La vida de Tito Gonçalvez (Nota 10)
Por Atilio Garrido
En la nota de hoy, cumpliendo lo anunciando en la anterior (No. 9), recorreremos el segundo semestre de 1966. Después de la resonante conquista de la Copa Libertadores de América, en épicas tres batallas ante River Plate de Argentina, el gran desafío para el fútbol uruguayo resultaba inmediato: la Copa del Mundo de Inglaterra de 1966?
LAS ELIMINATORIAS DE 1965 PARA EL MUNDIAL
-¿Se acuerda cómo clasificó Uruguay?
-“Sí, sí, claro, hay cosas que se olvidan, otras no. Esta es una de ellas. Disputamos las eliminatorias en 1965 ante Perú y Venezuela. Fue la única vez en la historia que Uruguay ganó todos los partidos a ese nivel. Nos dirigió el Mayor Rafael Milans. Armó la base con cinco jugadores de Peñarol, los de Nacional y William Martínez que jugó en Peñarol hasta 1962, momento en que los dirigente compraron al paraguayo Juan Vicente Lezano.”.
-Anda bien de la memoria. El domingo 23 de mayo de 1965 arrancó Uruguay con un triunfo por 5:0 en Montevideo frente a Venezuela. El equipo formó casi como Vd. dice: cinco de Peñarol, cuatro de Nacional, más William Martínez de Rampla Jrs. y Douksas de Danubio. Mazurkiewicz, William y Manicera; Cincunegui, Gonçalvez y Caetano; Urruzmendi, Rocha, Silva, Douksas y Meneses.
-“Inmediatamente viajamos a Caracas para la revancha. No jugó Cincunegui. Entró aquel chiquito Benítez, de Cerro. Fue un partido muy difícil, aunque lo crea. Ganamos 3:1, pero en forma complicada. Nos pusimos 1 a 0 y yo me lesiono después de la media hora. No había cambios en aquel entonces. Había que mantenerse en la cancha, como Eliseo Álvarez en 1962. Me fui de centrodelantero para molestar, nada más. Y nos empata Venezuela. En el arranque del segundo tiempo, creo que Rocha hizo el segundo y expulsan a William Martínez. Quedamos con nueve jugadores. Los venezolanos en aquel tiempo eran pan comido, pero nueve contra once siempre es difícil jugar. Nos metieron en el arco y Pepito Urruzmendi en un contrataque nos da la tranquilidad del triunfo”.
-Y viajan a Lima para enfrentar a Perú.
-“Curiosamente habían ganado los peruano en forma apretada de locales a Venezuela y cuando van a Caracas golean. Tenían un equipo bárbaro. Ya asomaban los fenómenos del mundial de 1970. Me acuerdo que la defensa fue casi la misma que eliminó a Argentina cuatro años después. El golero Rubiños, un lateral derecho moreno, Campos, Chumpitaz, y adelante Perico León, Zegarra, Calatayud, Mosquera. La movían lindo. Ellos tenían cuatro puntos y nosotros dos. Si perdíamos quedábamos eliminados. ¿Qué me dice? No pude jugar yo que estaba lesionado, ni William suspendido. Mazurkiewicz no sé por qué no jugó, no me acuerdo y el técnico Milans sacó a Benítez. Por mí entró Roberto Gil, de Rampla Jrs. De back jugó Chabar que era de Racing, pasó Caetano a la derecha y entró de jas izquierdo Mario Méndez. Fue un partido difícil, complicado. Estuvimos a punto de perderlo. No salvó Urruzmendi con un gol sobre el final. En el último partido en Montevideo teníamos que empatar. Milans mantuvo el equipo. Movieron y gol de los peruanos. Se puso otra vez difícil para los muchachos. Ganamos 2:1 en el segundo tiempo”.
¿QUÉ PASÓ EN EL MUNDIAL DE INGLATERRA?
