Crónica de viaje: “La parrilla del Ñato” y el destino que se cruzó en García y “Mazurka”
Ultima crónica de viaje de la breve estadía en Ecuador. Triunfos totales de uruguayos en el rubro gastronómico con la instalación de varias sucursales de “La parrilla del Ñato” y “El Hornero”. La primera pertenece a Eduardo García, golero Campeón Sudamericano Juvenil de 1964 con la celeste, luego integrante de Peñarol y Nacional. El destino lo unió a Ladislao Mazurkiewicz, para volcar la fortuna a favor de éste último en 1965. Otra historia impedible.
Escribe: Atilio Garrido / Fotografías: Fernando González (desde Quito)
Hace veintipico de años, en una de las ocasiones que llegamos a Quito acompañados por Antonio García –nuestro fotógrafo compinche de aquellos tiempos- nos pasaron el dato de que unos compatriotas iniciaron un emprendimiento que llamaron “El Hornero”. Una simple pizzería uruguaya con horno de leña donde comenzaron a producir al uso nostro esas pizzas de mi flor “made in Uruguay”. Recuerdo que hicimos la nota. Los dueños –un matrimonio que se vino por aquí a probar fortuna- se forjaba miles de ilusiones sobre el futuro en medio de las lógicas dudas sobre la suerte a correr. En la noche de ayer –jueves- en la van que nos traía del aeropuerto al centro, con la tropa de Tenfield, el “Gallego” González instalado en los asientos delanteros, conocedor de la existencia de la pizzería, pegó el grito:
-“Mirá, delivery de la pizzería ‘El Hornero’. Tomale el número para pedir una…”
Estábamos a casi una hora del Hotel Sheraton en el centro de Quito, hacia dónde nos dirigíamos. Al escuchar el grito del “Gallego”, el conductor del vehículo alertó con voz canchera:
-“No se preocupe. Frente al hotel hay una…”
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Anoche, mientras metíamos tecla pasando los materiales, Sergio Gorzy nos alertó:
-“Che, miren que faltan 40 minutos para que cierre la pizzería”.
Los locales de comida en Ecuador cierran en horas tempranas, con relación a nuestro país. Así los tres, junto con Miguel Pastorino, cruzamos la calle y nos metimos en “El Hornero”, una de las ocho sucursales que tiene desparramadas por todo Quito. El mismo horno gigante que la identifica. El mismo ladrillo visto en las paredes interiores, pero sufriendo la “americanización” que se ha apoderado de todas las ciudades ecuatorianas de primer nivel. Los grandes afiches en las paredes promocionando algunos platos, idénticos a los que se ven Miami, con muchos colores y ese diseño de yanquilandia que “vende”… ¡Claro! Ya no está el hornero verdadero comandando desde lo alto del local, ese nido que construye con el pico el más perfecto arquitecto de la naturaleza. Tampoco las espuelas, los estribos y los frenos tan camperos que colgaban de las paredes. Pero, lo más importante, el producto que venden es de la misma calidad de aquellas pizzas que con “Pipi” García nos comimos hace tanto tiempo. Eso sí, ahora la carta se amplió. No sólo venden pizza, sino también milanesas, berenjenas a la napolitana, tallarines y no sé cuántas cosas más. Preguntamos por los dueños….
-“No están, por acá no vienen…”
Así es la vida. Hoy deben andar forrados de guita, si es que ya no vendieron el emprendimiento que cayó en manos de alguno de estos empresarios nuevos del rubro, que se adaptó a los tiempos y emulando a Cristo… “multiplicó las pizzas”.
