¿Infantino aseguró a Uruguay y Argentina la sede del mundial de 2030 ?
Escribe : Pierre Arrighi
El italo-suizo fue elegido Presidente de la FIFA el viernes pasado con 115 votos en la segunda vuelta, después de colectar apenas 88 apoyos en el primer escrutinio. Una corta mayoría, muy inferior a los scores que acostumbró Blatter y que prometió Platini. Infantino deberá elegir entre aplicar su programa de promesas o ceñirse a la línea financiera martillada por el Secretario general, el alemán Markus Kattner. Apostemos que optará por esta segunda opción si no quiere verse pronto fuera de juego como su predecesor.
El Congreso extraordinario
El mundo entero pudo seguir en directo el Congreso extraordinario de la FIFA, reunido el viernes pasado en Zurich. Se adoptaron entonces dos resoluciones importantes: la aprobación por mayoría aplastante de las reformas propuestas por la Comisión Carrard, y la corta victoria del candidato de la UEFA, Gianni Infantino, elegido noveno presidente de la federación internacional con la misión anunciada de concluir el mandato de Sepp Blatter.
Sobre las características de este Congreso pueden hacerse algunos comentarios. A diferencia de aquellos congresos históricos que fundaron la FIFA e hicieron el orgullo de su época más democrática (1923-1960), no hubo debate alguno. Cuando el presidente interino Issa Hayatou— que durante la campaña había maniobrado en los pasillos en aras de un acuerdo electoral Asia-Africa— y los tres miembros de la Comisión de reformas (Carrard, Omari y Montagliani) presentaron el plan a aprobar sí o sí, solo se oyó la posición disonante de Palestina, que con cierta pertinencia cuestionó el riesgo de acrecentar el poder del Consejo en detrimento de la autoridad del Presidente y de la FIFA misma. No hubo debate ni sobre las reformas, que fueron presentadas a la vez como fruto del trabajo de solo 13 personas y como resultado de un supuesto consenso general, ni tampoco hubo debate sobre los programas de los candidatos a Presidente.
Puede objetarse que ya era tarde, y que con 207 delegados (Koweit e Indonesia fueron suspendidos por delito de ingerencia política), los debates son prácticamente imposibles. Entonces si no hay debate ni antes, porque los candidatos los rehuyen, ni después, porque los delegados son muchos, ¿dónde está la tan mencionada democracia?
El Congreso tuvo dos partes. La primera, el contenido, el guión. La segunda, la forma, el actor. Sobre el contenido, como lo afirmó el miércoles pasado el mismísimo Platini, son los burócratas de la FIFA los que mandan, los que dictan, los que imponen. Y atrás de ellos, al acecho, las justicias suiza y americana. No debe olvidarse, al respecto, el apoyo de los Estados Unidos al príncipe Alí…
El aparato de Zurich fijó el programa presidencial de los próximos tres años y redujo el rol del nuevo jefe a la ejecución de órdenes. Señaló que la situación económica de la FIFA era mala (dando razón a las críticas emitidas durante la campaña por Salman y Champagne contra el programa demagógico de Infantino), y que antes de aplicar cualquier promesa era necesario restablecer la confianza (lo que llevará por lo menos unos cuantos años…). Finalmente, quedó clarito que el mandato no era pleno, y que el nuevo presidente debería terminar el trabajo ya iniciado. En un comunicado emitido pocas horas después de la elección de Infantino, Blatter deseó suerte al italo-suizo en el camino de aplicar las reformas promovidas por su predecesor. Dichas reformas obtuvieron 179 votos contra 22 (y 6 abstenciones), mucho más que el nuevo Presidente. Constituyen una elección de camino de valor superior a la elección de un programa electoral.
La elección del nuevo presidente
Los candidatos a la presidencia de la FIFA se expresaron ante la asamblea y dijeron todos más o menos lo mismo. Tokyo Sexwale, brillante orador, cautivó a los delegados con sus bromas, sus referencias a Mandela y su programa presentado como un dispositivo táctico en 4-4-2 sobre el rectángulo de juego. Pero todo era para anunciar su retirada y expresar sus agradecimientos al amigo Blatter, que años antes, había hecho de la Makana FA, la primera y única asociación honoraria de la FIFA. Salman, Alí e Infantino reiteraron los lugares comunes: queremos democracia, estamos por la transparencia, hay que restaurar la credibilidad y la confianza, y sobre todo, hay que poner al fútbol en el centro de la actividad de la FIFA. Curioso este último punto en la boca de los tres candidatos que justamente no hicieron ninguna propuesta significativa en materia de actividad propiamente futbolística. Ni arbitraje video a la vista, ni protección de los jugadores jóvenes, ni reequilibrio del mercado, ni mejora de la política de pases.
