“Toto” Pereyra: “Cerro es una pasión”
Héctor “Toto” Pereyra (67 años), equipier de Cerro, alma y corazón del club de la Villa. Historia de pasión y sentimiento, se juega la ropa por los albicelestes. “A Cerro lo llevo en el corazón, es como mi sangre. Tenía siete años cuando andaba con jugadores. ¿Si habré visto cracks!”. El trabajo y la relación con los futbolistas. “Cuando pierdo me quedo solo, las derrotas te las comes así”. Las alegrías en el fútbol: “La Liguilla 2009 y La Copa Libertadores 2010, inolvidables. Ganar un clásico de la Villa también es una emoción impresionante”. Matías Cabrera, el capitán Richard Pellejero “como un Dios”, Joaquín Boghossian: “ese sí que le ganó al fútbol” y Luis Urruti: “le lavé la cabeza, quería dejar y le hablé” en la intimidad del hombre que es mucho más que el encargado de la utilería. “Hasta la hinchada me hace caso”. ¡Qué personaje!
Héctor Pereyra, “Toto”, el entrañable equipier de Cerro desde hace casi veinte años, el hombre que se juega la ropa por el club de la Villa. El barrio, historia de vida, la confianza de los jugadores, el sentimiento en las difíciles y las alegrías inolvidables.
“A Cerro lo llevo en el corazón. Tuve la suerte que me han venido a buscar de otros cuadros y no me dio la nafta para irme…” describió Héctor Pereyra, el entrañable “Toto”, equipier del albiceleste de la Villa, el hombre de 67 años que se juega la ropa y mucho más por la institución.
-¿El sentimiento te impulsó a quedarte?
-“Es como mi sangre. La gente me adora. Ven el sacrificio que uno hace por el cuadro, eso no se paga. Fíjate la situación del club y no lo abandoné. Tuve hasta la suerte de estar invitado por Independiente del Valle para la Copa Libertadores pero no fui porque hubo un problemita por elecciones. Vino Pablo Repetto e hicimos charlas por los audios a los jugadores”.
-¿Cómo se dio?
-“La situación fue así, estaba comiendo con Diego Polenta y Gonzalo Porras. Entonces me dicen ¿a qué no le mandas un audio a Repetto? Se lo envié, él miró su teléfono y respondió. ‘Qué fuerza tenés’, me decían”.
“TENÍA SIETE AÑOS CUANDO ANDABA CON JUGADORES; ¡SI HABRÉ VISTO CRACKS EN CERRO!”
-¿Cuándo nació tu historia en Cerro?
-“Surgió a puro corazón. Tenía siete años, no existía el Estadio Luis Tróccoli, cuando andaba con jugadores. Te va llevando. Si había partido, iba”.
-¿Eras del barrio?
-“Vivía en La Teja. La penitencia mía, en casa, era no venir a los entrenamientos. Entonces le pedían a mi vieja. Si habré visto cracks en Cerro: Orlando Medina, Pedro Díaz, el Pardo Del Río, lamentablemente todos fallecidos. Me llevaban de la mano. Era como el hermano chico. Me mojaba la ropa y ellos la secaban. La verdad, después, hasta a veces tenía vergüenza de practicar en juveniles de Cerro porque iban a creer que era acomodado”.
-¿De qué jugabas?
-“Fui lateral y zaguero derecho. Después también lo hice en Wanderers y Racing. Era mediocre.”.
-¿En qué momento te vinculaste a la utilería?
-“Yo trabajaba en el Frigorífico y ganaba bastante bien. Hubo gente que me venía a hablar de los problemas del club. La mano estaba complicada. Entonces se iban a la pretemporada y no había nadie para desempeñar la función. Los directivos me lo comentaron. Fue en el 2.000. Como lo sentía, desde el corazón, lo hice y me quedé como equipier”.
-Se te ve siempre y estás en todos los detalles más allá de tu trabajo específico. ¿También es algo interno que te moviliza?
-“Tenía un lavarropa y una secadora, a veces había que lavar a mano, tender afuera. Uno se crió así, entre gente humilde, de los barrios. Es algo lindo formarse así con la suerte de conocer buenas personas”.
“CUANDO SE PIERDE ME QUEDO SOLO, LAS DERROTAS TE LAS COMES ASÍ”
-¿Cómo convive con el hincha?
-“Son maneras, cuando se pierde me quedo solo. Las derrotas te las comes así. No dejo nada para el otro día. Voy lavando y arreglando los zapatos. A los jugadores les inculco lo que éramos y lo que representa estar adentro”.
