El color del clásico
El Gran Parque Central se vistió de gala.
Clásico de marcados vaivenes emocionales por los hinchas tricolores que pasaron de la euforia a la desilusión, por la victoria que pudo y debió ser, pero se esfumó como agua entre los dedos en la agonía con el cabezazo de Lucas Hernández que decretó la igualdad final en el tanteador.
Tribunas completas, vestidas de blanco, en clara demostración de adhesión y pura pasión.
Se puede catalogar de excepcional el impacto visual que provocó la bienvenida al equipo con imágenes de ídolos, banderas, escudos, camisetas y el humo rojo, azul y blanco que le dio ese toque de color especial.
Sobresalieron por su originalidad las gigantografías de Miguel Reyes, el primer hincha del fútbol mundial, del goleador Luis Suárez, indiscutido ídolo de la era moderna, y de la enorme casaquilla que apareció cubriendo las dos bandejas de la tribuna Atilio García, con la leyenda: “te dejare de amar, el día que el mar se seque, y el sol deje de brillar”.
Se trató del primer clásico sin parciales visitantes en el Gran Parque Central. Se adujeron razones de seguridad, que suenan a excusa, a un parche que mortifica, porque realmente el maravilloso espectáculo que produce el histórico choque de los tradicionales adversarios es único, irrepetible. ¡Vivamos la gran fiesta del fútbol en paz!
En imágenes: la fiesta en las tribunas del Gran Parque Central