Crónica de viaje (3): Emotivas reflexiones en el día de comienzo de la Copa de las antítesis
Escribe: Atilio Garrido / Fotografías: Fernando González (enviados especiales)
¡Día muy especial el de hoy! Comienza una nueva Copa del Mundo. Personalmente, en esta mañana que comienzo a teclear la crónica, sentado en el aeropuerto de Belo Horizonte, me invade un cosquilleo especial. Inevitablemente ese cajón de turco que es la memoria, revuelve en su interior buscando los recuerdos que convocan a la nostalgia. De pronto, mientras en la garganta nace un nudo, me veo “botija”, con 20 años, un jopo grande y todos los berretines que impulsaban mis ansias de comerme el mundo, llevándome todo por delante. “Vivir es cambiar / en cualquier foto vieja lo verás”, escribió Homero Expósito, poeta eximio en un tango poco conocido (“¡Chau, no va más!”), al que pocos cantantes se le animan porque, según me contó una vez Luis Brandoni, actor, político y también “tangologo” de ley, tiene un arreglo musical muy difícil de cantar. ¡Qué verdad envuelve la sentencia! En esa imagen de 44 años atrás, allí estoy junto a Carlos Solé y Diego Lucero, posando en la Torre de México con la escenografía de la ciudad recortándose allá abajo. ¡Qué cruel el paso del tiempo! No solamente por las huellas que te va dejando en la carrocería, sino también por el inevitable olvido en que quedan las figuras que en su tiempo ocupaban el Olimpo de la fama y a las que el paso del tiempo le pasó la goma de borrar. ¡Diego Lucero! Seudónimo de Luis Alfredo Sciutto, nacido en el barrio Bella Vista, “donde reina la alegría”, como lo definió el poeta Fernán Silva Valdéz. Diego llenó con su tránsito por la vida nada menos que setenta años, con su actuación como jugador de fútbol, su participación política polémica en Montevideo y su periodismo sin igual. Fundador de “Clarín” en 1945 junto con el Dr. Roberto Noble, hasta su muerte en junio de 1995, fue un referente inevitable del quehacer rioplatense. ¿Y hoy, quién se acuerda de él? Lo recuerdo como mi “troesma”, único ser humano que asistió a todos los mundiales desde 1930 a 1994. Merece, justamente hoy que comienza la quinta Copa sin su asistencia. El otro, Carlos Solé fue el “Gardel de los relatores de fútbol” en Uruguay. Hoy, justamente a propósito de esta Copa del Mundo, los dos goles de Uruguay que relató en el “Maracanazo” de 1950, lo reubican en la escena, pero sin el reconocimiento que su figura y trayectoria merecería. Allá en México’70 inicié internacionalmente este camino que se extiende hasta hoy. Viajé integrando el equipo de CX 8 Radio Sarandí que comandaba Don Carlos. Los comentarios estaban a cargo de Jorge Bazzani y la locución comercial de Norberto Mazza. Los cuatro vivimos jornadas inolvidables, cuando yo miraba todo aquello que me rodeaba con ojos grandes, tratando de aprehender de esa experiencia en un mundo que no tiene ningún contacto con el actual.
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Este Brasil 2014 que hoy se inicia, se me ocurre que entrará en la historia como la Copa de las contradicciones. El primer encuentro con lo que hoy llaman “organización”, no pudo ser mejor. Resultó perfecto. Estuvo relacionado con el primer paso, la primera actividad que en este tiempo donde son miles los periodistas que concurren a cubrir el torneo, en ocasiones pasadas generó confusiones. Se trata de concurrir al lugar destinado por la “orga” para acreditarse. En este caso, encontrándonos en Belo Horizonte, en la mañana del día siguiente de nuestro arribo, toda la patota de tenfield.com y VTV se dispuso a cumplir ese acto. Llegamos al estadio Claudio Magalhaes Pinto, conocido popularmente como “Mineirao” y allí, gentilmente, nos indicaron que era enfrente, en el “Mineiraozinho”, el escenario más pequeño destinado a los juegos en gimnasio. Llegamos, entregamos el pasaporte, la copia del e-mail recibido con la aprobación de FIFA de nuestra acreditación y… en un trámite que no duró más de cinco minutos, ya estábamos fuera con el documento que nos habilita como periodista para cubrir el mundial, colgado del pescuezo. ¡Perfecto! Al día siguiente sintonizando la radio 890 Sport, el estimado colega Martín Charquero, contaba a sus oyentes que en Río de Janeiro vivió la misma experiencia cuando cumplió el trámite para acreditarse. De la comparación de episodios similares, muchas veces surge la claridad. En Sudáfrica 2010 recuerdo que demoramos bastante tiempo hasta que finalmente nos colgaron la “cocarda” mundialista.
