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Enrico Caruso tenía razón




Polilla Da Silva y el cuerpo técnico campeón.


15 junio, 2016
Columnistas

Jorge da Silva fue campeón con Defensor Sporting en  2007-2008; fue campeón  con Peñarol en  2012-2013; fue campeón con Al Nassr en la Liga Profesional Saudí en el año 2015 y ahora es campeón nuevamente con Peñarol en este 2016.

Polilla Da Silva y el cuerpo técnico campeón.

Polilla Da Silva y el cuerpo técnico campeón.

Resumiendo en 9 años; 4 veces campeón, 3 en nuestro país con 2 equipos diferentes y 1 en el extranjero.

Campeón con un equipo que no sea Peñarol o Nacional en nuestro país es de muy buen merito, repite con Peñarol el titulo, y sale al exterior siendo campeón en la liga Profesional Saudi.

Estoy escribiendo de un entrenador, “raza” esta que no tiene hinchada.

A nosotros nos enseñaron que el campeón es el mejor.

Lo ideal se persigue aunque no se logre.

Lo perfecto se trata de alcanzar aunque no se logre.

Todos queremos lo mejor aunque no se logre.

Pero ser campeón es una caricia al alma, que la siente solo el que la recibe.

Pablo Bengoechea, con la Copa de campeón del Torneo Apertura.

Pablo Bengoechea, con la Copa de campeón del Torneo Apertura.

Y ser campeón es un privilegio a quien o quienes lo  persiguen aun sin lograr lo ideal o lo perfecto, pero nunca abdican de perseguirlo, haciendo la salvedad que los otros que no son campeones también lo persiguen, pero solo uno logra el objetivo.

Pablo Bengoechea, fue el campeón del Apertura con Peñarol, persiguiendo los mismos objetivos.

Para ser campeón en nuestro país hay que tener “la piel dura”, ser firme.

Enrico Caruso (Nápoles 1873-Nápoles 1921), el más grande cantante lirico y famoso  del mundo, referente de ese arte en  la historia; nos visitó  3  veces y tuvo sus actuaciones siempre en el teatro Solís  en 1903, 1915 y 1917.

Sus allegados se preguntaban porque entre potencias como Brasil y Argentina; elegía Montevideo como parte importante  de las giras. El siempre manifestó que si en Montevideo el lograba “sacar aplausos” las giras serian un éxito. Señal inequívoca de cómo somos para agradar.

Y en mi concepto es bueno ser  así porque nos obliga a esforzarnos siempre y lo que nos ha hecho lograr cosas que parecían imposibles.

Ser entrenador de futbol, hay que sentirlo y saber “manejarlo”; porque ni aun siendo campeón uno conserva el lugar, o logra el consenso de agradar en el juego que logra el equipo. Pero el campeón es el que hace más puntos.

Un análisis tan frio como real, que tampoco, quizás, logre consenso.

Por eso Enrico Caruso, estaba tan convencido;  sobre  la idiosincrasia nuestra.