Falero, el Técnico que dejó a Cerro en la A
Miguel Falero define su identidad como entrenador en una breve fórmula: “ser un líder honesto, creíble, que deje enseñanza permanente con sus actitudes y que encuentre en el equipo, plasmado en la cancha, un equilibrio que es el correr, el meter y el jugar sobre todo”.
Muchos años en el fútbol como jugador. Surgido de las formativas de Peñarol. Debutó de manera profesional en 1997 en el Emelec de Ecuador donde jugó hasta 1978. En 1979 vino a Progreso; consiguió el ascenso a Primera. Jugó en Progreso hasta 1981 cuando firmó con Peñarol. Durante su paso por Peñarol logró cuatro títulos (Intercontinental, Libertadores y dos campeonatos uruguayos). En 1984 se fue a Platense de Argentina. Al siguiente año regresó a Progreso y se fue al Apollón Smyrnis de Grecia donde jugó en 1986. De 1987 a 1990 jugó en Defensor y en Emelec. Fue internacional con la Selección desde 1980 hasta 1983. Formó parte de la selección que ganó el Mundialito en 1981.
Como entrenador comenzó de asistente técnico de Juan Auntchaín en Defensor Sporting, “donde por primera vez el club consiguió en la misma temporada Campeonato Uruguayo y Liguilla”. En 1992 se independizó y pasó a Cerro dirigiendo y logró mantener al club en Primera División, “luego de un comienzo muy duro como fue en esta oportunindad”. En 1993 dirigió a El Tanque Sisley, en 1994 a Huracán Buceo. En el 97 a Wanderers. Posterior a eso trabajó como asistente técnico en Libertad de Paraguay en 2001 y en Defensor en 2003. En 2005 regresó a Ecuador como técnico del Delfín Sporting Club y un año más tarde dirigió a Atenas de San Carlos hasta el 2007. Ese año fue como asistente técnico al Sociedad Deportiva Quito y en el siguiente año ocupó el mismo puesto en el Emelec.
En 2008 asistió a Aníbal Ruiz en el Cúcuta de Colombia. Dos años después en el Universidad de San Martín de Porres de Perú y en 2011 llegó a Honduras para dirigir a la Sub-23 y al año siguiente pasó a la Selección Mayor como asistente técnico del colombiano Luis Fernando Suárez, con quien concurrió al Mundial 2014 como clasificado directo.
-¿Y cómo llegaste de Honduras a Cerro?
-Por el llamado del Presidente (Miguel Panosian), porque se enteró que yo estaba por acá, que tenía interés de quedarme para afrontar esta dura tarea. Dijimos que para completar este torneo íbamos a sumar nuestro granito de arena.
-¿Y con qué te encontraste?
-Con un equipo con muchas ganas de luchar. Entero moralmente y logré formar un buen grupo de trabajo en primera instancia, que fue lo que nos ayudó a ganar tiempo. Tuvimos una gran colaboración de mi asistente Leonel Pérez, que nos conocemos desde hace años y conocemos todos los trabajos y eso me ayudó a ganar tiempo, lo mismo que el mantener a Carlos Aires como entrenador de arqueros, que ya conocía la institución y conocía muy bien a los tres arqueros que eran muy parejos y también al profesor Luis Bondelas que también conocía. Con la colaboración también de Walter Aguilar, Toto Pereira, Juan, siempre al pie del cañón para los trabajos de campo permanentemente. Lo primero era armar el equipo porque había puestos cubiertos y puestos que no estaban cubiertos. Contactamos a varios jugadores según las características que podían ser importantes para Cerro. Algunas posibilidades se truncaron. Algunos jugadores no quisieron venir y los que vinieron lo hicieron con total convencimiento de que podíamos salir adelante. Eso fue fundamental. Lo que más nos enorgullece fue el trabajo que hicieron los 27 jugadores y el compromiso que han tenido.
La campaña…
-Hubo una aparente irregularidad al principio, pero no fue así dentro del terreno. Desde nuestro primer partido que perdimos tres a cero con Peñarol, en un resultado mentiroso, tuvimos una forma de juego definida. Hasta el gol de Peñarol fuimos superiores y creamos tres situaciones claras de gol con las que podríamos haber abierto el partido nosotros y eso nos marcó lo que podíamos, ante un aspirante al título. Y en el segundo partido, ante Racing que había salido segundo en el torneo anterior y tenía muy buenas perspectivas, le jugamos de igual a igual y fuimos justos ganadores. Lo que pasó fue que cuando nosotros ganábamos no lográbamos descontar porque también ganaban los rivales directos. Los que sí nos ayudaron fueron los resultados de estos partido finales, porque no pudieron mantener el ritmo de nuestras victorias nuestros rivales directos. El no bajar los brazos fue fundamental y este final es un justo premio.
Perspectivas…
-Terminar el torneo con Cerro. Queda un partido más, contra Fénix y es nuestra obligación presentar el mejor equipo posible e intentar llevarnos una victoria. Y después de eso yo quedo en libertad de acción porque mi contrato es hasta después del partido con Fénix. Pienso esperar con calma.
-¿Cómo encontraste al fútbol uruguayo después de tantos años trabajando en el exterior?
-Están mejores los campos, tienen más oportunidades los juveniles porque se mejoró el trabajo con los juveniles. Lo que pienso es que se tendría que hacer un campeonato más interesante aún, donde no primen tanto los porcentajes y cuentas raras sino que sea más directo, donde los equipos mejores del año peleen las copas y los que están por debajo desciendan y suban de la B los que hicieron una mejor temporada.
-¿Lo principal de un entrenador?
-Lo mejor de un entrenador es que sea claro en sus conceptos, que tenga una línea de juego definida y que aproveche las virtudes de sus jugadores lo máximo posible y disimule los defectos.
-¿Entrenadores que más te influyeron?
-Primero los de mi formación: Osvaldo Balseiro, Néstor Goncálvez. Luego Luis Cubilla, Pedro Cubilla, Aníbal Ruiz, Ángel Castelnoble y Raúl Möller.
Espejos…
-Siempre trato de tomar pequeñas cosas de diferentes entrenadores. Trato de estar actualizado, mirando notas y trabajos de todos. Es muy zafral. Nos enamoramos un tiempito de Bielsa, un tiempito de Bianchi, un tiempito de Guardiola, un tiempito de Mourinho, de Ferguson, pero trato de sacar siempre lo mejor sin perder mi identidad.
Miguel Falero, el entrenador que mantuvo a Cerro en la A con un torneo Clausura memorable.