¿De qué se asombran?
En el año 1994 el Club Nacional de fútbol contrataba a Humberto Grondona (hijo) para coordinar todas la divisiones juveniles del mismo.
Desde un inicio en su tarea se notó un acostumbramiento en como desarrollaba sus funciones a un estilo que no “cuajaba” en nuestro país.
En muy poco tiempo las denuncias en la Asociación Uruguaya de Entrenadores de fútbol (A.U.D.E.F) en contra del mal proceder de dicho profesional; llegaron a ser más de una decena; que además no cumplía con los requisitos reglamentarios de la época para ejercer la función; aunque igualmente fue contratado.
En ese momento quien suscribe dirigía las juveniles del Liverpool FC y me tocó vivirlo muy de cerca; además de poder “justificar” la “rabia generalizada” a nivel de entrenadores de los jóvenes de los clubes que les tocaba enfrentarlo. También viví el clima de enardecimiento de la gremial por ser integrante de la misma como Secretario de Prensa en ese año.
Insultaba en forma de “bajeza y desprecio” hacia sus propios dirigidos (cosa que si los padres de los mismos y los dirigentes de su club lo permitían, era cuestión de ellos); pero además lo llevaba adelante con los jugadores rivales. Por eso hacían “cola” en A.U.D.E.F para no llevar adelante “otras acciones” en el lugar de los hechos y en un lugar donde hacer docencia es primordial.
Los diarios de la época reflejaban el ambiente de conflicto generalizado por causa de actitudes de “Humbertito”.
Tanta fue la presión; que hubo que derivar al Tribunal de Honor de la época en A.U.D.E.F, integrada nada más ni nada menos que por Roque Máspoli, Hugo Bagnulo y José María “Chema” Rodríguez (figuras inmaculadas y veneradas en nuestro fútbol). Se resolvió elevar la queja a las autoridades de la época y al club Presidido por Ceferino Rodríguez. No solo no hubo eco sino que se ignoró a esas glorias de Uruguay en su dictamen. Probablemente como venía de los entrenadores uruguayos, no había crédito. Quedar bien para afuera era mejor.
La historia siguió y los mismos resultados a lo largo de su trayectoria “apoyada” en apellido “ilustre” y un “poder” no disimulado.
¿De qué se asombran ahora?. No son casualidades. Son causalidades. Los que vivimos esas etapas, de adentro y los de fuera de la cancha lo sabían y lo saben. En el fútbol es muy difícil que algo no se sepa.
Hay “detalles” deportivos que pasaron en el partido Argentina –Uruguay sub 17 que al ocuparse de este tema hace “distraer” el análisis justo y equilibrado.
No soy periodista; soy entrenador. Por lo tanto mi obligación es ver lo que todos ven y lo que “no se ve” pero se “nota”.
Lo de Grondona era previsible y mas en una situación difícil para el equipo organizador y locatario. Eso debía haber contado también.
Una vez alguien dentro de un equipo “chico” (partido en el estadio) respondió ante un gol “hecho” pero que lo erró por no reaccionar y “empujar “la pelota: “Que quiere Mario (dirigiéndose al entrenador); me sorprendió la pelota”. Ante lo que le contestó el DT: “todo el estadio mira la pelota, los relatores ven la pelota…….y a vos te sorprendió la pelota…..que querés que viniera…….¡¡¡una bolsa de residuos!!! (Para darle una frase hacia afuera del vestuario)”.
Lo de Argentina en la situación de poder quedar “casi afuera” y lo de Grondona pagaban $ 2.20 (cantidad que pagan cuando ganan los “Favoritos” en el turf).
Es como si nos sorprendiera “la pelota”.