La fotografía inmortal…
Escribe Atilio Garrido / Fotografías Fernando González (enviados especiales)
El fútbol genera episodios de todo tipo. La gran mayoría son como las flores de un día. Hermosas, inmensamente bellas. Nacen en las tunas pulqueras cuando amanece y el sol se cuelga en el cielo, condenadas a morir al llegar la noche. Un gol, una infracción fuerte, una atajada, un quite de un zaguero que corta la jugada hilvanada con destino de red…
El miércoles 24 de junio de 2015, a los ochenta y dos minutos del partido que disputaban Chile y Uruguay por los cuartos de final de la Copa América, en el Estadio Nacional de Santiago, ocurrió uno de esos tantos hechos propios de un enfrentamiento futbolístico, marcado por el destino para transitar el camino de las flores de un día. Las 45.304 personas que pagaron la entrada y colmaban las instalaciones; las decenas de relatores de televisión y radio presentes; los periodistas de los diarios y los medios digitales; los cien fotógrafos acreditados con sus chalecos, ubicados en el borde de la cancha detrás de las pantallas publicitarias de led; los ochenta que estaban apostados en la tribuna; todos, absolutamente todos, observaron la simple incidencia. A la salida de una jugada ofensiva de Uruguay, cuando la pelota había sido rechazada en forma larga hacia adelante, el zaguero chileno Gonzalo Jara se acercó al oriental Edinson Cavani. Una vez apareados, sin que el atacante oriental realizara ninguna acción, el jugador trasandino se tiró al suelo teatralizando la acción, generando la impresión de haber sido agredido.
Se produjo el siempre tradicional amontonamiento de hombres en torno a los dos protagonistas. El árbitro brasileño Sandro Meira Ricci llegó presuroso a la zona del hecho. Cavani enfurecido, como un loco iba y venía entre las camisetas rojas que buscaban azuzarlo aún más, para aumentar su ira. La doble tarjeta amarilla cambió de color y el rojo inevitable le marcó al delantero salteño el camino anticipado de los vestuarios. Increpando al administrador de la justicia que lo expulsaba, Maximiliano Pereira y Cristian Rodríguez lograron tomar a Cavani, uno de cada brazo, retirándolo del campo de juego. La flor de un día moría con cada paso del jugador enfundado en camiseta celeste caminando rumbo al adiós. El episodio, uno más de los miles que se producen en cada partido, cumplía su condena de muerte inevitable.
La incidencia y la expulsión quedarían como un simple recuerdo más del partido que luego se definió a favor de Chile, con un gol que llegó cuando se quebró la resistencia de Uruguay que con un hombre menos en la cancha, apostaba mantener el cero para apostarlo todo en la ruleta de los penales.
Es cierto, también, que la situación personal por la que atravesó Edinson Cavani el día anterior, le agregaba un condimento que ayudaba a que el episodio perdurara algunos momentos más. En su Salto natal, el padre del atacante uruguayo se encontraba en la prisión, aguardando el desenlace judicial luego de protagonizar un accidente que costó la vida a una persona. De todos modos, la incidencia caminaba a convertir en un simple recuerdo. En un “te acordás cuando a Cavani lo expulsaron por agredir a Jara”…
Los relatores de la televisión repasaban las imágenes sin comprender que ocurrió en las proximidades del círculo central. Sus ojos y las cámaras seguían la pelota que estaba en la zona defensiva izquierda de Uruguay. La otra teatral montada por Jara –seguramente planeada y sugerida por el director rosarino Jorge Sampaoli- resultó perfecta. Logró el éxito buscado. El árbitro y el juez de línea engañados, no creían en la justificación que a los gritos esgrimía Cavani en la cancha.
Hasta que, de pronto, detrás del arco de Chile, uno de los ciento ochenta fotógrafos acreditados, revisaba presuroso su cámara Nikon. En la secuencia de sus disparos encontró una imagen. Sólo una. Una, que se constituyó a partir de ese momento en la prueba documental que transformó a la flor de un día en eterna. Cuál si fuera un Robert Capa del fútbol, el fotógrafo Fernando González Roth, se convirtió en el gran detective que esclareció el hecho llevándolo a la inmortalidad. Desde su posición apretó el disparador, generó el famoso ¡click! en el momento justo en que Gonzalo Jara apoyba su mano en la zona izquierda del trasero de Edinson Cavani e introdujo uno de sus dedos –el dedo medio, el más largo- en el orificio anal del jugador uruguayo.
Fernando González Roth, apoyado en la tecnología que hoy convierte rápidamente un hecho en en atención mundial -si el mismo lo merece-, “colgó” la imagen en el sitio web de tenfield.com encendiendo así la mecha de la gran explosión. En unos segundos las televisoras del mundo repetían la incidencia en donde nada raro se observaba porque no captaron el momento justo, unidas a la fotografía que demostraba el engaño de Jara. A partir de entonces, por culpa de la calidad profesional y de la experiencia acumulada durante cuarenta y cinco años de andar por las canchas del mundo, la imagen de Fernando González Roth sugirió miles de interpretaciones. Por ejemplo, la llamaron “el dedo de Dios”, uniéndola con el engañoso gol de Maradona ante los ingleses en la soleada tarde de 1986 en el Estadio Azteca.
Al final del partido, el disparador de la fotografía convirtió la zona mixta en un enjambre de periodistas ansiosos buscando las declaraciones de los protagonistas. Afectado por la situación personal que vivía, a la que se agregó el problema originado en la cancha, Edinson Cavani no hizo declaraciones retornando rápidamente a Uruguay para ocuparse del trance por el que pasaba su progenitor.
La revancha llegó pronto para el atacante oriental. El 17 de noviembre de 2015, por las eliminatorias para Rusia 2018, el contundente 3:0 a favor de Uruguay, en una noche notable de Luis Suárez, el salteño tuvo el desquite. Al terminar el partido, en la zona mixta, con esa bondad que traduce su cara limpia, de botija de barrio salteño surgido en la pobreza soñando con llegar a la fama, Cavani afirmó que “Jara se me acercó al final del partido y me pidió disculpas. Yo le dije que estaba todo bien y que tuviera suerte. No deja ninguna enseñanza seguir hablando del tema“. Aunque será imposible que eso no ocurra. ¿Una prueba?
Hoy, dentro de un rato, volverán a encontrarse por primera vez, nuevamente, en el mismo teatro donde aconteció el engaño, que la notable fotografía de González Roth, transformó en inmortal.