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Diego Forlán




Diego Forlán.


12 marzo, 2015
Columnistas

Una vez el Chumbo Arrestia le dijo al Tato López cuando éste todavía jugaba: “más vale dos años antes que dos minutos después; te lo digo yo que me retiré un año tarde”. Era un ídolo recibiendo el consejo de su ídolo. Sin embargo, dice el Tato que también él se retiró tarde. Ha de ser difícil hacer lo que hizo Diego Forlán esta madrugada de la Selección Uruguaya.

Enrique Cadícamo, aquel que en un sólo verso conjugó todos los tiempos, “hoy vas a entrar en mi pasado”, decía que “el mejor momento para terminar un amor es su mejor momento”. Eso ya no es difícil; es imposible, porque nunca se sabrá cuál es el mejor momento si no se lo compara con alguno posterior.

Diego se retira de la Selección en el momento justo, dejándonos como última imagen el penal que le hicieron y no le cobraron en el último partido del Mundial y sus protestas como nunca antes lo habíamos visto protestar en una cancha. Y enseguida antes todos los mejores momentos, el partido en Venezuela que encerró la clave de la clasificación. La final de la Copa América ante Paraguay y su lentísima caminata a las puteadas de cada córner que iba a tirar ante Argentina. ¡Sudáfrica!

No puedo dejarte de ver en cada gurí que se pone la celeste. Así en la cancha como en la calle. No puedo dejarte de ver concentrado en la pelota quieta que vas a ejecutar (penal en Quito, tiro libre en el estadio Nelson Mandela…). No sé nada de fútbol pero alcanza con saber algo de idiomas para darse cuenta que aquella mirada de concentración dice más del fútbol que toda alguna charla técnica. No puedo dejar de decir que existen legados perfectos por cumplir y hasta en ésta, tu despedida justa de la Selección, cumpliste el de Schiaffino. Ahora falta seguir cambiando a favor de la celeste la historia, para que en tu caso el “hasta luego” sea recíproco.Diego-Forlan