La viveza criolla del juego limpio
No fui a ver la película Papeles en el viento, porque leí la novela hace apenas un par de años y temo la comparación. Cuando pase suficiente tiempo para que me olvide del libro, la saco de un video y la miro como nueva. Ahora todavía recuerdo, por ejemplo, que el libro tiene un capítulo llamado Nostalgia, que trata de lo difícil que es para un hincha de Independiente de Avellaneda tolerar un presente como éste después del pasado que tuvo. Por supuesto, añora todas las copas y el firmamento copado por Bochini. Lo recuerdo porque al leerlo pensé que Bochini, para mí, es exactamente lo contrario: la antinostalgia.
Para mí es muy fácil celebrar este presente de Uruguay después de aquel pasado en que Bochini nos bailaba, el Amalfitani y La Bombonera nos cantaban “afuera de la Copa”, no ganábamos casi nunca pero nos ufanábamos de que a Bochini lo matábamos a patadas y a Rivelino lo corríamos hasta el túnel.
Es cierto que tampoco entonces los jueces nos regalaban nada, pero teníamos una asombrosa capacidad de confusión para llamarle “viveza criolla” a caer, por impotencia, en las más obvias provocaciones y perjudicarnos.
Eso con Oscar Tabárez no pasa. En ninguna divisional de la Selección. Lo de Luis fue un partido ganado incluyendo un recurso sancionado con infame desproporción e, incluso, cuando echaron a Cavani en Chile fue porque Jara simuló y el juez ya tenía comprada o vendida la simulación, porque vio claramente que Cavani no reaccionó ante la provocación, al contrario, intentó sacárselo de encima.
Esta noche Uruguay le ganó a Chile como pudo, de la única manera que se puede, con inteligencia, desenfadado, enojando a Sampaoli, que desesperado intentó con insultos desequilibrar a Cavani y lo único que logró fue que saltara más alto para peinarle la pelota a Palito.
Jorge Sampaoli, DT de Chile.
