El sueño celeste se acunó en un hotel que trae malos recuerdos en eliminatorias
¡Ojalá hoy cambie la historia! Camino a México’86 y Francia’98, Uruguay se alojó en el Hotel Sheraton San Cristóbal. El mismo que hoy ocupa. Los dos partidos de esos años fueron derrotas. Una de ellas merced a una criminal patada de Luis Chavarría a Francescoli, que hoy en “La Tercera”, reconoce que aquella agresión fue a propósito, para sacarlo de la cancha a “El Príncipe”. Deseamos que hoy se haga realidad aquello de que “la tercera es la vencida” y podamos retornar, en la noche, todos, en son de alegría.
Escribe: Atilio Garrido / Fotos: Fernando González (enviados especiales a Santiago)
Otra mañana espectacular -esta de hoy, martes-, en la ciudad cuyo nombre homenajea al Apóstol Santiago. Un sol pleno y un cielo celeste que ojalá sea augurio de una noche como la que todos los orientales anhelamos. Los jugadores de Uruguay acunaron el sueño en el Hotel Sheraton San Cristóbal, eregido al pie del cerro que lleva ese nombre y en cuya cima reposa una enorme escultura blanca de Cristo Redentor, contemplando desde lo alto a esta urbe inscripta hoy entre las ciudades del “primer mundo”.
¡El Hotel Sheraton San Cristóbal! Una hermosa construcción ya un poco antigua -la parte vieja del hotel-, hoy muestra pegado a ella un enorme edificio moderno conteniendo el alojamiento VIP que se ha puesto en funcionamiento. La delegación de Uruguay ocupa la parte vieja, la que está ligada a varios episodios lamentablemente negativos de la misma historia de la selección uruguaya en ocasión de disputar aquí, en Santiago, partidos trascendentes por las eliminatorias para la Copa del Mundo. Desde abajo, camino al centro, los dos bloques de hormigón aparecen recostados sobre la inmensidad de las montañas de la pre Cordillera de los Andes.
AQUELLOS VIDRIOS ROTOS DE 1985
En el camino a la Copa del Mundo de México 1986 el grupo clasificatorio lo integraron Uruguay, Chile y Ecuador. El partido del 24 de marzo de 1985, aquí en Santiago, fue una guerra. Pocas semanas antes un terremoto azotó a la tierra chilena, flotando en el ambiente la posibilidad de nuevos e inminentes cismas. El público en las repletas tribunas, golpeaba a ritmo insistente los piez sobre el cemento, generando una cimbronazo que iba acompañado del grito unánime de la multitud: “terremoto”.
Luego, en la cancha, el juez colombiano Díaz Palacios trabajó para el local, más allá de que el primer gol de Rubio y el segundo del “Mortero” Aravena sellaron el contundente 2:0. Los chilenos, los aficionados, creyeron que la clasificación para el mundial ya estaba en casa. ¡Le ganaron a Uruguay, que para ellos siempre ha sido un hueso casi imposible de roer! Entonces, un grupo importante de hinchas de la roja se embalentonaron y en pleno festejo, con las calles inundadas de automóviles, gritos y banderas, se dirigieron hasta el Hotel Sheraton San Cristóbal. Detuvieron los vehículos, descendieron de ellos y a puro grito, con banderas y camisetas, comenzaron a gritar delante de los enormes vidrios por los que -aun hoy-, se accede al hotel.
En ese momento, un grupo de jugadores uruguayos que andaba caminando por el amplio lobby, comenzó a ser agredido verbalmente por los hinchas chilenos. “Huevones, hijos de ….” y otro especie de insultos. Y los muchachos uruguayos, liderados por el “Tano” Guitiérrez… ¡arrancaron! El desparramo fue total. Los hinchas chilenos observando a aquellos charrúas montados en cólera, salieron corriendo mientras arrojaban piedras que impactaron en los vidrios destuyéndolos.
LA BRUTAL AGRESIÓN DE CHAVARRÍA A FRANCESCOLI EN 1998
Después de conquistar su tercera Copa América, en 1995, en Montevideo, Enzo Francescoli anunció que se retiraba de la selección. Puso punto final. Los malos resultados de Uruguay en el arranque de las eliminatorias para Francia’98 y la impresionante campaña de recolección de firmas que realizó el periodista Sergio Gorzy para que “El Príncipe” volvieron a la celeste, su retornó se concretó aquí, en Santiago, ante Chile, camino al mundial galo.
A los pocos minutos de comenzar el partido, un “arrancapasto” de nombre Luis Chavarría, salió a buscar a Enzo y le pegó tremendo patadón. No era para tarjeta roja directa. Era para llevarlo preso. ¡No pasó nada! El juez metió el siga, siga y… el que no pudo seguir fue Enzo que abandonó la cancha lesionado.
Hoy, en “La Tercera”, aquel Chavarría de la triste historia confiesa que su acción fue pensada, mediatada y ejecutada con la intención de sacarlo de la cancha. “Estaba consciente de que tenía que entrarle con una jugada fuerte al principio. Gracias a Dios, salió lesionado. Eso fue importante para nosotros”.
Chile era dirigido por el uruguayo Nelson Acosta, quien sin duda, planificó aquella agresión que le dio resultado, en un partido de similares características al actual porque el que obtuviera la victoria se perfilaba para clasificar y quién perdiera -Uruguay-, se complicaba. Chile llegó a Francia’98 y los celestes no.
Once años después -según “La Tercera”-, Chavarría admitió su error: “Cada vez que Chile juega ante Uruguay, me la recuerdan. Me arrepiento de la patada que le dí”.
Ojalá hoy los jugadores celestes y todos los que aquí estamos, retornemos a este Hotel que parece -hasta hoy-, “yetatore” y que se haga realidad aquello de que “la tercera es la vencida”.