamente en el mundo, demostró que Sandro Meira Ricci resultó embaucado por la teatralización de jugador chileno a quién Cavani no agredió, como para generar su caída posterior luego de introducir uno de sus dedos en el ano del salteño para generar una reacción que no se produjo.
QUE AQUEL EPISODIO NO PERTURBE MAÑANA A SANDRO RICCI
Edinson Cavani y Gonzalo Jara volvieron a cruzarse por los caminos del fútbol. En cambio el brasileño Sandro Meira Ricci no volvió a estar en una cancha con el jugador uruguayo a quién no sólo perjudicó el juez. La trampa montada por el chileno y en la que cayó el árbitro, cambiaron la historia. Ese partido caminaba hacia la definición por penales. El empate sin goles se quebró cuando Uruguay quedó con un hombre de menos y Chile se tornó irresistible.
¿Qué pudo haber pasado si Cavani continuaba en la cancha como debía ocurrir? Decenas de interrogantes se abren. ¿Chile hubiera vencido por penales a Uruguay? Tal vez no. En ese caso Chile no lograría su primer título de campeón de América. Tampoco habría participado en la Copa de las Confederaciones del año pasado.
El martes, mañana, Sandro Meira Ricci y Edinson Cavani se encontrarán por primera vez, después de aquel 2015, en una cancha de fútbol. Lo único que deseo es que el experimentado árbitro brasileño no se vea presionado por aquel error que tanto perjudicó al fútbol uruguayo, como para tomar decisiones que puedan favorecer a la selección oriental, tratando de compensar hoy lo que le quitó a la celeste hace dos años.
De todos modos, aquel episodio del cuál fue protagonista estará flotando como un fantasma sobre el estadio Defensores del Chaco y millones de ojos analizarán con lupa la justicia de las decisiones que tendrá que adoptar en el transcurso de los 90 minutos de juego.