El pizarrón de quiniela
El asombro de los espectadores de cómo vive el fútbol Luis Suárez, reflejado en su accionar; sus movimientos físicos y sus muecas faciales donde hasta sus venas resaltan en su cuello de una manera extrema, es solo el fiel reflejo no solo de Luis Suárez sino de esta raza oriental que vive, muere y resucita en cada jugada.
Los antecedentes de como sentimos a nuestro fútbol son simultáneos con la aparición del mismo en estas tierras. Siempre fuimos pocos desde el inicio de nuestra historia y tuvimos que recurrir a toda nuestra energía, inteligencia, coraje, amor propio, porque “el rival” siempre era más en cantidad, en el “terreno que fuera”.
La cifra que maneja nuestra historia de que 33 orientales desembarcaron en la Playa de la Agraciada, en el departamento de Soriano, enfrentando a los poderosos lusos-brasileños, para recuperar la Independencia de la Provincia Oriental, que comprendía a lo que es hoy Uruguay y parte de Rio Grande del Sur en Brasil, que estaba bajo dominio brasileño, lo demuestra. Llegaron solo en 2 lanchas, y portaron una bandera que tenía una leyenda donde no había opción, “Libertad o muerte”. Si la manejamos con criterio de números parecen pocos para enfrentarse en un conflicto de tal envergadura, pero fiel a nuestra historia y como decía el Profesor José Ricardo de León; trasladándolo al fútbol; “con menos, mas”.
Así vivimos y así jugamos. De dientes apretados, sufriendo. Cuando se dice que el fútbol, es una diversión, es cierto, pero en el de competencia; “lo sufrimos”; los del pizarrón verde, en las tribunas y cuando toca la selección, hasta los relatores y comentaristas.
Tienen muchos años los resultados NEGATIVOS en cuanto a que se nos “suelta la cadena” a, jugadores, entrenadores, publico y hasta periodistas; cuando la “presión” llega a su máximo, reaccionamos de una manera que es como vivimos este futbol pero también es una característica uruguaya; la reacción, el no dejarse, el revelarse y también, “el embarrarla” porque las pulsaciones nos vencieron.
Walter Gomez, el extraordinario futbolista de Nacional, se vio privado de ser campeón del mundo; ya que previo al evento mundial y en un clásico entre Nacional y Peñarol, un 9 de octubre de 1949, “se le fue la moto” contra el juez Bochetti y fue suspendido por un año. Pasaría a River Plate de Argentina y se haría famoso el cantico de la hinchada “Millonaria”, para retribuir a su estrella máxima de la época, cuando decía a coro: “la gente ya no come por ver a Walter Gómez”, pero nosotros tuvimos su ausencia en el evento mundial de 1950; que estuvo disimulado, el hecho de su ausencia, porque nada más ni nada menos que Omar Oscar Miguez fue el comandante de la delantera, por la gesta maravillosa y su conquista en Maracaná, debido a que “el Botija” ( así le decían a Walter, y que es un eufemismo de niño o joven reo, de barrio y potrero pero bien uruguayo) se dejó llevar” por su impulso.
José Sasia un histórico de nuestro fútbol en “mil batallas”, guapo, corajudo, leal, gran futbolista, tuvo “encontronazos” del que se pida, donde uno de los que más se resaltan, es en el Sudamericano en Buenos Aires en Febrero de 1959, con Brasil “en una general” donde se enfrentó a Pele y no con la pelota precisamente.
En un clásico de verano, por la Copa Montevideo, en 1971 un campeón del mundo con Uruguay como Roque Maspoli, y además con Peñarol, de la Intercontinental y de América; se “trenzó” con otro que ese año sería campeón con Nacional, uruguayo, de América y del Mundo, como lo era Washington “Pulpa” Etchamendi.
El entrenador de Danubio Leonardo Ramos protagonizó otro altercado dentro del futbol con las “pulsaciones a 1000” en el enfrentamiento del pasado fin de semana contra Cerro en Jardines, no siendo precisamente con los rivales, sino en una interna “caliente”.
Y ejemplos de hechos similares en “la alta sociedad” del fútbol, también hay.
Diego Maradona por la final de la Copa del rey 1984 “sacudió” al suplente rival, Miguel A. Solá y también “lo sacudieron” al finalizar el partido, en un Barcelona, donde jugaba el “Pelusa” y el Bilbao.
Cristiano Ronaldo “pegó” por arriba y por abajo a Edimar del Córdoba jugando por Real Madrid.
Zinedine Zidane aplicó un inusual cabezazo, porque no fue a una pelota sino que en el pecho de Marco Materazzi en plena Copa del Mundo 2006 defendiendo a Francia contra Italia, nada menos que en la final.
En el parlamento uruguayo también hubo “ringui ranga”, donde para nada tiene que ver el futbol, pero si las pulsaciones, que “desacomodan” la razón.
Juzgar “de una” puede ser que no nos haga encontrar “el nudo”; el tango “Primero campaneala” de Anselmo Aieta y Enrique Dizeo termina el mismo con esta frase: “los líos hay que verlos, averiguarlos bien”.
La historia está llena de “combates” que solo los que lo protagonizan sabrán, si dieron en “el clavo o en la herradura”.
Lo que si se que muchas veces he “mutado” en una cancha de futbol; de entrenador transformándome en “un pizarrón de quiniela” donde a veces es uno que lo viene a ver (que es un decir) y a veces una tribuna entera.