-¿La identificación con la zona lo hace distinto?
-“Sigo en Cerro Norte, hace 50 años que estoy adentro. Vinieron a hacer documentales. Salí en O‘ Globo. Siempre les hablo a los botijas de la humildad, que en el vestuario sean unidos. Es sagrado. Mirá que voy a las canchas, observo, uno les habla para que sean compañeros. Me encanta la alegría y les pongo cumbia. Hay que hacerlo así porque cada uno tiene sus problemas. Vienen una hora antes a hablar conmigo”.
-Hay ida y vuelta, confianza.
-“Es lo que se lleva en la vida, entrar en cualquier lado y que se acuerden de uno, dar consejos. También hubo algunos con condiciones y no me escucharon”.
-Hablaste de los grandes futbolistas. ¿A quiénes recordas?
-“Son muchos, a Ruben González de Cerro, un Horacio Troche, Domínguez, golero que vino de Real Madrid, el Marques Ruben Sosa, el negro De Brito, el salto de Diego (Godin), tengo un ídolo como Richard Pellejero, es como un Dios en el vestuario por lo que representa tenerlo, ver cómo aconseja a los jóvenes. Hoy los códigos son distintos. También Mario Regueiro, OJ Morales, Gustavo Varela”.
“LA LIGUILLA 2009 Y LA COPA 2010 INOLVIDABLES”
-¿Los mejores momentos deportivos que disfrutaste?
-“La Liguilla que ganamos con Eduardo Acevedo en 2009 y la Copa Libertadores 2010, cuando dirigía Pablo Repetto y le ganamos a Emelec en Guayaquil, inolvidables. Aquello fue increíble, me sacó la Policía de la cancha. Uno tiene picardía. Íbamos ganando y se desinflaban las pelotas. De repente se dieron cuenta que era yo. Repetto se acuerda porque yo le decía Combo Camagüey. Cuando llegamos puse la música y saqué a bailar a las periodistas que cubrían la previa al partido. Al otro día me llamaron jugadores a decirme que había salido en la televisión de Ecuador. La gente de Barcelona lloraba, estaba agradecida porque habían perdido 5:0 por el Torneo local. La rivalidad es muy grande. Me llevaron a un baile… El título de 2008 fue una de las alegrías más grandes. No es habitual en Cerro y se disfrutó con todo. Mis amigos de Progreso me hacen bromas porque son Campeones Uruguayos. Ganar un clásico de la Villa también es una emoción impresionante”.
-¿Qué representan para vos?
-“Acá, en el barrio, se vive a pleno. Tengo los récords, 5:0, otro que empatamos en tres minutos y perdíamos 2:0, ganamos en la hora en el Olímpico. Hay familiares que en el juego, cada uno con su camiseta, de Cerro y Rampla. Vivo el partido desde el sorteo, cuándo se juega con Rampla. Cuando clasificamos a la Sudamericana y salieron las bolillas lamentablemente no se pudo dar en la Copa”.
-¿Historias y anécdotas con los jugadores?
-“Muchas… Rodrigo Mora cuando vino de Defensor, lo trajeron al Tróccoli y le pregunté ‘¿vos de dónde venís?’, ‘de Defensor’, me responde. ‘Acá vas a ser el goleador de Cerro’ le dije. Me decía Sarandonga por la canción de Combo Camagüey. Iba a la concentración, antes del clásico que jugamos con Rampla y me llama de cábala. Le digo ‘te estoy limpiando los zapatos’. Íbamos perdiendo 2:0, faltando tres minutos y empatamos 2.2. Hizo el segundo, no sé cómo saltó en el festejo. Con Matías Cabrera y Joaquín Boghossian, también. Se apoyaban en mí, en momentos donde sentían que eran difíciles para ellos. A Matías le decía ‘vas a ser el 10 de Cerro’. Te juro que cuando le di la camiseta y se vestía me puse a llorar. Cuando se lesionó la cabeza en Nacional, vinieron a hacerme una entrevista. Después, me abrieron la puerta de un auto, apareció Matías y me puse a llorar. Boghossian no estaba en el plantel, los domingos venía a darle pelotas. Les digo a los botijas lo que era, se lo doy como ejemplo”.
“BOGHOSSIAN, ESE SI QUE LE GANÓ AL FÚTBOL, EN CERRO HASTA LA HINCHADA ME HACE CASO”
–¿Sentías que esa pelea en la adversidad es propia del club?
