Creo que nació “un nuevo Tabárez”
En la víspera, en la conferencia de prensa, después que el entrenador celeste confirmó el equipo que en exclusividad anunció tenfield.com generando un gran impacto periodístico desde la noche del domingo, le pregunté si había nacido “un nuevo Tabárez”. La interrogante se originó por la particular integración que tendrá el equipo esta noche. Una escuadra que a mi juicio, no registra antecedentes en la trayectoria del técnico uruguayo a nivel de selecciones.
Al escuchar la pregunta Tabárez hizo una mueca de contariedad, se ofuscó por dentro, dominó su reacción y, sonriendo y mirándome, respondió: “No, no hay un nuevo Tabárez. Si Vd. piensa en el Uruguay del 90 verá que no”.
No pretendí rebatir sus afirmaciones. No correspondía. Estábamos en un ámbito de “conferencia” donde el juego establece la pregunta y la respuesta. Sin posibilidad alguna de una repregunta o un diálogo para plantear argumentos que rebatían su afirmación. Por eso, como afirmaba El Veco, no me gustan las conferencia de prensa donde el rasero de la igualdad se pasa para todos: buenos, malos y mediocres.
Tenía en mi cabeza la formación de aquel Uruguay de 1990 que no llegó a estar entre los cuatro mejores equipos del mundo, porque a Tabárez le faltó autoridad para meterse en la cancha e impedir que Ruben Sosa rematara el penal ante España. ¡Lo tenía que ejecutar Enzo! Si Uruguay convertía ese gol arrancaba con todos para llegar tal vez más lejos que en Sudáfrica 2010.
Aquel Uruguay jugaba con un clavado 4-3-3. En línea final Herrera, Gutiérrez, De León y Domínguez; en medio campo Ostolaza, Perdomo y Ruben Paz y arriba, Alzamendi, Francescoli y Ruben Sosa. ¿Dónde están los puntos de contacto con el equipo que armó Tabárez para esta noche?. ¿Cuál será hoy el Ostolaza de aquel tiempo? A Perdomo lo podemos igualar con Egidio. Luego, adelante, aquel tenía dos aviones como Alzamendi y Ruben Sosa en nivel igual al de Suárez y Cavani. A Enzo lo podemos asimilar con… ¿quién? No. Hoy ponerlo a la par con Lodeiro o Ramírez sería una temeridad.
Aclarado este punto y entendiendo que Tabárez quiere ganar un partido para dar vuelta la racha negativa, se me ocurre que en el plantel disponía de algún otro hombre para nivelar un poco mejor el mediocampo. ¿De qué manera? Gargano-Egidio manteniendo el “doble cinco” al cual el equipo está más que habituado. Luego con Lodeiro más arriba, de pronto intentando ser el “Enzo de los 90” y Ramírez buscando convertirse en émulo de Ruben Paz.
El técnico prefirió jugarsela nuevamente con Álvaro González. Todo tesón y lucha, pero sin el físico, ni la polenta de aquel Ostolaza, que además agregaba en la “pelota quieta” casi un metro noventa, tanto en el área propia como la enemiga.
En consecuencia, con el arriesgado planteo que estructuró para esta noche y los hombres elegidos para llevarlo a cabo, creo que “nació un nuevo Tabárez”. Aunque el propio personaje haya dicho que no… Un Tabárez que pone toda la carne en el asador, que sale a buscar el triunfo desde el primer momento, cambiando golpe por golpe, como en las peleas de boxeo cuando se enfrentan dos “fajadores”. Es temerario. Resulta todo un desafío.
¡Ojalá que lo dicta la mente de Tabárez pueda trasladarse a la tela de los hechos! Lo necesita Uruguay, el pueblo deportivo y los grandes jugadores que el equipo posee. ¡No parece lógico que un plantel que cuenta con los goleadores de Inglaterra e Italia, tenga que andar penando por los campos de América, arrastrando la incertidumbre de si estará o no en Brasil 2014!
Como razonamiento personal entiendo que en este partido ante Chile, lo primordial es lograr el cero en el arco propio. Es decir, impedir que por errores nuestra valla sea vulnerada. Pero también, hacer todo lo posible para limitar las virtudes del rival. Un empate hoy es lo que debe sostenerse. Es un resultado que “sirve” para esta lucha que de aquí en más será de a puntito y de mucho sufrimiento. Si, en cambio, se logra la victoria partiendo de la premisa de que lo vital es aguantar el cero, mucho mejor.
El entrenador celeste -extrañamente-, opta por otro camino. Quiere la victoria como primer objetivo a conseguir. Si ella no se consigue, se conforma con la igual. A mi juicio, el órden de los factores hace la diferencia.
Como le expresé al terminar la conferencia de ayer, cuando me apersoné para estrecharle la mano y desearle buena suerte, no tengo más que reiterar ese deseo. ¡Y lo expreso de todo corazón!