Peñarol, no levanta cabeza, literalmente es una lágrima. River Plate, le ganó de atrás y con absoluta justicia. Otra catastrófica derrota en el Campeón del Siglo que prendió por completo las luces de alarma en la Tabla anual, que continúa liderando, pero tan solo con un punto de ventaja sobre el tradicional adversario. Lo que determinó que Alfredo Arias, no continúe en el cargo de entrenador. Fin de ciclo. 

Contundencia al máximo en un discreto primer tiempo. El aurinegro superpobló el mediocampo y fue inoperante en ataque, ya que no supo, ni pudo explotar las bandas. Llegó al gol gracias  al oportunismo de Abel Hernández, que capturó una pelota perdida en el área contraria. Ni siquiera en ventaja levantó su nivel futbolístico, careció por completo de juego organizado y colectivo. El darsenero, por su parte, aprovechó una jugada de pelota quieta, con cabezazo-hombro de Santiago Brunelli, para marcar la igualdad ante la asombrosa pasividad de la defensa local.

Faustino Barone, y explotó la bronca de los hinchas aurinegros en el complemento. El juvenil delantero riverplatense con un espectacular doblete, con auténtico sello de goleador, en dos apariciones fantasmales dio vuelta el tanteador y puso arriba al darsenero. Y se cayó la estantería y comenzaron los canticos de reproches desde la tribuna para los jugadores locales que sintieron el impacto e ingresaron  en un profundo pozo anímico y futbolístico, convirtiéndose  en un manojo de nervios e imprecisiones que los llevó a deambular por la cancha. Con la consencuencia lógica y dolorosa de sufrir otra durísima caída.  

River Plate, hizo leña del árbol caído.