“Ahí está. En 1966 el panorama ya era diferente al de las eliminatorias. Viene el mundial, Peñarol estaba armado, éramos campeones de América, teníamos una confianza bárbara y… sacan a Milans y ponen a Ondino Viera. Yo no sé qué hubiera hecho Milans si lo mantiene. Pero sé lo que hizo Ondino. Otra vez una gira por Europa, larga, con traslados poco creíbles. Jugamos en La Coruña, viajamos en ómnibus a Lisboa y desde allí, en un ómnibus chiquito, cruzamos toda España para ir a Barcelona. De locos. Para peor, Ondino dejó fuera del plantel al Pardo (Abbadie). Una injusticia. Se dijo que estaba lesionado, pero el Pardo andaba bien. ¡Debutamos en Wembley ante Inglaterra con un equipo que nunca había jugado junto! En ningún partido de la gira.Búsquelo Vd. que le gusta la historia. Nunca en la gira jugaron esos once jugadores que empatamos con Inglaterra. En el Nou Campo contra el Barcelona, en el primer tiempo jugamos todos los de Peñarol con el agregado de Troche y Domingo Pérez. Para mí gusto ese tenía que ser el equipo. En el segundo tiempo cambiaron a los once. Entraron los de Nacional y otros muchachos de los equipos menores. Después de ese partido Ondino hizo las eliminaciones”.
-Pero… ante Inglaterra, la táctica que armó Ondino con los saleros y pimienteros no fue tan mala. Empatamos 0:0 con el dueño de casa en el partido inaugural del mundial…
-“Ja, ja… -el Tito se echó hacia atrás en el sofá a las risas-. Me acuerdo que nos reunió a todos, los 22 jugadores delante de una mesa. Ondino hablaba y Juan López movía saleros que, creo eran los uruguayos. Y para acá, y para allá. En eso Ondino dice ‘y Troche que es el líbero sale a cortar’. Juan López va a mover el salero que era Troche y con la mano lo tira un salero… Entonces Cocito que era el kinesiólogo y estaba sentado al lado mío me pregunta: ‘¿qué hago Tito, entro o no entro?’ Yo me tenté con la ocurrencia y me tuve que morder el dedo para no reírme delante del entrenador”.
-Pasaron muchas cosas en ese mundial…
-“Yo jugué dos mundiales. Le digo una cosa. El campeonato del mundo es algo muy serio, único diría, y allí juegan imponderables que pueden torcer a veces el curso de la historia. Contra Inglaterra ellos lucían unas hermosas camisetas de seda. Eran lujosas. Me parece ver todavía sus rostros con vaselina, brillantes, para deslizar la transpiración. La ropa nuestra era de terror. Todos, mire lo que le digo, todos, tuvimos que romperle la costura de abajo hacia arriba a los short porque no nos entraban. Eran chicos. Claro, las morras nuestras no cabían en el pantaloncito. Después, lo más increíble, cruzaron los jueces en el partido que clasificaba a las semifinales. Un alemán dirigió Inglaterra-Argentina y un inglés hizo Uruguay-Alemania. El reglamento era claro, al terminar la primera ronda, los jueces de los ochos países que seguían en el torneo, quedaban afuera. Y el presidente de la FIFA, que era inglés, manipuló las designaciones. Fue un escándalo. Contra Alemania salimos a toda máquina y forzamos ese penal del rubiecito alemán que no me acuerdo como se llama. No lo cobró. Pegamos una pelota en el palo. Y después expulsa a Troche y al Lito Silva. Y le cuento una cosa más que pocos saben. También expulsó a Cortés, pero yo me metí y no le hicimos caso. Le dije al Pocho que siguiera en la cancha, que no se fuera. El inglés estaba tan asustado por lo que estaba haciendo, que se quedó en el molde. Después, en el formulario puso que lo había expulsado. Búsquelo Vd. y va a ver que fue así. A ese árbitro, le cuento otra, cuando vamos para los vestuarios, él iba delante de nosotros, mezclados los titulares y los suplentes. Entonces cuando pasamos al lado de él, el Chufla Ramos le pegó una patada en el c… ¡Qué cosas! Hoy uno las cuenta y se asusta”.
-¿Y del lío con el Pepe Sacía y Ondino Viera no me cuenta nada?
