Diego Lugano: “Estamos a 180 minutos del paraíso, el purgatorio o el infierno”
Un mano a mano con el Capitán de Uruguay reflexionando sobre el fútbol inglés donde ahora milita. Una recorrida por Brasil, Turquía y Francia donde jugó y, por supuesto, el aterrizaje de ese viaje imaginario en Ecuador para conocer sus pensamientos sobre el decisivo partido.
Escribe: Atilio Garrido / Fotografías: Fernando González (desde Guayaquil)
Diego Lugano asume en todo momento la condición de Capitán de la selección. Por sus actitudes, por la pose, por sus deseos de estar al tanto de lo que ocurre en torno al grupo y por su firme disposición para apoyar a los más jóvenes. Impone respeto desde su figura cercana a un actor de Hollywood, alejada del estereotipo clásico de quiénes como él, han sabido construir la historia gloriosa del fútbol uruguayo, ocupando esa posición de liderazgo innato. Alcanza con mirar las imágenes de José Nasazzi, Obdulio Varela o Luis Ubiña –cada uno a su torneo “condotieros” de la celeste en instancias similar a las que atravesó Lugano- para darnos cuentas que el paso del tiempo deja su huella inequívoca en los usos y costumbres de las sociedades y el fútbol.
Aquel gesto fiero de “El Terrible”, Capitán de Capitanes, con el pelo engominado que debutó en la selección con 23 años y el brazalete de líder que entregó cuando abandonó victorioso la celeste en el Sudamericano de 1935, poco o nada tiene que ver con ese pelo rubio fulgurante de Diego. La tez cobriza de nuestro “Vinacho”, el gigantesco “Obidulio” para los brasileños, no tiene puntos de contacto con la inmaculada blancura de la pigmentación de la piel del grandote nacido en Canelones. Los surcos en la recia cara del “Peta”, que parecía tallada con un hacha, están muy lejos de la perfección del cutis del uruguayo que hoy milita en el West Bronwich y vive la experiencia de la Liga de Inglaterra.
A los cuatro los une la actitud, la condición de caudillos que no se impone en los grupos de jugadores uruguayos, sino que surge naturalmente, por la simple fuerza de los hechos.
Sentado en la butaca del lado de la ventanilla, observando todo lo que ocurre alrededor para no perderse detalle, entiendo prudente arrancar la nota con Diego Lugano, realizando un paseo imaginario por el fútbol de los países de primera línea donde ha tenido la fortuna de actuar.
-¿Cómo es el fútbol inglés por dentro?
Lugano se acomoda para enfrentar el grabador y sus conceptos surgen claros, contundentes y con la fuerza de la voz de mando propia de los capitanes de la celeste…
-“Es todavía mejor de lo que se ve por fuera, que nos deja a todos la impresión de ser perfecto. Conociéndolo por dentro, es sencillamente espectacular. En todos los aspectos. En el organizativo, en el marketing, en el nivel, en la estructura, en el orden. Es impresionante, sin duda que da gusto jugar allí, ser parte de él. Es el mejor del mundo. En lo que me queda de mi carrera, terminar disfrutando un fútbol de ese nivel, es como ponerle la frutilla a la torta. En general es donde he visto el fútbol más lindo, más intenso. Es realmente un espectáculo donde tu familia puede disfrutar de un partido sin problemas se gane, empate o se pierda. Tengo dos años para continuar en ese ambiente”.
-Con el sol de la vida del fútbol en la espalda, mirando su futuro que sin duda continuará desarrollándose dentro de este ambiente, lo invito a un paseo imaginario por los países donde jugó: Brasil, Turquía y Francia.
-“El fútbol de esos países donde jugué son tan distintos como su cultura. El brasileño es un campeonato muy duro, muy raro por lo largo, por la cantidad de partidos, porque hay 12 equipos grandes que quieren salir campeón y si no lo consiguen es un fracaso. Los viajes, las concentraciones, el nivel… Es un fútbol desgastante en lo físico y en lo mental, por todas esas cosas. El de Turquía me sorprendió en todo. Principalmente por la pasión con que se vive internamente. Creo que en lo interno es el fútbol donde se vuelca la mayor pasión del mundo. Aunque no tenga a nivel mundial ese reconocimiento, el status que tiene un jugador de equipo grande en Turquía no es comparable con el de Uruguay, Brasil, Argentina, España o Inglaterra. Eso me sorprendió. Además de la calidad de vida que originó que me quedara varios años en ese país. Finalmente llegué a un club como París Saint Germain, que es un poco una burbuja. Un club en ese momento recientemente comprado por un qatarí. Fui el segundo jugador adquirido para llegar al club que se encontraba totalmente en transformación. El Paris Saint Germain no es parámetro dentro del fútbol francés porque es una isla dentro del fútbol galo, donde no existe la pasión de otros países. Tiene organización y ha crecido mucho, según los jugadores que han actuado allí en el pasado”.
-Después de esa recorrida el viaje termina en Ecuador, en el partido decisivo con la clasificación del mundial en juego…
-“Será un partido que puede el pasaje directo a la Copa del Mundo. En realidad en el fútbol puede pasar de todo. Estamos a 180 minutos del paraíso, del purgatorio o del infierno. Esa es la realidad. En esta semana puede pasar de todo. Este partido ante Ecuador puede significar el pasaje directo y uno puede pensar que así va a ser. Ecuador es casi invencible en su casa. Uruguay es el único que le ha ganado y por qué no, no podremos repetirlo. Hay que tener la cabeza tranquila. No confundirse con los antecedentes, pero sí que ellos nos de la experiencia para saber cómo se ganó ese partido y cómo hay que pensar y actuar ahora en esta difícil instancia”.
-Los uruguayos somos adictos a la ley del péndulo. Todo está bárbaro si se gana y todo horrible si se pierde. Del cielo al infierno sin término medio. ¿No piensan que Venezuela de pronto puede marcarle cuatro o cinco goles a Paraguay y una derrota de Uruguay lo puede complicar al extremo de quedar al borde de la eliminación? Se lo pregunto porque en la gente, los hinchas, los aficionados y hasta en el periodismo, advierto que nadie está pensando en esa posibilidad. Para todos la mente está en “salimos cuartos o vamos al repechaje que tenemos asegurado”…
-“El partido de Venezuela y Paraguay es un partido de fútbol. Puede pasar lo que tú dices, que se despachen con una goleada. Nosotros pensamos en todas las posibilidades. El grupo sabe las cosas. Hemos pasado por varias eliminatorias y sabemos que esto no está definido ni para un lado, ni para el otro. Puede pasar de todo. Un empate en Ecuador no es malo. Si bien no es lo que uno quiere, lo podemos llevar. Como te digo, estamos a 180 minutos del infierno, el purgatorio o el paraíso. Esa es la realidad, eso es el futbol, eso es la eliminatoria y eso es Uruguay. Vamos a pensar en positivo y desear que al retorno, este mismo avión sea testigo de una gran fiesta porque logramos la clasificación y todo el pueblo uruguayo festeje con nosotros”.