-“Boghossian, ese sí que le ganó al fútbol. Cuando fuimos a jugar un amistoso con Newell’s Old Boys, en Rosario, llegué y fui al lavadero, resulta que veo a dos botijas vestidos con la camiseta de Boghossian. Rebobinaba en mi mente el sacrificio que hizo ese cristiano. Cuando se fue me regaló el celular. No lo quería tener porque sabía que al principio no iba a parar de sonar. Son recuerdos, también llore por Cerro cuando bajamos”.
-Es parte de tu vida.
-“Después de mi familia, nietos, hijos, Cerro es lo más grande. A veces tomas una licencia y está bueno apartarse un poco pero sentís que te falta algo. Es extraño, uno precisa quedarse tranquilo y al tercer día te falta algo. Esa adrenalina. Son horas, el primero en llegar y el último en irse. Hoy se fueron 11:30 y acá estoy saliendo a las 14:45 horas. Lo poco que tengo y lo que tiene Cerro es lindo para que sean profesionales. Me doy el lujo que hay grandes jugadores que me dijeron que quisieran tenerme de equipier. Soy lo más fanático y sufro, después de los noventa minutos ya pasó. En Cerro hasta la hinchada me hace caso. Le digo a la Policía, yo los paro”.
-Jugas en toda la cancha.
-“En el Olímpico me dijeron hágalos bajar del tejido. Si va el Policía es peor. Tuve la suerte que miles de hinchas me gritaran mi nombre. Fue en Juventud, lo estábamos matando a pelotazos, me meten un perro en la cancha, me calenté, entré y me hacía la guerra, lo agarré porque me gustan los bichos, cariñosamente, hasta la gente de Juventud, me coreaba. Por eso te comentaba, hay grandes satisfacciones y de las otras. Hubo algo que me cayó tan mal: lo de Jorge García. Venía una hora antes a hablar conmigo, le faltaba ese cariño. Le contaba de mi vida del barrio, mirá que anduve con personas de todo tipo pero nunca se me pegó nada. Fue una suerte ir a verlo, gracias a Dios. Los Doctores me felicitaron, yo sé lo que es eso. Siempre les digo ‘no sos Roberto Carlos, no tenes un millón de amigos’, les insisto a los botijas. Se subían al auto y después venían llorando. Las canas son de andar. ‘Cuánta razón tenías viejo’ esa frase también la escuché”.
“A LUIS URRUTI LE LAVÉ LA CABEZA, QUERÍA DEJAR EL FÚTBOL, ME SENTABA Y LE HABLABA”
-¿Es mucho más que fútbol?
-“Cerro para mí es una pasión, me conocen y me gritan ¡animal!, los que son de Nacional y Peñarol también, los periodistas, es mi vida, siempre voy caminando, no importa la hora, si te quedas lavando, en la madrugada también. Salís y vas pensando. Los problemas míos los arreglo con mi amiga, la almohada. Después que me levanto, dejo eso de lado. No te voy a amargar. A Luis Urruti, a ese botija, le lavé la cabeza, quería dejar el fútbol”.
-¿Es en esos momentos donde cuentan contigo?
-“Estábamos jugando contra Defensor en la tercera y lo lesionan. Le pedí al Doctor de ellos que lo fuera a ver. Era el hermano de Juan Jacinto Rodríguez. Me comentó ‘es una cosa fea’. Urruti se fue llorando, no teníamos un directivo que me lo llevara, estaba mal, debió esperar no sé cuánto tiempo por la resonancia. Le hablé. Acevedo (Eduardo) les ponía un color a los titulares, en los entrenamientos, y entonces creía que no lo quería. Me sentaba y le hablaba. Llegamos al Campeonato y lo citó como jugador diecinueve. Se calentó. Resulta que al otro día hubo un compañero que no pudo estar e integró los dieciocho. Se lesionó Abisab, entró Tito Urruti y la rompió, un gol en la hora. Se me tiró encima. Reconoció lo que había hecho. El otro día me saludó. El fútbol da vuelta. Hoy está acá y mañana en otro lado”.
Héctor “Toto” Pereyra, el equipier y alma de Cerro. “El 22 de abril cumplo 68 años. Aparte de lavar, siempre estoy pendiente que no falten las pelotas. He mandado jugadores a otros cuadros también, me pidieron recomendaciones. Sabía quince días antes que Acevedo e Izquierdo iban a Peñarol y soy un humilde laburante, eso me da orgullo, emoción”.
¡Qué personaje!