-“No. Déjelo ahí. El Pepe quería jugar siempre. Y eso vale mucho en un jugador. Porque mire que hay muchos que se borran en las bravas y se tironean. El Pepe quería jugar. Y bueno… Ondino eligió al Lito Silva y Pepe se puso como una fiera. Déjelo ahí…”
PEÑAROL CAMPEÓN MUNDIAL DE CLUBES EN MADRID
-Al retornar la gran revancha del fútbol uruguayo y todos los jugadores en la propia Europa, con Peñarol, otra vez, como bandera…
-“Sí, es cierto, demostramos en Europa que si las cosas se hubieran hecho un poco mejor en la Copa del Mundo, podíamos haber peleado más arriba, inclusive contra los jueces. Enfrentamos al campeón de Europa, el Real Madrid. Primero acá, una tarde hermosa de sol que aún recuerdo, el 12 de octubre de 1966. En aquel tiempo era feriado. Se festejaba el descubrimiento de América. Hoy, no sólo no se festeja nada. Los muchachos no saben que pasó en esa fecha. Bueno… Dos golazos de Spencer. Notable. Un triunfo claro…”
-Real Madrid había ganado la sexta Copa de Europa de ocho que se habían disputado. Era el súper equipo del Viejo Continente, sin discusión alguna, por sobre todos los equipos. Aquí el equipo formó con Bentancourt, Pachín, Sanchís, Felix Ruíz y José Martínez; Pedro de Felipe, Serena, Zoco y Velázquez; Amancio y Gento.
-“Vamos a jugar allá y resulta que todos los madridistas ya tenían pasaje para la sede del segundo partido que, creo, estaba fijada en Suiza o Italia. No me acuerdo. Era una fija. El Real Madrid en su casa, que ahora se llama estadio Santiago Bernabeu y no Chamartín como en 1960, era imposible que empatara. Menos que perdiera. El partido lo asumimos con gran tranquilidad, producto de la confianza que habíamos ganado en el partido de Santiago. Todo se fue dando en forma matemática. Un planteo perfecto de defensa. El equipo había recuperado a Luis Varela después de la operación de apéndice. Entró Tabaré González como lateral derecho y con Abbadie que retrocedía, se encargaron de tapar las subidas de Gento, que era un puntero izquierdo velocísimo, que venía de la época anterior de los cinco títulos de Europa al hilo. Pedro (Rocha) jugó algo más retrasado al lado mío, con Cortes. El paraguayo Lezcano en el fondo, Cachito Caetano en el lateral derecho, y dejamos adelante a Alberto y a Joya. El árbitro que era italiano no se dejó llevar por la presión. Cobró un penal a favor, bien pitado. Rocha lo convirtió y después Spancer hizo el segundo…”
-Sostengo que la imagen de televisión que por suerte quedó, muestra el golazo de Spencer. Si en aquel tiempo se hubiera pasado en directo, si la tecnología fuera otra, ese tanto del ecuatoriano fue similar o tal vez de mayor factura técnica al que Maradona le hizo a los ingleses.
-“Sí, puede ser. Arrancó desde el mismo lugar, de nuestra cancha propia sobre la derecha. La diferencia es que Alberto pasó a los gallegos como postes a la carrera y cuando llega a la media luna le toca la pelota a Joya que se la devuelve perfecto, medio de taco o le pega en la pierna, y deja a Spencer cara a cara con el golero. En ese momento, si, la definición de Alberto fue espectacular, notable, limpita. En cambio la de Diego es sucia, trabada con la pierna del defensor inglés”.
-¿Qué sintió cuando subió al palco oficial, recibió la Copa del Mundo de clubes, la tomó con la mano derecha y bajó como si fuera un gladiador romano a dar la vuelta olímpica?
-“No sé, no sé, muchas cosas… A veces la veo por televisión, ahora me la está mostrando Vd. y, no sé… Mis padres, la familia, los hijos, los amigos, la gloria, el progreso económico, llegar a dónde uno nunca soñó. No sé, no sé… Nosotros recibimos la victoria con toda alegría y tranquilidad. Lo de Santiago fue otra cosa, más impactante. En Madrid fue más frío, calculado, con sobriedad. Dimos la vuelta olímpica, los festejos en el vestuario, llegamos de madrugada al Hotel Luz Palace y festejamos con los dirigentes y algunos allegados”.
-¿Y el retorno?
-“¿Qué podía decirle ahora lo que fue aquello? Si lo que ocurrió al retorno de Santiago fue una locura, esto otro alcanzó ribetes de novela. Miles de automóviles en la caravana desde el aeropuerto por la rambla hasta el Estadio Centenario. La gente subida al techo del ómnibus en el que viajábamos. Nosotros teníamos miedo que se nos cayeran encima, que no aguantara. La llegada al estadio con las tribunas repletas, la vuelta olímpica otra vez, la copa, el dale, dale los peñaroles. Esas son las cosas hermosas, inolvidables, que me dejó el fútbol y, realmente no existe poder material capaz de cotizarlas”.