La primera vuelta dio primero a Infantino con 88 sufragios, seguido por Salman con 85, Alí con 27 y Champagne con 7. Ningún candidato obtuvo siquiera la mayoría de 104 votos, menos aún los dos tercios requeridos (136). Pese a que las asociaciones siguieron en masa la consigna dictada por las confederaciones, 34 países (16%) optaron por un voto marginal independiente. La segunda vuelta arrojó el resultado previsible: los independientes se expresaron contra Salman, considerando impensable que el nuevo presidente de la FIFA sea sospechado de atentados contra los derechos humanos. Con 115 votos contra 88, Infantino fue elegido presidente ante una asamblea que no manifestó un entusiasmo desbordante.
¿Quién es el nuevo Presidente?
Poco es lo que se sabe sobre el nuevo Presidente, especialista de los sorteos de la Liga de Campeones. Su elección no ocupó la primera plana. Los comentaristas se limitaron a evocar su profesionalismo y su capacidad de trabajo, una manera de no decir nada. Le pronosticaron una misión casi imposible, y le recordaron lo mismo que los funcionarios de la FIFA: su margen de maniobra casi nulo.
Por mi parte, ya he señalado en artículos precedentes otros datos: Infantino rechazó el debate público, lo que no augura democracia; copió los programas de sus adversarios, lo que contradice la fama de creativo que le hicieron sus amigos; y fue presentado y financiado por la UEFA, en violación flagrante del artículo 24 de los Estatutos de la FIFA evocados con posible ironía por Hayatou minutos antes de la votación. Agréguese a esto que Infantino, aunque no se animó a declararlo abiertamente ante el Congreso, tuvo un «pensamiento muy fuerte hacia Platini», lo que augura una ética limitada, por lo menos arcaica. Recuérdese también que fueron varios los candidatos que denunciaron una distribución de puestos y ventajas, en la víspera del voto, en los pasillos del hotel Baur.
El aficionado de fútbol tiene con qué cuestionar la ejemplaridad de Infantino y no va a privarse de hacerlo. El italo-suizo es responsable con Platini de la elección dudosa de Alemania en 2006, de las dificultades de la candidatura de Sudáfrica, de la compra del silencio de Irlanda, de complicidad de ingerencia política en la elección del Qatar, y mucho más directamente aún, de la férrea oposición de la UEFA a las encuestas en torno a los partidos arreglados por el Olimpiakos en 2012, en momentos en que su secretario adjunto era Teodoro, hijo de Savas Theordorids.
Cabe prestar particular atención a las declaraciones de Greg Dyke, actual presidente de la FA, inmediatamente después del voto. El dirigente y periodista de la BBC recordó el rol clave jugado por la prensa británica y por sus líderes deportivos en el proceso de reforma y en la victoria de Infantino, y anunció la candidatura de Inglaterra como sede del Mundial de 2030. Puede apostarse que después de publicado el Informe García, los Estados Unidos beneficiarán de reparación en 2026, que no habrá dos Mundiales seguidos en América, y que los ingleses obtuvieron ciertas promesas. Tienen además muy buenos argumentos. ¿Acaso no sería atractivo un Mundial en las cuatro naciones del Reino con los mejores estadios del mundo? ¿Acaso no sería merecido ese homenaje a las cuatro asociaciones que inventaron el juego? ¿Acaso Uruguay no tuvo el Mundial de 1930 y el Mundialito de 1980/1981?
Ante lo precedente, surgen preguntas a los dirigentes de nuestra Asociación que en principio parecían inclinados a votar al diplomático francés Jérôme Champagne y que, luego, manifestaron tanta euforia ante anuncio de la elección del italo-suizo. ¿Hablaron con el presidente Infantino para asegurarse que en la inminente definición de las sedes de los mundiales de 2026 y 2030, se hará justicia con Argentina y Uruguay, para otorgarle a ambos países la sede conjunta de la cita del 2030 ? ¿Trabajaron en este aspecto junto con la AFA, ahora que los dos presidentes de la República –Mauricio Macri y el Dr. Tabaré Vázquez- reafirmaron en su último encuentro en Colonia la decisión de luchar por la sede que legítimamente le corresponde a los países platenses por lo mucho que el fútbol del mundo actual les debe ? Es de esperar que el apoyo de la AUF a Infantino, haya sido luego de tener la promesa de que Uruguay –y no Gran Bretaña- organizarán la Copa del Mundo de 2030.
Queda claro que llegado el momento, nosotros y los 10 votos de la CSF pesaremos poco. Mientras tanto, intriga saber cuándo Infantino va a publicar su sueldo y de dónde va a sacar los millones prometidos en su programa, que el secretario general de la FIFA se apresta a vetar.