Danilo Baltierra: “Cerro es saber lo que cuesta ganar en la vida”
Danilo Baltierra, entrenador de Cerro, forjó su historia en el club desde los cuatro años, de la mano de su padre Edmundo, ex jugador del club en el ’56 y ‘57. El corazón albiceleste del hincha, a la cancha, a puro sentimiento por la Villa. Su carrera, Peñarol, Nacional, Petrovic en el barrio y el sueño de la Copa Sudamericana.
La semana del formidable triunfo 3:1 a Danubio sumó en la convicción propia, de los jugadores y los hinchas que se animan a soñar. ¿Por qué no a la Copa Sudamericana?. Baltierra (44 años), el presente y su historia en el club.
“Mi padre, Edmundo, jugó en Cerro en los años ’56 y ’57. Era zaguero y lateral. Me llevó al primer partido a los 4 años. Aquello era una fiesta. Compartía el sentimiento con la barra de compañeros del Frigorífico” cuenta Danilo a Tenfield.com, el técnico del albiceleste (44 años), inquieto, pendiente de la planificación de entrenamientos y partidos, de la logística y el campo.
“Para mí era súper disfrutable. Crecer con todos esos estímulos y una hinchada tan seguidora reafirmó el sentimiento. Me siento hincha desde siempre” contó en el túnel del tiempo.
-¿Cómo nació el jugador?
-“Era un sueño. Fui a la séptima división que entrenaba en el Parque Cauceglia, luego Harretche. Hice todas las categorías de divisiones juveniles. Me sentía orgulloso del barrio. Hay que vivirlo para sentirlo. Plagado de diferentes culturas, por los inmigrantes, en el Cerro teníamos todo. No necesitábamos ir al centro. Por ejemplo, el cine Cerrense, el almacén, la playa. Sentido de pertenencia total. El arraigo social lo hacía especial”.
La mística del barrio aflora los mejores recuerdos. “Cerro es lucha por defender su identidad, de trabajo y sacrificio. Es saber lo que cuesta ganar en la vida” enfatiza desde el tono y el corazón. “Es algo que también te contagian los mayores. En este caso, mis abuelos”.
EL FUTBOL Y EL BASQUETBOL, DEL CERRO AL PALACIO
-¿Jugaste en forma simultánea al básquetbol en Verdirrojo?
-“Sí, me acomodé hasta los 15 años. Me hacía tiempo para entrenar en los dos deportes. ¿Los colores de los clásicos rivales? Sí, es parte de la anécdota. Tenía buena capacidad de salto y aplicación. La citación a la Selección Sub 15 de fútbol volcó la decisión. El Mudo Alvarez (Roberto) me llevó al plantel donde tuve como compañeros al “Pompa” Borges. Generali (Alvaro) y Moas (Eber). A los 17 años debuté en la primera de Cerro. Voltaire García era el técnico. Fue en el ‘86”.
Mediocampista aguerrido –fiel a la causa albiceleste-, juego aéreo y escenario impensado, pase a Peñarol. ¿Cómo dejar Cerro? Su encuentro con los dirigentes aurinegros, en el Consejo Directivo reunido en la sede del Palacio Guelfi, presidido por Washington Cataldi (emblemático e histórico presidente) originó una anécdota colosal. “Yo, a ustedes y a Nacional, les quiero ganar siempre. En lo futbolístico, arrancarles la cabeza…” ¿Qué pasó? “En el año ’91, estábamos de pretemporada en el Club de Golf del Cerro y dos directivos de la época me fueron a buscar; Luis Refresquini y el Morro, conocido por todos. Jesús Bianchi (ex presidente del Básquetbol de Peñarol y allegado a los aurinegros, gran personaje) también tenía relación con gente de Cerro, me había llamado para hablarme de la posibilidad. Realmente no me dí cuenta. Pensé que eran conversaciones y deseos de él. De repente, estaba en una negociación con directivos de los dos clubes en el Palacio, Cataldi, reconocido dirigente, enfrente. Había problemas económicos en la negociación. Cerro tenía que hacerse cargo del porcentaje y yo no estaba de acuerdo. Cataldi me habló con mucho respeto y me preguntó. ¿De qué cuadro sos hincha? De Cerro le respondí. ¿Y de los grandes? Insistió. ¡De Cerro!”. Me habló de las oportunidades para aprovechar. Creo que me contrató por mi convencimiento. Se sorprendió porque no cambié la forma de pensar por algo que me convenía. ¨Peñarol se hizo cargo y firmé. No sentí la presión. Cerro te endurece”.
