Suárez y el otro uruguayo de Barcelona
Escribe Atilio Garrido / Fotos Fernando González (enviados especiales)
Con Luis Suárez tengo un trato que se limita al breve contacto en los aviones, cada vez que la selección de Uruguay se traslada a jugar por las eliminatorias. Varios años atrás, cuando empezó su imparable trayectoria ascendente en el fútbol del mundo, le expresé que su forma de actuar tenía puntos de contacto con Juan Eduardo Hohberg.
-“Pa… ¿y quién era ese?”, me preguntó.
Apenas pude expresarle algunas de las similitudes físicas que justificaban esa unión óptica saltando por encima de las décadas. La potencia muscular, la gran capacidad para proteger la pelota manteniéndola en su poder para llevarla desde la zona central hasta el área enemiga, y ese remate desde fuera del área.
En el último viaje, en el traslado desde Mendoza, después del saludo cordial, aguardando en la fila para ingresar al avión, en breve diálogo le recordé que un compatriota de ambos, medio siglo atrás, construyó con su rendimiento con la camiseta del Barcelona, un éxito tan grande como el actual de Suárez y Messi. Y le dejé picando el nombre del protagonista hoy totalmente ignorado, habitante del cementerio del pasado: Ramón Villaverde.
-“Vd. siempre nombrando jugadores de antes”, reflexionó Suárez.
–“Ocurre que en la historia pasada está casi todo escrito”, le retruqué, mientras los dientes grandes y blancos de Suárez, traslucían una sonrisa. ¡Qué extraña es la vida que transcurre aceleradamente borrando de la memoria colectiva episodios y protagonistas que, en su momento, alcanzaron una fama tan grande comparable con la de las estrellas de hoy! Y hoy, encontrándose a tan solo un golpe en la tecla del “enter” de la computadora, después de escribir su nombre en google, siguen allí, olvidados y sepultados. Esperan que los rescate algún loco de esos que gustan de escudriñar en el pasado, en actitud de consuelo, para ejemplificar ante los jóvenes de hoy, que ellos serán mañana los mismos protagonistas de una historia que no tiene final. Vendrán otros Suárez, que tendrán otro apellido, que se cubrirán de gloria –similar a la actual de Luis-, mientras algunos veteranos protagonistas del ayer o estudiosos de la historia, advertirán que medio siglo atrás, un uruguayo llamado Luis Suárez, escribió páginas similares de éxitos, rescatando del olvido esta realidad archiconocida de hoy.
Villaverde pudo ser campeón del mundo en 1950
Nacido el 16 de marzo de 1930, de estatura mediana, Ramón Villaverde asombró en los baldíos de la Aguada desde que tomó contacto con la pelota de trapo. Adornado de una gran habilidad para jugar y dominio absoluto de las dos piernas, agregaba la condición de goleador. Ocupa el puesto de insider por los dos costados de la línea delantera. Se incorporó a Liverpool. Con 18 años apareció en el primer equipo. La huelga de jugadores dejó trunco ese arranque. En 1949, dueño absoluto del puesto, deleitaba a los espectadores que se arriban para ver jugar a Liverpool en el Campeonato Competencia, que abría la temporada allá por el mes de mayo.
A los que saben de fútbol, los que tienen paladar negro para distinguir a los pichones de crack, no les extrañó que al formarse la primera lista de 44 jugadores –cuatro por cada puesto-, de la selección que comenzaba a prepararse para disputar las eliminatorias para la Copa del Mundo de 1950 en Brasil, apareciera Ramón Villaverde debajo de Juan Alberto Schiaffino, apenas cuatro años mayor que el botija de la Aguada.
El martes 29 de noviembre de 1949 se llevó a cabo la primera práctica de la selección uruguaya, iniciándose de este modo en la cancha, el tortuoso y polémico “proceso” que culminará con la obtención de la Copa del Mundo. Con 1.600 entradas vendidas para la Tribuna Olímpica del Estadio Centenario, en horas de la noche, dirigieron el movimiento y armaron los equipos que se enfrentaron, los dirigentes integrantes de la Comisión de Selección. No hubo ni director técnico, ni preparador físico. Eso sí, el juez pertenecía a la AUF: Carlos Vigorito.
Primer tiempo
ROJOS (1): Pereyra Natero; Bermúdez y Urbano Rivera; Sabatel, De Angelis y Cajiga; Zunino, Carlos Romero, Nicolás Falero, Ramón Villaverde y Morán.
VERDES (2): Máspoli; Raúl Pini y Chagas; Rodríguez Andrade, Durán y Luz; Luis Ernesto Castro, Burgueño, Miguez, Julio Pérez y Vidal.
