Hugo Silveira, con la Villa a sus pies; el gran cañonero de Cerro
Hugo Silveira fue la figura del clásico de la Villa y revelación de la etapa, “metiéndose de punta en el corazón albiceleste“, al decir de Pablo Montaño, “peleó arriba, aguantó la marca, generó espacios y logró el gol del empate“. Tiene 21 años, es de Manga e hincha de Cerro. “De Cerro me hice hincha, porque Cerro se hace querer y tiene una hinchada que se hace querer también. Tiene algo que te llama, te hace ser hincha”.
Jugó al baby fútbol en la Liga Piedras Blancas, en el Tacuarembó Juniors de Manga. Fue a la escuela 308 en Avenida de la Aljaba y al liceo 48 “Bernardo Berro”.
-Cuando terminé el baby fútbol, estuve un año sin jugar, no quise jugar más, pero tenía dos amigos, que jugaban conmigo en el Tacuarembó, Matías Martínez y Rodrigo Zeballos, que me insistían para que fuera a jugar a Cerrito, que ellos estaban jugando ahí.
“No, no quiero jugar más, gurises, de verdad, les digo”.
“Dale, aunque sea para chivear”.
“No, no quiero jugar más”.
Estuvieron tres o cuatro meses así, hasta que un día les dije:
“Bueno, dale, vamos”.
Fuimos y les pregunté a ellos: “¿de qué quieren que les diga para jugar?”
Porque yo en el baby fútbol jugaba de volante por derecha o jugaba de 5.
“Deciles que de 5 o que te ubiquen de zaguero, que son los puestos que están más flojos”.
Me ficharon de zaguero. Jugué un tiempito de zaguero y después me ponían de 5, de volante, en todos los puestos… Después otro amigo me llevó a Wanderers, casi llegando a quinta división y ahí el Canario Márquez me puso de 9 y ese año en Quinta hice quince goles. Quedé de 9.
-¿Por qué no querías jugar más, cuando dejaste el baby fútbol?
-Como todo gurí, que a veces te da pereza las cosas y no tenía mucha motivación. Menos mal que me motivaron mis amigos.
Después mi representante me llevó a Cerro en Tercera. El Tato Ortiz me subió a Primera, debuté en Primera con el Tato Ortiz, que después me bajó de nuevo a Tercera.
Después me subió Danilo Baltierra, que ya me dejó fijo en Primera. Como aprender, aprendí con todos los técnicos que tuve, pero a los que más tengo que agradecer es al Canario Márquez, que fue el que me hizo 9 y a Danilo Baltierra, que siempre me daba para adelante, me enseñaba cosas de lo que tenía que hacer y se tomaba su tiempo conmigo.
-¿Cuál es tu espejo como jugador?
-A mí el que me encanta cómo juega y te lo digo: es Zalayeta. Me encanta.
-¿Qué es Cerro para vos?
-De Cerro me hice hincha, porque Cerro se hace querer y tiene una hinchada que se hace querer también. Tiene algo que te llama, te hace ser hincha.
-¿Viajás todos días al Cerro desde Manga?
-Sí. Voy con Leites. Me tomo un ómnibus y él me pasa a buscar. Me queda mucho más cómodo. Si no me quedaría lejísimo.
Expectativas
-Llegar a jugar en un gran equipo. Apunto a lo más alto, llegar a jugar en la clase A de Europa.
-¿Cómo viviste el clásico?
-Sinceramente, antes del clásico yo estaba con el pensamiento de que iba a ser un partido más, porque nunca lo había jugado, nunca lo había vivido y cuando entré a la cancha de Rampla, me di cuenta que se vive de otra manera, con otra alegría. Fue un partido muy complicado dentro de todo pero lo bueno es que pudimos sacarlo adelante y nos dimos la alegría que nos merecíamos, porque entrenamos toda la semana duro, sabiendo a qué equipo enfrentábamos. Como hincha fue una experiencia que nunca había vivido y me gustó mucho.
-Me dijeron que practicaste boxeo…
-Sí, hice boxeo en el Palacio Peñarol, con Ramón Barreiro. Estuve yendo como un año y pico, cuando estaba en tercera división, pero después me subieron a primera división y tuve que dejar. Me metí porque me gustaba y aprendí algo. Te da reflejos y más coordinación
-¿Qué peso sos?
-Semipesado.
-¿Llegaste a competir?
-No, nunca llegué a subir a pelear. Además lo mío era el fútbol, siempre fue, desde chiquito.
-¿Algo para agregar?
-Agradecer a mi familia. Más que nada a mi padrino que era el que siempre me llevaba a todos lados cuando yo era chico, porque mi padre es camionero y muchas veces no estaba -se iba para afuera, para Argentina o a otros lados- y mi padrino era mi padre futbolístico, como quien dice. Me llevaba a todos los partidos. Cuando mi padre podía me llevaba, pero mi padrino iba siempre, estuviera mi padre o no estuviera mi padre mi padrino siempre estaba. Se llama Miguel Angel, para nosotros es el Canguro -yo le digo Canguro pero se llama Miguel Ángel-, Miguel Ángel Rodríguez. Y estoy muy agradecido también con mi represente, que lo tengo desde que estaba en Wanderers, yo era chico y nunca me ha fallado. Yo lo respeto a muerte.
Hugo Silveira, una de las claves del repunte de Cerro, que ganó el clásico y mira más tranquilo la tabla del descenso.