Juan Pablo Rodríguez, de cien años de estirpe racinguista en 4ª generación cervecera
Cervecera, sí, porque la estirpe racinguista de Juan Pablo Rodríguez Conde, pasando por los tiempos de la cancha “De La Cervecería” se remonta en la historia desde el Reducto, la cuna del Racing Club de Montevideo, el Reducto donde el 6 de abril de 1919 fue fundada la institución con el nombre inicial de Yuyito.
Juan Pablo Rodríguez es de Shangrilá, hizo baby fútbol en el Santa Rosa de la Liga Interbalnearia, pero es hincha de Racing desde siempre, por tradición familiar. “Mi abuelo (Raúl Arquímedes Rodríguez) lo transmitió a mi viejo; ellos son del Reducto, criados ahí, y mi viejo me lo transmitió a mí: no había elección, había que ser de Racing o de Racing. Hace un par de domingos, mi primo hermano Héctor Conde (que jugó en el Primero de Racing en 2002, también hijo de racinguista) llevó a mi sobrinito de un año al Roberto y lo prendió del alambrado en el mismo lugar donde nos prendíamos él y yo de guachos, junto al corner de la bajadita, justo donde termina el hormigón“.
Así que el linaje albiverde de los Rodríguez y los Conde sigue de largo a través de las generaciones para más de cien años…
A los catorce años, Juan Pablo pasó de la platea a la cancha. Su padre, Raúl Rodríguez, que hoy es el Presidente del club, lo llevó a hacer una prueba. Quedó en sexta. “Empecé a practicar en Racing cuando todavía entrenábamos en El Monte de la Francesa, 1996, pero al año siguiente, con quince años, me tocó el año de inicio de entrenamientos en el Complejo de Colón, que todavía no estaba terminado: fue el gran cambio. Recuerdo a mi abuelo y a mi vieja trabajando ahí para el Complejo de Juveniles, por Racing, eso… como que te marca también un poco“.
ACADÉMICO EN TODO SENTIDO
Juan Pablo cursó la Scuola Italiana hasta sexto y después la Universidad de Montevideo, Ingeniaría Civil. Le faltan tres exámenes para recibirse de Ingeniero y se recibió de Entrenador de Fútbol en Argentina, curso que culminó en 2013.
-Estudiar y jugar a la vez me fue posible porque Gastón Machado, técnico que tuve ya estando en Primera, me bancó que llegara tarde a un par de entrenamientos en la semana, porque ese año yo estaba en la duda de seguir jugando porque no me daban los tiempos para seguir estudiando. Gastón me marcó para ser profesional, junto a Miguel Piazza que fue el que me hizo debutar en Primera. Después, con Juan Verzeri logré para mí el máximo como jugador antes de irme a México.
-¿Qué diferencias encontraste entre los distintos medios donde actuaste?
-La principal diferencia está en el ritmo de juego. Al fútbol mexicano vos lo mirabas por la tele y pensabas que ibas a tener muchos espacios y que ibas a poder trasladar la pelota, pero cuando llegás es todo a un toque. El argentino lo que tiene de vértigo y la presión de las hinchadas. El árabe es un fútbol competitivo pero no de los más fuertes, pero soy un convencido de que si andás bien en el fútbol uruguayo podés jugar en cualquier liga del mundo porque como se mete acá, como se corre, como se defiende, no pasa en otros lados. Incluso me parece que lo más similar es Argentina, pero no se marca ni se mete tanto como acá.
Juan Pablo es volante típico de La Escuelita de Sayago, creativo, buen pie, técnica depurada. Su espejo desde niño fue Darío Larrosa. “fue mi ídolo; del club y de la institución era un símbolo y yo crecí mirándolo; ya después de grande, Antonio Pacheco, a quien ni lo conozco personalmente, pero además de que -ni que hablar- futbolísticamente es un crack, siempre me gustó su perfil y su manera de declarar”.
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-Tuve la posibilidad de quedarme antes, pero surgió lo de Arabia, gracias a Verzeri y económicamente pesó. Al retornar vi partidos de Racing, ya dirigido por Larriera, con la base de este grupo y la verdad, quedé sorprendido por cómo se manejaban jugando un descenso siempre atrevidos, siempre yendo al frente. Eso me parece que fue lo más importante. Después confirmé todo eso en este momento que nos encuentra en una posición espectacular.
-¿Expectativas?
-En lo personal disfrutar. Cuando uno se va al exterior, por hacer una diferencia económica se priva de muchas cosas del disfrute de vestuario, de jugar con la camiseta que uno tanto quiere, de que tus compañeros sean amigos -que en el exterior es difícil- y en lo grupal, tratar de hacer un buen apertura, que nos permita que el semestre que viene el equipo quede bien parado, para no tener que pelear el descenso como viene pasando en los últimos tres años y poder ilusionarnos con llegar a una copa internacional como pasó en 20o9, que fue el mejor momento de Racing en toda su historia.
-¿Tres momentos en tu carrera?
-El mayor: la citación a la Selección, en 2003, con Carrasco de técnico. No me tocó debutar pero sí estar en el banco de suplentes y la verdad que vestirte de Uruguay ya es algo espectacular: vestir la celeste fue lo máximo. El primero, haber debutado en Racing, el cuadro del que soy hincha, que tanto quiero y el tercero mi pasaje por All Boys, que fue una confirmación para mí, porque me había ido muy joven a Estudiantes y en All Boys confirmé que me daba para jugar bien en Argentina casi siempre de titular. Y el gran campeonato que hicimos con Verzeri.
-¿Algo para agregar?
-Agradecer a mi señora que me acompañó desde el primer día en la aventura de ir al Exterior y a mi vieja que me llevaba a los entrenamientos a Colón. Me esperaba en el autito porque si no llegaba ni loco a entrenar después del colegio.