Goles: Miguez (V), Julio Pérez (V) y Romero (R)
Segundo tiempo
ROJOS (1): Radichi; Bermúdez y De Angelis; Sabatel, Rodolfo Pini y Cajiga: Zunino, Romero, Alejandro Pereyra, Bentancor y Morán.
VERDES (1): Máspoli; Matías González y Villaverde; Rodríguez Andrade, Durán y Luz; Babarles, Abraham González, Cancela, Julio Pérez y Zapirain.
Goles: Romero (R) y Cancela (V).
La presencia de Villaverde jugando el primer tiempo de insider izquierdo y el segundo de back por esa zona, deja en claro su ductilidad para actuar en cualquier posición, en aquellos tiempos donde la palabra polifuncional no se utilizaba en el léxico que analizaba el fútbol posicional que se practicaba.
Leer los diarios de aquel tiempo, donde las prácticas eran comentadas por los cronistas con lujo de detalles, deja la certeza de que Ramón Villaverde, estaba en condiciones de pelearle el puesto al “Pepe” Schiaffino.
“El Dorado” colombiano
Sin embargo, otras informaciones comenzaron a generar inquietudes por el posible abandono del medio de figuras de primer nivel tentadas para incorporarse al fútbol de Colombia. En ese país se vivía el período conocido como la época de “El Dorado”, en alusión a la leyenda sobre la existencia de un lugar mítico que poseían los indígenas muiscas, de grandes existencia de oro que buscaron afanosamente los conquistadores españoles. “El Dorado” nació como consecuencia de la huelga en el fútbol rioplatense que continuaba a comienzos de este año 1949. El entrenador de Millonarios, el argentino “Cacho” Aldabe, autorizado por el Gerente del club, Alfonso Senior, viajó a Buenos Aires para adquirir jugadores sin necesidad del pase o la transferencia. El primero fue Adolfo Pedernera y, tras él, siguieron un gran número de futbolistas de varios países. La FIFA reaccionó marginando a la Federación Colombiana que continuó funcionando como una “Liga pirata”.
Ramón Villaverde fue uno de los varios jugadores uruguayos que aceptaron la oferta económica y se marchó al incipiente fútbol colombiano. Hace unos años, a raíz de haber hablado de Ramón Villaverde en el programa “¿Vd. qué opina?” que conduce con gran capacidad Sergio Gorzy en CX 18 Radio Sport, me llamó y me contó una anécdota.
-“Yo era amigo de Ramón del barrio. Jugaba que era un demonio. Vino y me dijo que le daban 10.000 dólares si se iba. Acá en Liverpool ganaba 100 pesos. Lo impulsé a que se fuera. Esa suma que le pagaron acá la hubiera ganado en toda su carrera. Y se fue…”
Se fue a jugar al Cúcuta Deportivo junto con varios compatriotas que estaban citados en el plantel de la selección (el insider derecho de River Plate, Abrahan González, y el half zurdo Luis Alberto LUz; el wing derecho de Racing, Carlos Zunino; el gran back derecho de Nacional, Raúl Pini, quién pasó a Millonarios; el wing izquierdo ya veterano, Zapirain, de Nacional, campeón sudamericano en 1942) y otros que no estaban en el plantel celeste como el zaguero Ulises Terra).
Di Stefano, Villaverde, Millonarios, Real Madrid y Barcelona
Ramón Villaverde deslumbró en el Cúcuta Deportivo desde el primer partido. Su habilidad, su olfato para el gol y su valor humano lo destacaron. En 1952 pasó a Millonarios de Bogotá, convertido en el club símbolo de “El Dorado”. No sólo porque lo presidía Alfonso Senior, el inventor de la formación de la llamada Di Mayor (la Liga), sino porque a golpes de dólares construyó lo que la historia del fútbol recoge como “El ballet azul”. Con la camiseta azul de Millonarios, Alfredo Di Stéfano se convirtió en la gran vedette, apuntalado por los argentinos Julio Cozzi en el arco; Néstor Rossi en la mitad de la cancha y Adolfo Pedernera en el ataque. Con ellos, atrás, el “Cachorro” Pini se encargaba de sacar la pelota limpita, jugada al pie, en el primer paso del ballet.