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Algo similar ha ocurrido con la “Parrillada del Ñato”. Me refiero a Eduardo García, golero nacido en tierras de Colonia, que un día llegó a Montevideo para defender los colores de Peñarol en las divisiones juveniles. En 1964 integró el equipo de Uruguay que se consagró Campeón Sudamericano en Colombia. Una particularidad tuvo su actuación. Eduardo García fue el titular indiscutido. Tenía un suplente de lujo, según su trayectoria posterior: Ladislao Mazurkiewicz. En tiempos donde pasar de una club grande a otro era algo difícil por la bronca que eso generaba en los hinchas, el “Ñato” García su fue a jugar en Nacional. Sin lograr tampoco allí quedarse con la titularidad en el arco de la primera división, un buen día se vino a Guayaquil para jugar en Emelec. Ya tenía sus años encima y le quedaba poco rollo para seguir en el fútbol. A pesar de ese contrapeso, su actuación en Emelec fue descollante. Se ganó un lugar por su rendimiento y también por su condición de buena gente. Con el final de su carrera próximo, el “Ñato” –lo apodaron así por su enorme nariz- comenzó a pensar la forma de resolver su futuro…
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Con los pesos que le reportó el éxito en el arco del Emelec, se jugó entero en un emprendimiento gastronómico. Cuando colgó los guantes, en el barrio de Urdesa abrió sus puertas “La parrilla del Ñato”. El nombre resultó un buen golpe de marketing para asociar su popularidad enorme, con la tradicional forma de comer la carne de los rioplatenses, buscando que los guayaquileños se sintieran atraídos a concurrir para ver al “Ñato”, pedirle un autógrafo, estar con él y, de paso, morfarse algo. Allí estuvimos en el pasado, en un par de ocasiones con “Pipí” García, y en otra con el “Gallego” González, la última vez hace ocho años con el “Ñato” que continuaba regenteando el local y jerarquizándolo con su presencia. En los dos últimos viajes me enteré que había aflojado la cincha, que sus asistencias a la parrilla eran espaciadas y que se había entregado al Señor convirtiéndose en un evangelista militante.
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En esta ocasión andábamos con ganas de darnos una vuelta por lo de “El Ñato”´. Pero, cuando tiramos algunos hilos de investigación nos encontramos con la misma realidad de “El Hornero”. ¡Tiene una cantidad de sucursales en diferentes barrios de Guayaquil! A la original parrilla de Urdesa se sumaron las del Centro. Alborada, Francisco de Orellano y la de San Borandón la zona donde van los “pelucones”, según el decir de nuestro informante, para referirse al lugar elegido por los hombres de negocios y empresarios de mucha plata para fijar sus residencias. De la vida del “Ñato” supimos que continúa aferrado a la religión. ¿Seguirán siendo suyas las parrillas? Es probable. Nuestro informante asegura que “está forrado”…
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Ahora que “Chiquito” Mazurkiewicz está atajando penales en la cancha del paraíso, un hecho histórico los une, más allá de aquel ya recordado líneas arriba del Sudamericano Juvenil de 1964. Eduardo García, el golero titular de Uruguay en ese certamen, retornó al plantel de Peñarol y fue ascendido al primer equipo en calidad de suplente de Luis Maidana, quién llevaba muchos años como dueño indiscutido del arco mirasol. En el período de pases de febrero de 1965, ante la gran campaña que desplegó Mazurkiewicz en Racing en la temporada del año 64, Peñarol se aseguró su concurso. El “Ñato” y el “Chiquito” pelearían por la suplencia de Maidana. Sin embargo, el destino jugó sus fichas sorpresivamente. Después del gran triunfo de Peñarol en Montevideo 3:2 ante el Santos de Pelé, debía disputarse un tercer partido por las semifinales de la Copa Libertadores de ese años 1965, que se llevaría a cabo a las 72 horas en la cancha de River argentino. El plantel de Peñarol retornó a la concentración de “Los Aromos”. Se generó un enfrentamiento entre Maidana y el Prof. Langlade. El golero optó por irse de la concentración. No hubo arreglo. ¿Quién juega ante el poderoso Santos de Pelé? Roque Máspoli, el director técnico, consultó a los jugadores. El “Tito” Goncalvez llevó la voz cantante y fue claro: “para mi tiene que jugar García, lo veo mejor”. Máspoli no le hizo caso y se la jugó por Mazurkiewicz. Los resultados están a la vista… Peñarol ganó aquella histórica semifinal 2:1 con una actuación notable de Mazurca y se quedó para siempre como dueño del arco aurinegro. Para “El Ñato” era muy difícil quedarse en el club cuando fue postergado en el momento que le tocaba a él la titularidad y lo querían los compañeros. Se fue a… Nacional, con tanta poca fortuna que ganó las elecciones Miguel Restuccia y compraron al brasileño Manga. El camino de la emigración estaba marcado.—-
El viaje llegó a su fin. Atrás queda una nueva visita al Ecuador, a este Ecuador donde uno tiene la impresión de estar en Miami. “Yanquilandia”. A este Ecuador gobernando desde hace ya tiempo por el Ec. Rafael Correa, hombre de izquierda, muy vinculado en las ideas y en la acción a la Venezuela de Chávez y la Bolivia de Evo Morales. ¡Todo fenómeno! El país avanza, crece… Ahora bien, ¿alguien me puede explicar cómo en un país con estas características, adversario de los Estados Unidos y su libre mercado, mantiene el dólar como su moneda nacional? Sí, en Ecuador se vive al ritmo del dólar. Se paga todo con dólares. El país no tiene moneda propia nacional.
Hasta el próximo viaje.