El turco que fundó el clásico del Cerrito, y el colmo de la rebeldía
Si algo ha caracterizado al fútbol uruguayo es la rebeldía, que tuvo un altísimo exponente en la gesta de Maracaná. Así se llama el estadio donde Sportivo Cerrito recibirá a Rentistas el sábado para el clásico del Cerrito, Maracaná, en honor también al juez uruguayo de aquel Mundial, el turco Esteban Marino, quien fue fundador de Sportivo Cerrito y diseñador casual de su camiseta.
Pero el Turco no sólo fundó Cerrito. Fundó también Rentistas.
El padre del turco tenía una sucursal de comercio de telas en el Cerrito, en Juan Acosta y León Pérez. Esteban Marino trabajaba ahí en el año 29, cuando con otros muchachos del barrio, como Héctor Sofía y Pedro Rodríguez, tenían un cuadro de fútbol y resolvieron fundar un club. Al Turco le encargaron hacer las camisetas. En la sucursal había dos telas marca Satana, que se usaban para hacer almohadas, una era verde y la otra amarilla. Hizo veinte camisetas y fundaron el Sportivo Cerrito, de pura casualidad con los colores de la verdeamarella, los de la actual Selección de Brasil.
Cuatro años después el Turco se rebeló contra sus compañeros del Sportivo y fundó el Club Atlético Rentistas, con Pascual y Carlos Pizzi, Antonio Santullo, Emilio Pronzolino, entre otros, en Santa Ana y Juan Rosas, a tres cuadras de la sucursal del comercio de telas. Esta vez solamente usó tela roja para hacer las camisetas. Él jugaba de centroforward. Tenía un remate fuerte y con dos entrealas habilidosos a sus costados, era goleador. Después jugó un año en el Lito y se retiró como futbolista. Pero del fútbol no quiso irse y la manera que encontró de seguir vinculado fue hacerse juez. Claro que en ese momento no imaginaba que iba a llegar a arbitrar un Mundial y nada menos que el de Maracaná.
Vivió aquel “los de afuera son de palo” de Obdulio Varela en el túnel de Maracaná y acompañó a los jugadores en todo su periplo. También le tocó ir con la mayoría de ellos al Mundial del 54 (donde se lesionó Obdulio), y a distintas giras. Porque varias veces que Nacional y Peñarol salieron de gira, lo llevaron para arbitrar partidos. En una de esas giras, estando con Peñarol, en Río, en 1952, luego de un partido que le ganaron a Vasco de Gama uno a cero, salieron del hotel con Washington Ortuño, Juan Hohberg, Nicolás Falero, Juan Carlos González y el Pepe Etchegoyen para ir a tomar algo al Sorocabana. Por el camino encontraron un cumpleaños de quince y el Pepe, que era el único que andaba de corbata, se puso a conversar con una gurisa y entró. Los otros siguieron y al rato de estar en el Sorocabana, vieron llegar al Pepe todo ensangrentado. Les dijo que sin querer había tocado a la botija y se había armado. Volvieron los seis adonde el baile “para aclarar las cosas”, dijo el Turco. Unos diez brasileros estaban en la puerta y se armó una generala. Salieron a pelear dieciocho brasileños más que estaban en la sala. El Pepe terminó en una policlínica y los otros cinco uruguayos fueron a parar a la comisaría. Al Turco lo habían sujetado entre tres, mientras un cuarto le pateaba la cabeza.
Cuando pasaron por el hotel, el doctor Nossar quiso que también el Turco fuera a la policlínica y comenzó a atenderlo, pero el jefe de los guardias que llegaron para arrestarlos tenía órdenes terminantes.
–Falta el yuis –dijo, y el Turco marchó preso.
En la comisaría los metieron en un calabozo contiguo al escritorio del comisario. A eso de las tres de la mañana vieron aparecer a Obdulio Varela.
Vieron que lo hacían pasar al escritorio y desde el calabozo escucharon lo que decían. Obdulio explicaba que la delegación tenía que marcharse a las cinco de la mañana para cumplir otro compromiso y los arrestados eran imprescindibles.
–¡¿Y vocé quién es para venir a reclamar?!
–Yo soy Obdulio Varela.
–Así que Obdulio Varela… ¿eh? Fica arrestado vocé tambén.
Obdulio quedó preso esa noche hasta que al día siguiente fue a sacarlo del calabozo el cónsul uruguayo. No habían pasado dos años de Maracaná.
Pero la mayor rebeldía relacionada con el fundador del clásico del próximo sábado y muestra cabal del extremo a que llega en el fútbol uruguayo esta característica, ocurrió en un Danubio-River que arbitró.
Expulsó al Cumba Burgueño, un endiablado moreno de Danubio y éste no se quería ir.
–Andá a bañarte –le gritó el Turco, en la vieja cancha de Danubio, en Camino Maldonado.
–Dejá, Turco; no me hagas eso.
–Te vas a bañar.
–No me voy. No seas malo. Tengo que alimentar a los negritos (tenía un niño y una niña). Mirá, el partido que viene salgo con una vincha que diga “zapatería Marino” (porque el turco había puesto una tienda de calzados en General Flores e Industria).
–¡Andá a bañarte!
–Está bien, me voy –dijo el Cumba.
Y antes de salir de la cancha, fiel a la rebeldía de la garra charrúa, se dió vuelta y agregó:
–¡Pero no me baño!
El sábado en el Maracaná de Montevideo, a las 18 y 30, Sportivo Cerrito recibirá a su clásico rival del barrio, hoy puntero del Campeonato de Segunda División, el Club Atlético Rentistas, que le lleva catorce puntos de ventaja. El auriverde querrá poner un reparo parecido al del Cumba, que si el rojo llega a ser Campeón, que no lo sea ganando el clásico.
Rentistas querrá seguir de largo para, a mitad de 2013, decir aquello de “quién dijo que yo me fui de la A si siempre estoy volviendo”.