En 1951 la FIFA llegó a un acuerdo con Alfonso Senior para poner punto final a “El Dorado”. Al acuerdo se lo llamó el pacto de Lima, lugar de las reuniones. Se dispuso que los jugadores extranjeros podrían seguir actuando en Colombia hasta diciembre de 1954 sin poder ser vendidos, pasando a pertenecer a sus clubes de origen a partir de esa fecha. La decisión originó una gran puja entre Real Madrid y Barcelona por la contratación de Alfredo Di Stefano. La ya entonces llamada “Saeta Rubia” asombro al Real Madrid durante un torneo que organizaron los madrileños para conmemorar las Bodas de Oro del club. Invitaron a Millonarios, club que venció 4:2 al famoso Real. Inmediatamente Santiago Bernabeu, el eterno presidente del Real y José Samitier, famosa estrella del fútbol de España y presidente del Barcelona, comenzaron gestiones para contratar al centro delantero argentino. El Barcelona pagó el pase de Alfredo a River Plate, mientras Bernabeu cerró el acuerdo con Millonarios. Pero… ¿dónde iba a jugar Di Stéfano? La FIFA resolvió que entre 1953 y 1954 vestiría los colores blancos del Real y desde 1955 a 1956 los azulgranas. El Barcelona no aceptó la resolución y a través de un comunicado informó que desistía de la puja por Di Stéfano, renunciando el presidente Samitier.
Villaverde el debut en Barcelona y 10 años de éxitos
Después de Alfredo Di Stéfano, el mejor atacante que asombró en el fútbol colombiano de “El Dorado”, sin duda alguna era el uruguayo Ramón Villaverde. La nueva directiva de Barcelona se puso en contacto con Liverpool de Uruguay, el propietario del pase, de acuerdo a la decisión de la FIFA. En el excelente libro Los negros de la Cuchilla, escrito por Héctor Lescano, actual embajador de Uruguay en Argentina, se revela que el Barcelona pagó 65.000 pesos por el pase de Villaverde al club catalán, donde debutó en la primera fecha del campeonato 1954/1955, el 8 de julio ante Sevilla, en la antigua cancha de Les Corts. Un gol de cabeza en el estreno para la victoria por 4:0 ante el Sevilla, fue el anuncio de una trayectoria sensacional
Globalmente durante 10 años vistiendo los colores azulgranas, Villaverde jugó 322 partidos convirtiendo 136 goles. Debe tenerse en cuenta que aquel fútbol profesional, no tenía las exigencias televisivas de hoy en día, que obliga a los clubes y por ende a los jugadores, a actuar constantemente, al límite de sus fuerzas que generan –en la muchas ocasiones- lesiones irreversibles que marginan durante muchos meses a los protagonistas de los estadios.
Pronto lució la cinta de capitán del equipo, consagrándose campeón de España en dos ocasiones (1959 y 1960); tres veces campeón de la Copa del Generalísimo, el trofeo por eliminación que entonces homenajeaba con su nombre al Gral. Franco (1957, 1959 y 1963), y agregó dos títulos internacionales en la Copa de Ferias (1958 y 1960) disputadas ante clubes Europeos.
Debe agregarse que, tal como ocurre hoy en día, de la misma forma, el Barcelona pugnaba con el Real Madrid por conseguir a los mejores jugadores. Villaverde integró la delantera con el húngaro Sandor Kocsis, adquirido después de la Copa del Mundo de Suiza de 1954, en la cual Hungría impidió que Uruguay conquistara su quinto título de campeón del mundo, logrando tres goles de cabeza. Junto a Basora, que venía de la España del mundial de 1950 en Brasil, con Luis Suárez y Manchón, compusieron una línea atacante aún recordada por la belleza de su juego y efectividad. También jugó y fue titular junto a otros grandes que defendieron la camiseta del Barcelona: el brasileño Evaristo y el húngaro Ladislao Kubala.
Villaverde y Julio Benítez en Montevideo
En 1962, en el final de su carrera, el Barcelona llegó a Montevideo para jugar un partido por el pase de Luis Cubilla. Ya actuaba en la defensa otro uruguayo que conquistó a toda la afición catalana con su fútbol. Era Julio Benítez, para muchos el mejor lateral izquierdo que ha dado en la historia Racing y la celeste de la selección.
Ante las tribunas repletas del estadio Centenario el recuerdo de aquel segundo tiempo con tres uruguayos vistiendo al mismo tiempo la camiseta del Barcelona (Villaverde, Benítez y Cubilla), son una muestra más, de que la historia vuelve a repetirse, aunque esté olvidada. O mejor dicho, archivada.
Ramón Villaverde fue despedido con un partido en su homenaje disputado el 27 de octubre de 1963. En la temporada siguiente, con 33 años jugó en Racing de Santander donde colgó los botines. Se quedó a vivir en Barcelona, rememorando su época gloriosa de idolatría –como la actual de Luis Suárez- donde falleció tempranamente, el 15 de setiembre de 1986, víctima de una dolencia cardíaca que no encontró solución.