-¿A la distancia qué pensas?
-“En ese momento no me di cuenta de la importancia de pasar a Peñarol, un equipo grande, con historia. ¿Por qué? Jugando en Cerro era feliz y el dinero no resultaba algo prioritario. En el primer año me dirigieron Don Roque Máspoli y Ljubomir Petrovic”.
Máspoli, gloria del fútbol uruguayo y Petrovic, el yugoslavo, serbio, de exótico y corto pasaje antes de la decisión de irse, sorpresivamente, para acompañar a su familia en tiempos de guerra. Dejó buen recuerdo en Baltierra. “Entrenaba a otro ritmo, como se intenta hacer ahora. Trataba de resolver cómo bloquear rápidamente el juego ofensivo del rival. Me dio pautas de lo que pretendo hoy. Coincido con la necesidad de saber defender. Simplemente pienso que cuanto más arriba se haga, mejor”.
¡PETROVIC EN CASA, LA ABUELA HIJA DE YUGOSLAVOS Y DONDE ESTABA NESTOR BLANCO!
Petrovic pasó por la Villa y dejó su sello. “Una noche sonó el timbre en casa, en la calle Barcelona, fui a la puerta y era Petrovic. Visitaba a los jugadores en lo que se llamaba la concentración domiciliaria. Estaba buscando a Néstor Blanco (ex lateral izquierdo, también surgido en Cerro, César Luis Menotti le dio la camiseta N°10 en un partido con Defensor Sporting) trabajó como técnico en formativas de Central) y no lo encontró. Pasó y mi abuela, hija de yugoslavos, se puso a hablar con él. Emocionados los dos, mi abuela se emocionó porque naturalmente vio reflejado a su padre. Justo estaba cocinando y Petrovic probó la comida. Le gustó y con gran confianza recorrió los cuartos… Blanco no aparecía…. No lo podía creer, llamé a Blanco, lo encontré y le dije: ¿Dónde estás que te busca el técnico y lo tengo en casa? Ja, ja, ja, fue increíble”.
El pasado y el presente, la flamante carrera de técnico. “Descarté la Facultad porque no me sentía Economista. Hice el curso de entrenador pensando en la formación. El club me dio la posibilidad de dirigir y todos los días son de aprendizaje. También a centralizarme. Es real que no tenía experiencia en el cargo. Soy de la casa pero eso no alcanza. Habrán visto los entrenamientos en tercera. Hay que dar más en cada entrenamiento y en los partidos”.
“Me gusta el fútbol dinámico y entrenar a otro ritmo”. “¿El estilo? Defender y atacar con velocidad. El reclamo de los hinchas es que debemos seguir intentando jugar. Quiere ganar y te lo hace sentir. Cerro no es sólo actitud. Recuerdo que el equipo del ’82 jugaba muy bien” enarboló.
“Hay que estar atento y con todos los sentidos para ser entrenador” aseguró en la profesión que abrazó a pleno. “Es como prepararse para ser cirujano y operar en el Hospital de Clínicas como el Dr. Celso Silva”.
“LA REALIDAD EN EL FUTBOL NO ES LA QUE SE OBSERVA DESDE LA TRIBUNA”
“Reconozco que en la realidad, en el fútbol, no es la que se observa desde la Tribuna. El contacto directo te modifica el pensamiento original” subrayó en relación a su nuevo rol.
En el ’98, a la vuelta de España (Logroñés), entrenó en Los Aromos y cruzó la vereda a Los Céspedes. “En Nacional conocí gente nueva y me trataron muy bien. Cuando profundizaron el contacto, sintieron el mismo respeto que en todos los equipos donde jugué. Nos hicimos amigos con Gustavo Varela ¿Si hubiese aceptado trabajar en Rampla Juniors? Me propusieron dirigir juveniles y trabajar como asistente técnico. Les agradecí, con el mayor de los respetos, pero soy de Cerro”.
Danilo Baltierra, el técnico que dirige en simultáneo con su actividad laboral en Tenfield. El hombre orgulloso de la institución que lo cautivó desde la niñez. Se reencontró con su Cerro en el Estadio Luis Tróccoli y de entrada se la jugó por complementar el temple de siempre con el fútbol que siente. Encendió la ilusión, de los jóvenes y grandes. Cerro juega y su gente se ilusiona.