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Aprovechando que estábamos en las inmediaciones del “Mineirao” y ya acreditados, nos dirigimos hasta el escenario donde, si todo rueda bien y como lo pensamos, allí “cortarán mano” en una de las dos semifinales de la Copa, el 9 de julio próximo, nada menos que Uruguay y Brasil buscando su lugar en la definición por el título. Esto que afirmamos, revela que la “orga” de la FIFA que armó un sorteo “trucho”, tomó los recaudos para evitar que 64 años después se repita el partido decisivo que entró en la historia como el “Maracanazo” uruguayo. Resulta increíble como esa conquista de la celeste marcó a fuego a este país-continente. A tal grado que hoy, aquí mismo en el aeropuerto de Belo Horizonte, encontré otra prueba concluyente de esta afirmación. Fui en busca de los diarios para comprarlos como recuerdo. La tapa del tabloide “Hoje” de Minas Gerais me sorprendió. Reproducía en toda la portada el afiche de 1950 pero con títulos relacionados al torneo que hoy comienzo: “XX Campeonato mundial de fútbol Copa FIFA / junio-julio 2014”. Las inscripciones nos sorprendieron. Se encontraban cambiadas las inscripciones. Eso llevó a que pusiéramos mayor atención en la figura del pie con las banderas de los países participantes, el zapato y la pelota. No tenían nada que ver con las del afiche de 1950. Los emblemas representaban a los 32 participantes. Los botines de fútbol eran modernos, con tapones de aluminio y el esférico epoda mostrar a los millares de visitantera el que hoy comenzará a rodar en las canchas brasileñas. La explicación la encontramos en la página siguiente, donde aparecían las dos imágenes. La de 1950 y ésta distinta de 2014. “La imagen sirve para recordar cuanto evolucionó el país en los 64 años que separan los dos mundiales. Hasta los grupos que se manifiestan contra del torneo, saben que la causa de los problemas que todavía afectan la vida de los brasileños, no son pocos, ni pequeños. Esa es una cuestión importante, cuya discusión debe ser dejada para otro mega evento, que acontecerá dentro de cuatro meses, cuando el pueblo vaya a las urnas a escoger a sus gobernantes. Ahora es hora de fiesta. De hinchar para que la Selección haga un buen papel en el campo y que el país pueda mostrar a los miles de visitantes que es mucho mejor de lo que las imágenes que han sido exhibidas en el exterior”.
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Retomando el hilo de la cometa de la narración, vale contar que, exhibiendo nuestra acreditación y pasando por todos los controles de seguridad similares a los que se utilizan en los aeropuertos, ingresamos al “Mineirao” para dirigirnos a la Sala de Prensa. Impresionante por su magnitud. Gigantesca. Al estilo brasileño: “o maior do mundo”. Confieso asombrado que en ningún mundial anterior desde 1970 estuve en sala tan grande destinada al periodismo. También merece destaque la cortesía y la amabilidad de cada uno de los “voluntarios” brasileños que nos atendieron en estos trámites. Desde el más humilde portero, la sonrisa estuvo a flor de labios sobresaliendo la cordialidad en el trato. Sin embargo, estas pequeñas cosas positivas, no esconden los problemas latentes del país-continente, que desde hace un año atrás en ocasión de la disputa de la Copa de las Confederaciones aquí en Brasil, encontraron las “protestas populares” como forma de canalizar el descontento que existe. El matutino “El Comercio” de Belo Horizonte, en lugar de referirse en su portada al inicio del torneo, eligió la veta de la bronca. “Copa del Mundo frustra al sector textil minero”. En la nota se da cuenta que las ventas se desbarrancaron, obligando a las empresa a otorgar vacaciones colectivas a todo el personal. Protestan porque las ventas no avanzaron en productos específicos del evento debido a la mayor entrada de los mismos desde el exterior. Y se quejan: “hasta la FIFA trajo del exterior todos los productos que llevan telas en lugar de manarlos a producir en el país”. Así son los “Fiferos”. ¿Qué se creían los brasileños? Otra medida impopular que genera molestias lo informa el mismo periódico. Durante la Copa del Mundo las autoridades restringieron la circulación de camiones de grandes dimensiones en las autopistas estaduales, con el objetivo de garantir a los turistas mayor seguridad en ellas. Una decisión de este tipo, obviamente que es resistida por los camiones, que son los que le dan vida al país llevando de una lado para otra las mercancías y los productos que se producen. Pero, claro, como ocurre con cualquier hecho en la vida de los pueblos, lo que es bronca y tristeza para un sector, es alegría y bonanza para otro. En el mismo diario se informa que “las casas de ventas de televisores aumentaron sus ventas porque el espíritu de la Copa del Mundo ha atraído a la gente impulsada por las liquidaciones, la facilidad de crédito y las ofertas relámpagos, que determinó que los consumidores invadieran el último fin de semana los supermecadores de todo el país”. Salute.
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